Este grano, pariente de los cereales, tiene un alto valor nutritivo y carece de gluten, por lo que resulta apto para celíacos. Es de fácil cultivo en cualquier clima.

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© DesconocidoDe alta gama. Ideal en anemias y desnutrición, el amaranto es un alimento rico en hierro, proteínas, vitaminas y minerales; a tener en cuenta en la osteoporosis, ya que contiene calcio y magnesio.
El amaranto promete ocupar un lugar cada vez más protagónico en la dieta de los argentinos, ya que su grano tiene un alto valor proteico y como cultivo cuenta con una gran plasticidad agroecológica, informaron investigadores del INTA.

El informe de los técnicos del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) reveló que "la especie representa una alternativa tanto para la agricultura familiar como para el pequeño y mediano productor porque no requiere de maquinaria específica y se adapta a distintos tipos de suelos y climas". "Es la estrella junto a la quinoa y la chía -cereales andinos-, ya que hoy junto a estas, se lo puede ver incluido en propuestas gourmet, y en las dietéticas, en forma de harinas o galletitas", dijo a Télam Luis Jacquelin, responsable del campo experimental de INTA-Pergamino.

"Parece ser una verdadera promesa a futuro y un importante aporte para la seguridad alimentaria", agregó el experto. En ese sentido, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) confirmaron que "sobre un valor proteico ideal de 100, el grano de amaranto alcanza 75; la soja 68, el trigo 60 y el maíz 44".

Con amaranto se pueden preparan papillas para el bebé, mazapanes, galletas, facturas, postres, etc, y combinado con otros granos se logran alimentos de alto contenido nutritivo y gustativo, especialmente destinado a los niños.

Jacquelin señaló que "el amaranto tiene elevados niveles de aminoácidos esenciales, calcio, hierro y fósforo, que superan a los cereales tradicionales y por la ausencia de gluten en su composición es ideal para la población celíaca".

El objetivo del trabajo en el INTA fue evaluar el comportamiento del cultivo en el área de influencia de Pergamino, ajustar las prácticas de manejo de malezas, plagas y enfermedades, y ajustar el momento de la cosecha y la regulación de la trilladora.

Se realizó en el "Campo Experimental" desde el 25 de noviembre de 2009, cuando se implantó el amaranto, hasta el 7 de abril del año siguiente, en que se lo cosechó, con un importante rendimiento (8,3 quintales).

Antes de la experiencia de Pergamino, Guillermo Peiretti, de la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la Universidad Nacional de Río Cuarto, Córdoba, ya había desarrollado ensayos de adaptación del amaranto al que se consideró como un grano "redescubierto".

"Esa experiencia nos motivó a iniciar el estudio aquí, en plena pampa húmeda", sostuvo Jacquelin, quien confirmó la "amplia plasticidad" del cultivo, como una de sus más importantes potencialidades. La especie es estival y por su amplia plasticidad agroecológica, se adapta a variadas condiciones de clima y suelo.

Pertenece a la familia botánica "quenopodiáceas", es un pariente cercano del yuyo colorado (Amaranthus quitensis), maleza presente en cultivos de maíz y soja y se cultiva en América desde hace más de siete mil años, constituyendo con el maíz y la quinoa, la dieta básica de mayas, incas y aztecas. Fue considerado por la OMS como uno de los alimentos recomendados para el futuro, y la NASA lo incluye como parte de la dieta para un futuro lejano.