"Se está produciendo un tira y afloja, una batalla de sexos a nivel del genoma", asegura su autor principal, Miguel Constância.
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Un estudio dirigido por científicos de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) descubrió que durante el crecimiento del feto en el útero se produce una "batalla de los sexos" entre los genes heredados del hombre y de la mujer por el suministro de nutrientes.

Utilizando ratones modificados genéticamente los expertos identificaron una señal clave que el feto produce para estimular el crecimiento de los vasos sanguíneos dentro de la placenta que, en conjunto con otras modificaciones celulares, permiten una mayor entrada de sustancias alimenticias, señala la investigación publicada este lunes en la revista Developmental Cell.

Esa señal, conocida como IGF2, llega a la placenta a través del cordón umbilical. Altos niveles de esta proteína se asocian con un mayor crecimiento del feto. Esta se expresa gracias a la activación de un gen heredado del padre. Sin embargo, no es la única proteína que regula la correcta expansión de los vasos sanguíneos. Según lo visto en los ratones, existe otra llamada IGF2R, que se expresa gracias a la activación de un gen heredado de la madre.

"En nuestro estudio, el gen del padre impulsa las demandas del feto de vasos sanguíneos más grandes y más nutrientes, mientras que el gen de la madre en la placenta intenta controlar la cantidad de alimento que proporciona. Se está produciendo un tira y afloja, una batalla de sexos a nivel del genoma", asegura su autor principal, Miguel Constância.

Por lo general, en los humanos, la producción de IGF2 aumenta drásticamente entre la mitad y el final del embarazo. Su exceso o insuficiencia pueden provocar problemas antes y después del parto: bebés demasiado grandes o demasiado pequeños tienen más probabilidades de sufrir o incluso morir al nacer, y corren un mayor riesgo de desarrollar diabetes y problemas cardíacos en la edad adulta, subraya la Universidad de Cambridge en un artículo.

La fisiología y biología de los ratones muestran muchas similitudes con las de los humanos y han permitido a los investigadores modelar el embarazo humano. Este último hallazgo contribuye a la comprensión de cómo el feto, la placenta y la madre se comunican entre sí durante la gestación.

Entre el 10 % y el 15 % de los bebés presentan un mal crecimiento en el útero y, a menudo, un desarrollo reducido de los vasos sanguíneos en la placenta. Ante este panorama, los hallazgos de Constância y su equipo podrían conducir a formas de medir los niveles de IGF2 en el feto y encontrar formas de normalizar sus niveles o promover el normal desarrollo de la vascularización en la placenta.