Traducido por el equipo de sott.net

En 2007, publiqué Darwin Day in America, una historia crítica del darwinismo social en Estados Unidos y, más ampliamente, una exploración del abuso de la ciencia en la política pública estadounidense en el último siglo y medio. En 2015, escribí un nuevo capítulo para la edición de bolsillo, destacando una tendencia preocupante
vaccine
Lo advertí:
Nuestra cultura está siendo testigo del ascenso de lo que podría llamarse ciencia totalitaria: una ciencia tan totalitarista en su perspectiva que sus defensores reclaman el derecho a rehacer todas las esferas de la vida humana, desde las políticas públicas y la educación hasta la ética y la religión.

Págs. 385-386
Hay predicciones que uno no quiere que se conviertan en realidad. Desgraciadamente, en mi opinión, hemos ido bastante lejos en el camino hacia la ciencia totalitaria durante los últimos dos años.

Entiendo que algunos lectores puedan encontrar esta afirmación ofensiva. Tenemos muchos puntos de vista diferentes sobre la Covid-19 y las políticas públicas diseñadas para combatirla. Nuestras opiniones se ven afectadas tanto por nuestra comprensión de los hechos como por nuestras propias experiencias. Si un ser querido ha muerto por Covid-19, esa tragedia afectará a su visión de la pandemia. Si usted o un ser querido ha resultado herido por la vacuna Covid-19, esa experiencia también le influirá. Si su pequeño negocio o trabajo no han sobrevivido a la pandemia, lo mismo. Debido a los costes profundamente personales de la pandemia, puede ser doloroso entablar un debate sincero sobre los cambios que las políticas de la Covid-19 han provocado en nuestra sociedad.

Sin embargo, ese debate debería haberse producido hace tiempo. Evolution News and Science Today se centra principalmente en los debates científicos, filosóficos y metafísicos sobre la evolución darwiniana y el diseño inteligente. Pero desde el principio, el impacto del "cientificismo" en la política pública, la libertad de expresión y la dignidad humana ha sido también fundamental para nuestra misión. Durante los últimos dos años, nos hemos abstenido de entrar en los debates sobre la Covid-19. En parte porque era difícil intervenir en ellos cuando los hechos eran tan poco claros. Pero también porque el tema era muy polarizante.

Ahora, después de dos años, los hechos son cada vez más claros, al igual que las trascendentales consecuencias de la pandemia para nuestra cultura. Esas consecuencias son tan graves que no pueden ser ignoradas. Por eso, a partir de ahora, pueden esperar una mayor cobertura en Evolution News de los desafíos sociales planteados por el cientificismo durante la era covid. En este artículo, permítanme destacar sólo tres.

1. La peligrosa expansión del poder gubernamental en nombre de la ciencia

La Covid-19 se ha utilizado como fundamento para una extraordinaria expansión del poder gubernamental en nombre de la ciencia: largos "cierres" de empresas e iglesias, mandatos de vacunación, discriminación impuesta por el gobierno contra las personas en función de sus opciones médicas, censura fomentada por el gobierno de las opiniones científicas disidentes y mucho más. Tal vez usted apoye algunas de estas políticas como necesarias. Tal vez no. Pero incluso si apoya todas y cada una de las políticas adoptadas, debería preocuparse por cómo se han impuesto. Casi ninguna de las políticas fue promulgada por los órganos legislativos tras un debate público abierto. Casi todas las políticas fueron promulgadas unilateralmente por funcionarios del poder ejecutivo haciendo valer sus poderes de emergencia o por funcionarios de salud pública no elegidos e inmunes a la responsabilidad pública.

La covid ha mostrado a los funcionarios del gobierno cómo burlar el sistema normal de controles y equilibrios. Sólo tienen que invocar la "ciencia" y declarar una emergencia, y luego ampliar sus órdenes de emergencia una y otra vez. Cualquiera que se atreva a desafiar las órdenes de emergencia será estigmatizado como "anticiencia", o se le dirá que no es un científico, por lo que no tiene derecho a ser escuchado. Independientemente de la opinión que se tenga sobre las políticas específicas anticovid, la elaboración de políticas durante la pandemia ha sentado un terrible precedente para el futuro.

El genio del poder gubernamental irresponsable en nombre de la ciencia ha salido de la botella. ¿Seremos capaces de volver a meterlo?

2. El dramático aumento de la censura en nombre de la ciencia

La era covid también ha visto un aumento dramático de la censura en nombre de la ciencia. Ahora se nos dice continuamente que hay que detener la "falsa información" o la "desinformación". Ninguna persona decente está a favor de la difusión de "información falsa". Pero, ¿quién puede juzgar lo que constituye "información falsa"? Los que advierten de la "información falsa" parecen dar por sentado que las élites existentes siempre tienen razón y, por tanto, deben encargarse de determinar lo que es verdadero o falso. Pero cualquiera que conozca la historia de la ciencia o del gobierno sabe que esta afirmación no se sostiene. Ni los científicos de élite ni los funcionarios del gobierno tienen el monopolio de la verdad. La verdad suele surgir de los disidentes. Por eso tenemos la libertad de expresión en primer lugar.

También se nos dice que permitir la libertad de expresión en relación a la covid y sus políticas relacionadas es demasiado peligroso. Pero la afirmación de que la expresión es demasiado peligrosa para permitirse es siempre el argumento de los totalitarios. Si se salieran con la suya, no tendríamos libertad de expresión sobre nada.

Sí, hay información falsa en los debates públicos sobre la covid y muchos otros temas. Parte de ella proviene de partes privadas. Otra parte proviene de funcionarios del gobierno. Pero la forma de combatir esa información falsa es añadiendo voces, no suprimiéndolas. Como escribió John Milton en su famosa defensa de la libertad de expresión, nos equivocamos al restringir la libertad de expresión porque "dudamos" de la fuerza de la verdad en el debate abierto. "Dejad que ella [la verdad] y la falsedad luchen; ¿quién ha visto a la verdad en apuros en un combate libre y abierto?"

Desgraciadamente, en lugar de defender la libertad de expresión, estamos asistiendo a un aumento de las demandas de censura del discurso desfavorable en nombre de la ciencia. Ya se han esgrimido antes argumentos a favor de la censura de la ciencia sobre la evolución darwiniana y el cambio climático. Pero la Covid-19 ha elevado la presión para la supresión a un nivel completamente nuevo. El Presidente y el Cirujano General están ahora presionando activamente a los periodistas y a las empresas tecnológicas para que censuren los mensajes desfavorables para el gobierno. La NPR (Radio Pública Nacional), financiada por los contribuyentes, no ha hecho más que instar a las juntas de concesión médica a que retiren las licencias médicas a los médicos que ofrezcan opiniones discrepantes sobre la covid y sus tratamientos. Según el Washington Post, el antiguo director de los NIH (Institutos Nacionales de Salud), Francis Collins, cree que debemos "identificar a quienes difundan información falsa en Internet a propósito y llevarlos ante la justicia". El director ejecutivo de Pfizer ha tachado de "criminales" a los que hacen circular críticas a las vacunas de su empresa, "porque han costado literalmente millones de vidas". Criminales. Y a los criminales hay que castigarlos, ¿no? En consecuencia, un legislador del estado de Nueva York ha propuesto un proyecto de ley que, según él, "obligará a las empresas de medios sociales a rendir cuentas por los peligros que promuevan" al permitir que la gente exprese "desinformación" como "falsedades antivacunas". El proyecto de ley autorizaría tanto al gobierno como a las partes privadas a solicitar órdenes judiciales y daños y perjuicios contra los infractores. En palabras del profesor de derecho Jonathan Turley, "la legislación neoyorquina destriparía la libertad de expresión al crear sanciones penales para las opiniones consideradas 'falsas', a pesar de los continuos debates sobre cuestiones como la eficacia de las mascarillas o los protocolos de vacunación".

En los debates actuales se ha perdido el hecho de que gran parte de la llamada "información falsa" que se pretende suprimir representa en realidad legítimas diferencias de opinión entre científicos y expertos en política. Otras formas de la llamada "información falsa" son en realidad hechos reales que los responsables preferirían no verse obligados a abordar.

Por ejemplo, es un hecho, no una ficción, que el Sistema de Notificación de Reacciones Adversas a las Vacunas (VAERS) del gobierno ha tenido más informes de reacciones adversas para las vacunas Covid-19 que para cualquier otra vacuna desde que VAERS comenzó a recopilar datos en 1990. De hecho, a mediados de enero, el 55% de todas las reacciones adversas, el 59% de todas las hospitalizaciones y el 71% de todas las muertes notificadas al VAERS se deben a las vacunas Covid-19. El significado de estos datos está sujeto a legítimas diferencias de opinión. Pero el hecho de que los datos existen es incuestionable. Sin embargo, si uno pasa mucho tiempo discutiendo sobre el VAERS en las redes sociales o en YouTube, es probable que sea vetado.

El British Medical Journal (BMJ) es una de las revistas médicas más antiguas del mundo, publicada por la Asociación Médica Británica. Eso no impidió a Facebook limitar la capacidad de sus usuarios para compartir un artículo de la revista médica el pasado otoño debido a una controvertida "comprobación de hechos". El artículo ofensivo, que fue revisado por pares, planteaba preguntas sobre "las malas prácticas de investigación de ensayos clínicos en... una empresa de investigación por contrato que ayudó a llevar a cabo el principal ensayo de la vacuna Covid-19 de Pfizer". El BMJ ha intentado apelar la censura de Facebook, hasta ahora sin éxito. ¿Está Facebook luchando contra la "información falsa" o simplemente suprimiendo las críticas legítimas a las grandes farmacéuticas?

La cosa se pone peor. Las empresas tecnológicas están bloqueando el acceso de los ciudadanos a las declaraciones y deliberaciones de sus funcionarios electos sobre ciencia y política pública. Los funcionarios públicos están siendo vetados o suspendidos por Twitter o Facebook por expresar sus opiniones. En un caso especialmente notorio, las audiencias y los paneles de expertos convocados por el senador estadounidense Ron Johnson, de Wisconsin, han sido censurados repetidamente por YouTube porque en ellos participaban científicos y expertos que ofrecieron críticas fundamentadas a las actuales políticas covid.

En realidad, la actual campaña para eliminar la "información falsa" científica es un caballo de Troya. El verdadero objetivo parece ser la eliminación de las opiniones y análisis científicos discrepantes, sin importar lo bien fundamentados que estén.

3. La deshumanización masiva en nombre de la ciencia

El tercer desafío que la era covid plantea a las sociedades civilizadas es la deshumanización en nombre de la ciencia. La cuestión aquí no es si usted está a favor de las vacunas covid o cree que son eficaces o morales. La cuestión es cómo tratamos a personas sinceras y decentes que toman decisiones médicas diferentes a las nuestras. Tras los abusos de la ciencia médica en la Alemania nazi y en Estados Unidos, se desarrolló un fuerte apoyo al derecho de una persona a determinar qué tratamientos médicos recibe. Se consideraba un derecho humano fundamental. En menos de dos años, la pandemia covid ha hecho desaparecer ese consenso cultural.

Como resultado, estamos asistiendo a una campaña masiva para deshumanizar a toda una clase de personas debido a sus elecciones médicas. Los conciudadanos que deciden no vacunarse son tildados de "narcisistas", "abusadores de niños" y "parásitos". Se les acusa de "matar a sus conciudadanos". Se les denuncia como personas "peligrosas" que "provienen de los sectores más pobres o menos educados de la sociedad". Se les describe como "sanguijuelas que se aprovechan de la participación de todos los demás para hacer de Estados Unidos un país sano y seguro". Un juez federal en ejercicio ha declarado que "la gran mayoría de los adultos no vacunados" son (elija usted) "desinformados e irracionales" o "egoístas y antipatrióticos". Un miembro de una famosa banda de rock los ha calificado de "enemigos" de la sociedad con una "idea delirante y malvada". El Primer Ministro de Canadá les ha llamado "misóginos y racistas". Un periódico de Nueva York se burla de ellos por su bajo coeficiente intelectual. La gobernadora republicana de Alabama insta a que "es hora de empezar a culpar a los no vacunados", acusándolos de abrazar "un estilo de vida horrible". Un antiguo redactor de discursos de George W. Bush ha comparado a los no vacunados con el cáncer, llamándolos "la minoría maligna". El presidente de Francia afirma que los no vacunados ni siquiera son ciudadanos.

Este tipo de exclusión en nombre de la ciencia es repugnante. El análogo más cercano que puedo encontrar a algo así se remonta al movimiento de eugenesia darwinista social de principios del siglo XX, donde eugenistas como Margaret Sanger lograron invocar la ciencia para esterilizar a personas a las que etiquetaron de manera similar como "parásitos", "sanguijuelas", "crecimientos cancerosos" y más (ver las páginas 139-140 de Darwin Day in America).

Lamentablemente, demasiados líderes religiosos han guardado silencio sobre la actual demonización, o peor aún, han sido cómplices. Francis Collins, el científico cristiano evangélico más destacado del país, ha avivado las llamas del odio contra los no vacunados. El comentarista político evangélico David French ha arremetido contra los cristianos no vacunados por adoptar opiniones "extremas y peligrosas" y por tener "un corazón endurecido" en el que "la razón y la virtud tienen dificultades para penetrar".

Este tipo de retórica contra los demás tiene crueles consecuencias en el mundo real. Las personas no vacunadas están perdiendo sus trabajos y sus medios de vida, a menudo por decreto del gobierno. Se les niega la prestación por desempleo, prestación que pagaban con sus impuestos sobre la nómina. Los médicos han anunciado que no atenderán a los no vacunados, y a los pacientes no vacunados se les niegan trasplantes de órganos que salvan vidas. A los no vacunados se les niega el acceso a licencias de matrimonio. Los jueces han intentado negar los derechos de visita a los hijos a padres no vacunados. En muchas jurisdicciones, a las personas sanas no vacunadas se les prohíbe el acceso a tiendas, teatros y eventos deportivos. En Canadá, una provincia incluso autorizó a las tiendas de comestibles a prohibir la entrada a los no vacunados, y sólo cedió tras una reacción masiva. Reflexione por un momento sobre el tipo de mentalidad que debe tener alguien para autorizar la negación del acceso a los alimentos.

Pero aparentemente la actual degradación de los no vacunados no es suficiente. El consejo editorial del Salt Lake City Tribune opinó recientemente que el gobierno debería "desplegar la Guardia Nacional para garantizar que las personas sin prueba de vacunación no fueran autorizadas, bueno, en ningún lugar".

En Quebec, una tertulia televisiva presentaba a niños que promovían más autoritarismo. "¿Qué deberíamos hacer con la gente que no quiere la vacuna?", preguntaba el presentador a los niños. "¡Deberíamos llamar a la policía!", decía uno. "Si no se vacunan, puede haber mucha gente en peligro", contestaba una niña, y añadía que "deberíamos cortarles todo [a los no vacunados], poco a poco, hasta que se sometan y se vacunen".

Según una encuesta de principios de este mes en todo el país, muchos votantes afiliados a uno de los principales partidos políticos de Estados Unidos han abandonado prácticamente su apoyo a las libertades civiles en la era covid. Casi el 60 por ciento "estaría a favor de una política gubernamental que exigiera que los ciudadanos permanecieran confinados en sus casas en todo momento, salvo en caso de emergencia, si se negaran a ponerse la vacuna Covid-19". Casi el 50 por ciento "cree que los gobiernos federales y estatales deberían poder multar o encarcelar a las personas que cuestionen públicamente la eficacia de las vacunas Covid-19 existentes en las redes sociales, la televisión, la radio o las publicaciones en línea o digitales". Casi la misma cantidad "está a favor de que los gobiernos exijan a los ciudadanos vivir temporalmente en instalaciones o lugares designados si se niegan a ponerse la vacuna Covid-19".

Con la civilización en crisis, esto es lo que puede hacer

Estas medidas represivas se justifican en nombre de "la ciencia". Pero, ¿se basan realmente en la ciencia?

Considere el hecho incontrovertido de que millones de estadounidenses no vacunados ya han contraído la Covid-19. Según una investigación que acaban de publicar los Centros de Control de Enfermedades, las personas no vacunadas que ya han tenido Covid-19 tienen tres veces menos probabilidades de contraer covid que las personas vacunadas que no la han tenido. Así es, los individuos no vacunados que han tenido covid están mucho más protegidos que los individuos vacunados que no la han tenido. Por tanto, no hay absolutamente ninguna base científica para castigar o segregar a los millones de no vacunados que ya han tenido covid. Sin embargo, las políticas punitivas dirigidas a los estadounidenses no vacunados no distinguen entre los que han tenido o no covid, y los defensores de tales políticas ni siquiera intentan explicar por qué.

No se equivoque. Nuestra civilización está en crisis ahora mismo, una crisis ligada a una visión abusiva de la ciencia. La forma en que respondamos afectará a las vidas de nuestros hijos y de los hijos de nuestros hijos. Este no es un consejo de desesperación. Es una llamada a la acción. Como dijo Ronald Reagan en su primer discurso inaugural: "No creo en un destino que caerá sobre nosotros hagamos lo que hagamos. Sí creo en un destino que caerá sobre nosotros si no hacemos nada".

Entonces, ¿qué puede hacer usted?

Cuando oiga a un amigo o colega demonizar a otros por no estar vacunados, llámele la atención por su deshumanización de los demás.

Cuando escuche a personas que defiendan la supresión de la "información errónea" en nombre de la ciencia, defienda la libertad de expresión y comparta alguna información científica verdadera que esté siendo suprimida.

Cuando los funcionarios del gobierno local impulsen medidas cada vez más represivas, hágales saber que se opone firmemente a esas medidas y por qué.

Y manténgase informado leyendo Evolution News para obtener más noticias y análisis sobre los desafíos del cientificismo en nuestra cultura.
El Dr. John G. West es vicepresidente del Discovery Institute, con sede en Seattle, y director del Centro de Ciencia y Cultura del Instituto. Antiguo presidente del Departamento de Ciencias Políticas y Geografía de la Seattle Pacific University, West es un galardonado autor y director de documentales que ha escrito o editado 12 libros, entre ellos Darwin Day in America: How Our Politics and Culture Have Been Dehumanized in the Name of Science, The Magician's Twin: C. S. Lewis on Science, Scientism, and Society, y Walt Disney and Live Action: The Disney Studio's Live-Action Features of the 1950s and 60s. Entre sus documentales se encuentran Fire-Maker, Revolutionary, The War on Humans y (más recientemente) Human Zoos. West es doctor en Gobierno por la Claremont Graduate University y ha sido entrevistado por medios de comunicación como CNN, Fox News, Reuters, la revista Time, The New York Times, USA Today y The Washington Post.