La inflación estadounidense alcanzó un nuevo récord en noviembre, llegando al 6,8 por ciento anual. Lo que implica el mayor aumento de precios registrado en las últimas 4 décadas.
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© Flickr/Jernej Furnan
Según indicó el Departamento de Trabajo el índice de precios al consumidor, que abarca todo lo que los consumidores pagan por bienes y servicios, aumentó en noviembre un 6,8 por ciento respecto al año anterior. Ese fue el ritmo más rápido en 12 meses desde 1982 y el sexto mes consecutivo de inflación por arriba del 5 por ciento, reportó NewsMax.

Existe una gran incertidumbre sobre cómo reaccionaran los mercados ante este anuncio, que aunque era esperado no deja de preocupar tanto a los inversores como a los comerciantes y consumidores que son los principales afectados.

Sobre una base mensual, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) aumentó un 0,8 por ciento ajustado estacionalmente en noviembre con respecto al mes anterior. Eso se compara con el aumento mensual del 0,9 por ciento en octubre. Los precios subyacentes subieron un 0,5 por ciento en comparación con octubre.

La inflación aumentó considerablemente la presión sobre los consumidores, especialmente los hogares de menores ingresos quienes padecen los aumentos de precios en las necesidades diarias más básicas, disminuyendo en términos reales su capacidad de compra.

Desde ya que también ha perjudicado a los salarios más altos y ha complicado los planes de la Reserva Federal para reducir su ayuda a la economía, lo que coincidió con el debilitamiento del apoyo público al presidente Joe Biden.

Ahora bien, la pregunta que se hacen muchos es: ¿Por qué la inflación?

El aumento sostenido de los precios ha sido una combinación de factores resultantes del rápido repunte de la recesión pandémica potenciado por una avalancha de estímulos gubernamentales, tasas ultrabajas y una gran escasez de suministro en las fábricas estadounidenses y del extranjero.

También se sumó una gran escasez de trabajadores, teniendo en cuenta que millones prefirieron durante meses vivir de las ayudas pandémicas del gobierno en lugar de percibir sus ingresos trabajando.

Esto provocó que los empleadores deban aumentar los salarios y luego suban los precios de sus productos o servicios buscando compensar su nueva estructura de costos.

Como consecuencia, los precios han aumentado en casi todos los rubros que afectan a los ciudadanos. Los productos que más sufrieron los aumentos van desde alimentos y vehículos usados ​​hasta productos electrónicos, muebles para el hogar y automóviles de alquiler.

El rubro de comidas rápidas tan desarrollado en EE. UU. fue catalogado como el sector que más ha sufrido la inflación.

Los precios en los restaurantes de comida rápida subieron un uno por ciento en noviembre en comparación con octubre, un gran salto mensual que siguió a meses de alzas de precios inusualmente altas, reportó Breitbart.

En comparación con hace un año, los precios subieron un 7,9 por ciento. Ese es, de lejos, el mayor aumento anual en los precios de la comida rápida en registros que se remontan a fines de la década de 1990.

No solo los alimentos de los puestos de comida rápida han aumentado los precios, el precio de los alimentos que se consumen en casa ha subido un 6,4 por ciento, el máximo desde el otoño y el invierno de 2008. Por lo tanto, incluso comer en casa será más caro.

Si bien algunos economistas predicen que noviembre fue el punto máximo de la inflación y ahora debería comenzar a bajar, la realidad es que no hay nada certero y por ahora prevalece un ambiente de profunda incertidumbre en los mercados.