Imagen
© Desconocido
Tranquilo y dispuesto a leer al tribunal sus escritos fanáticos. Anders Behring Breivik, el ultraderechista de 32 años que sembró de muerte Noruega el pasado viernes, compareció ayer ante el juez Kim Heger para decir que lo ayudaron "otras dos células de nuestra organización" , aunque tras su detención había dicho a la Policía que actuaba solo. Recoció ser el autor de las masacres, pero se declaró "inocente".

El diario VG adelantaba anoche que Breivik estuvo bajo vigilancia policial en marzo por haber comprado productos químicos, pero que la investigación no detectó nada concluyente.

El juez decretó su ingreso en prisión por dos meses, el doble de lo habitual en Noruega. Su abogado, Geir Lippestad, dijo que Breivik cree que no merece ningún castigo por ambas matanzas.

La Policía aseguró que investiga la hipótesis de que Breivik no actuara solo y rebajó el número de víctimas de 93 a 76 . Uno de los asesinados en la isla de Utoya es Trond Berntsen, un policía, hermanastro de la princesa Mette-Marit, que se habría enfrentado al asesino.

El juez Heger dijo en conferencia de prensa que Breivik está oficialmente acusado de actos de terrorismo y que reconoció ser el autor de la masacre. Lo hizo, según explicó el juez repitiendo las palabras de Breivik, para "castigar a la socialdemocracia por importar musulmanes".

En la conferencia de prensa del juez Heger también se supo que el acusado asegura haber cometido los atentados para "salvar a Noruega y a Europa de los musulmanes y del marxismo cultural" .

Durante la comparecencia, el juez le dejó explicar por qué cometió los actos terroristas pero le impidió, como Breivik pretendía, leer pasajes de sus escritos. Breivik aseguró que no buscaba matar indiscriminadamente, sino causar el mayor daño posible al gobernante Partido Laborista.

Anders Behring Breivik se enfrenta a una pena máxima de 21 años de prisión . Noruega abolió la pena de muerte en 1979 y las penas no son acumulativas, es decir, que no se le pueden endosar 21 años por cada víctima, sino por el conjunto de la masacre. Staale Eskeland, profesor de derecho penal de la Universidad de Oslo explicó que "poco importa el número de asesinatos que haya cometido, la pena máxima no puede pasar de 21 años".

Pero puede ser aumentada si la Justicia considera que hay riesgo de reincidencia, subiendo la condena por tramos de cinco años, "así que en teoría puede estar en la cárcel el resto de su vida", añadía el profesor Eskeland.

Breivik dijo ayer al juez que está "preparado para pasar la vida en prisión".

El padre de Breivik, residente en Francia y quien afirma que hace 15 años que no tiene contacto con el asesino, aseguró a una televisión noruega que lo que tenía que haber hecho su hijo después de la masacre "era suicidarse" .

A las puertas de la "Tinghus" -Casa de la Justicia- centenares de periodistas de medio mundo esperaban ayer a saber si el Tribunal permitía o no que asistieran a la comparecencia de Breivik.

Al final fue que no, pero los periodistas pudieron circular por el edificio sin siquiera pasar un control de seguridad o un chequeo de sus carnets de prensa o pasaportes. Los policías, tranquilos, dejaban hacer. Es sólo un ejemplo del modelo de "sociedad abierta" que promueve y defiende Noruega, una sociedad en la que cualquiera puede acercarse hasta el despacho de un juez o de un ministro.

Los servicios de seguridad europeos están desde el fin de semana aumentando sus niveles de alerta. Temen atentados similares provenientes de grupos de extrema derecha o de algún fanático que intente imitar a Breivik.

Europa empieza a moverse para dar una respuesta política a la masacre.

El presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, pidió ayer la movilización de los dirigentes de la Unión Europea (UE) contra el fanatismo y la xenofobia y sugirió la idea de una cumbre europea en Oslo para hacer "un acto de reafirmación democrática".

La Red Europa contra el Racismo pidió a los dirigentes de la UE que consideren esta matanza como una "urgente llamada de atención" por el auge de los movimientos ultraderechistas en Europa.

La imagen de la actuación de la policía sigue en picada luego que un portavoz policial reconociera que llegaron tarde a la isla de Utoya por no disponer de un helicóptero ni de un barco con la capacidad para transportar al personal y al equipo necesarios para actuar en casos como este.