Traducido por el equipo de sott.net

El Sudeste Asiático está en el centro de las relaciones internacionales durante toda una semana, con tres cumbres consecutivas: La cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) en Phnom Penh, la del Grupo de los Veinte (G20) en Bali y la del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) en Bangkok.
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Dieciocho naciones que representan aproximadamente la mitad de la economía mundial estuvieron representadas en persona en la primera cumbre de la ASEAN desde la pandemia de Covid-19 en Camboya: los 10 de la ASEAN, Japón, Corea del Sur, China, India, Estados Unidos, Rusia, Australia y Nueva Zelanda.

Con la cortesía asiática característica, el presidente de la cumbre, el primer ministro camboyano Hun Sen (o "colombiano", según el llamado "líder del mundo libre"), dijo que la reunión plenaria fue algo acalorada, pero que el ambiente no era tenso: "Los líderes hablaron de forma madura, nadie se fue".

Correspondió al ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, expresar lo que era realmente significativo al final de la cumbre.

Al tiempo que elogiaba la "estructura inclusiva, abierta e igualitaria de seguridad y cooperación en la ASEAN", Lavrov subrayó cómo Europa y la OTAN "quieren militarizar la región para frenar los intereses de Rusia y China en el Indo-Pacífico".

Una manifestación de esta política es cómo "AUKUS apunta abiertamente a la confrontación en el Mar de China Meridional", dijo.

Lavrov también subrayó cómo Occidente, a través de la alianza militar de la OTAN, está aceptando a la ASEAN "sólo nominalmente" mientras promueve una agenda completamente "poco clara".

Lo que sí está claro es cómo la OTAN "se ha acercado a las fronteras rusas en varias ocasiones y ahora ha declarado en la cumbre de Madrid que ha asumido una responsabilidad global".

Esto nos lleva al remate: "La OTAN está trasladando su línea de defensa al Mar del Sur de China". Y, añadió Lavrov, Pekín sostiene la misma valoración.

He aquí, sucintamente, el "secreto" a voces de nuestra actual incandescencia geopolítica. La prioridad número uno de Washington es la contención de China. Eso implica bloquear el acercamiento de la UE a los principales impulsores de Eurasia (China, Rusia e Irán), comprometidos en la construcción del mayor entorno de libre comercio y conectividad del mundo.

Sumándose a la guerra híbrida de décadas contra Irán, el armamento infinito del agujero negro ucraniano encaja en las etapas iniciales de la batalla.

Para el Imperio, Irán no puede beneficiarse de convertirse en un proveedor de energía barata y de calidad para la UE. Y paralelamente, Rusia debe ser aislada de la UE. El siguiente paso es obligar a la UE a aislarse de China.

Todo eso encaja en los más descabellados sueños húmedos straussianos y neocón: para atacar a China, envalentonando a Taiwán, primero hay que debilitar a Rusia, mediante la instrumentalización (y destrucción) de Ucrania.

Y a lo largo de todo el escenario, Europa simplemente no tiene capacidad.

Putin, Raeisi y la pista de Erdogan

La vida real en los nodos clave de Eurasia revela una imagen completamente diferente. Por ejemplo, la relajada reunión en Teherán entre el máximo responsable de seguridad de Rusia, Nikolái Pátrushev, y su homólogo iraní, Ali Shamkhani, la semana pasada.

No sólo hablaron de asuntos de seguridad sino también de negocios serios, como el comercio turboalimentado.

La Compañía Nacional de Petróleo de Irán (NIOC) firmará el próximo mes un acuerdo de 40.000 millones de dólares con Gazprom, que elude las sanciones de EEUU e incluye el desarrollo de dos campos de gas y seis de petróleo, intercambios de gas natural y productos petrolíferos, proyectos de GNL y la construcción de gasoductos.

Inmediatamente después de la reunión Patrushev-Shamkhani, el Presidente Putin llamó al Presidente Ebrahim Raeisi para mantener la "interacción en política, comercio y economía, incluyendo el transporte y la logística", según el Kremlin.

Al parecer, el presidente iraní se mostró más que "satisfecho" por el "fortalecimiento" de los lazos entre Moscú y Teherán.

Pátrushev apoyó inequívocamente a Teherán en la última aventura de la revolución de colores perpetrada en el marco de la interminable guerra híbrida del Imperio.

Irán y la UEE (Unión Económica Euroasiática) están negociando un acuerdo de libre comercio (FTA) en paralelo a los acuerdos de intercambio con el petróleo ruso. Pronto, el SWIFT podría ser completamente obviado. Todo el Sur Global está observando.

Simultáneamente a la llamada telefónica de Putin, el turco Recep Tayyip Erdogan (que lleva a cabo su propia actividad diplomática y acaba de regresar de una cumbre de naciones turcas en Samarcanda) subrayó que EEUU y el Occidente colectivo están atacando a Rusia "casi sin límites".

Erdogan dejó claro que Rusia es un Estado "poderoso" y elogió su "gran resistencia".

La respuesta llegó exactamente 24 horas después. La inteligencia turca fue al grano, señalando que el atentado terrorista en la siempre concurrida calle peatonal Istiklal de Estambul fue diseñado en Kobane, en el norte de Siria, que responde esencialmente a EEUU.

Esto constituye un acto de guerra de facto y puede desencadenar graves consecuencias, incluida una profunda revisión de la presencia de Turquía dentro de la OTAN.

La estrategia multidireccional de Irán

Una alianza estratégica Rusia-Irán se manifiesta prácticamente como una inevitabilidad histórica. Recuerda la época en que la antigua URSS ayudó militarmente a Irán a través de Corea del Norte, tras un bloqueo impuesto por EEUU y Europa.

Putin y Raeisi lo están llevando al siguiente nivel. Moscú y Teherán están desarrollando una estrategia conjunta para derrotar la militarización de las sanciones por parte del Occidente colectivo.

Irán, después de todo, tiene un historial absolutamente estelar de hacer añicos las variantes de "máxima presión". Además, ahora está vinculado a un paraguas nuclear estratégico ofrecido por los "RIC" del BRICS (Rusia, India, China).

Así pues, Teherán puede planear ahora desarrollar su enorme potencial económico en el marco de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), la Organización de Cooperación de Shangái (OCS), el Corredor Internacional del Transporte Norte-Sur (INSTC), la Unión Económica Euroasiática (UEE) y la Gran Asociación de Eurasia dirigida por Rusia.

El juego de Moscú es pura sofisticación: participar en una alianza estratégica petrolera de alto nivel con Arabia Saudí mientras profundiza su asociación estratégica con Irán.

Inmediatamente después de la visita de Pátrushev, Teherán anunció el desarrollo de un misil balístico hipersónico de fabricación propia, bastante similar al KH-47 M2 Khinzal ruso.

Y la otra noticia importante fue la relativa a la conectividad: la finalización de parte de un ferrocarril desde el estratégico puerto de Chabahar hasta la frontera con Turkmenistán. Esto significa una inminente conectividad ferroviaria directa con las esferas de Asia Central, Rusia y China.

Añádase a ello el papel predominante de la OPEP+, el desarrollo de los BRICS+ y el impulso paneurásico para fijar los precios del comercio, los seguros, la seguridad, las inversiones en el rublo, el yuan, el rial, etc.

También está el hecho de que a Teherán le importa poco la interminable dilación colectiva de Occidente sobre el Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA), comúnmente conocido como acuerdo nuclear con Irán: lo que realmente importa ahora es la profundización de la relación con los "RIC" del BRICS.

Teherán se negó a firmar en Viena un proyecto de acuerdo nuclear manipulado por la UE. Bruselas se enfureció; ningún petróleo iraní "salvará" a Europa, sustituyendo al ruso en virtud de un límite absurdo que se impondrá el mes que viene. Y Washington se enfureció porque apostaba por las tensiones internas para dividir a la OPEP.

Teniendo en cuenta todo lo anterior, no es de extrañar que el "lugar de laboratorio de ideas" estadounidense se comporte como una corral de pollos sin cabeza.

La cola para entrar en los BRICS

Durante la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) celebrada en Samarcanda el pasado mes de septiembre, ya fue tácito para todos los actores cómo el Imperio está canibalizando a sus aliados más cercanos.

Y cómo, al mismo tiempo, la cada vez más reducida esfera de la OTAN se está volviendo hacia dentro, centrándose en el enemigo interior, acorralando implacablemente a los ciudadanos medios para que marchen al unísono detrás de la conformidad total con una guerra de dos frentes, híbrida y de otro tipo, contra los competidores imperiales Rusia y China.

Ahora compárese con el presidente chino Xi Jinping en Samarcanda, presentando a China y a Rusia, juntas, como las principales "potencias mundiales responsables" empeñadas en asegurar el surgimiento de la multipolaridad.

En Samarcanda también se reafirmó la asociación política estratégica entre Rusia e India (el primer ministro indio Narendra Modi la calificó de amistad inquebrantable).

Así lo corroboró la reunión entre Lavrov y su homólogo indio Subrahmanyam Jaishankar la semana pasada en Moscú.

Lavrov elogió la asociación estratégica en todos los ámbitos cruciales: política, comercio y economía, inversiones y tecnología, así como las "acciones estrechamente coordinadas" en el Consejo de Seguridad de la ONU, los BRICS, la OCS y el G20.

En cuanto a los BRICS, Lavrov confirmó que "más de una docena de países" están haciendo cola para ingresar, incluido Irán: "Esperamos que el trabajo de coordinación de los criterios y principios que deben sustentar la expansión de los BRICS no lleve mucho tiempo".

Pero antes, los cinco miembros tienen que analizar las repercusiones de un BRICS+ ampliado.

Una vez más: el contraste. ¿Cuál es la "respuesta" de la UE a estos acontecimientos? Presentar otro paquete de sanciones contra Irán, dirigido a funcionarios y entidades "relacionadas con asuntos de seguridad", así como a empresas, por su supuesta "violencia y represión".

La "diplomacia", al estilo del Occidente colectivo, apenas se registra como intimidación.

Volviendo a la economía real, como en el frente del gas, los intereses nacionales de Rusia, Irán y Turquía están cada vez más entrelazados; y eso está destinado a influir en los acontecimientos en Siria, Irak y Libia, y será un factor clave para facilitar la reelección de Erdogan el próximo año.

Tal y como están las cosas, Riad ha realizado, a efectos prácticos, una asombrosa maniobra de 180 grados contra Washington a través de la OPEP+. Esto puede significar, incluso de forma retorcida, el inicio de un proceso de unificación de los intereses árabes, guiado por Moscú.

Cosas más extrañas han sucedido en la historia moderna. Ahora parece ser el momento en que el mundo árabe esté por fin preparado para unirse a la Cuadrilateral que realmente importa: Rusia, India, China e Irán.