Traducido por el equipo de SOTT.net

Karl Richter afirma que Ucrania se enfrenta a un final inminente debido al dominio de Rusia en el conflicto en curso, al débil apoyo militar y económico de Occidente y al propio nacionalismo ucraniano, citando predicciones de varios expertos militares occidentales y vaticinando que los gobiernos occidentales pronto tendrán que justificar el absoluto fracaso de su política sobre Ucrania.
russia military officers
© DOD Photo / AlamyGuardia de honor militar rusa.
Las caras de los partidarios de Ucrania se están alargando visiblemente. De hecho, ahora las cosas se están poniendo interesantes. En los próximos meses, la mentira central de la política occidental estallará: Ucrania está llegando a un final. Ni los miles de millones de dólares invertidos en el atolladero de Kiev, ni un puñado de tanques de combate occidentales, si es que alguna vez llegan, cambiarán mucho las cosas. Rusia lleva las riendas y dispone de todos los medios de escalada, mientras que Occidente está en las últimas económica, militar y no digamos moralmente.

Al menos cuatro expertos militares occidentales que saben algo de su oficio han contradicho la información dominante en las últimas semanas y predicen ahora las semanas decisivas para la supervivencia de Ucrania. Entre ellos se encuentra el coronel austriaco Markus Reisner, simpatizante convencido de Ucrania. En uno de sus últimos análisis, Reisner señala los considerables recursos rusos y tiene que reconocer: "Ucrania podría ganar varios asaltos, pero aún no ha habido knock-out". El bando ruso, señala, dispone todavía de reservas de al menos diez millones de proyectiles de artillería, a los que hay que añadir 3,4 millones de proyectiles nuevos producidos cada año. Así que están en condiciones de luchar en esta guerra por aún más tiempo", mientras que las cosas se ponen cada vez más difíciles para Kiev.

Erich Vad, exgeneral de brigada y exasesor de política militar de la canciller alemana Angela Merkel, es más explícito. Él ve a Rusia "en claro avance" y está de acuerdo con el Jefe del Estado Mayor de Estados Unidos (!), Mark Milley, "en que no cabe esperar una victoria militar de Ucrania". Sin embargo, está sorprendido por la amplia "sincronización de los medios de comunicación, como nunca he experimentado en la República Federal de Alemania. Esto es puro opinionismo". Uno se pregunta, sin embargo, en qué mundo ha vivido el honorable exgeneral en las últimas décadas.

El cuarto miembro del grupo es el exasesor del Pentágono y excoronel estadounidense Douglas Macgregor. En varias entrevistas recientes (incluidas las del portal independiente estadounidense Redacted), no sólo habla de las inmensas pérdidas de los ucranianos -en algunos casos de hasta el 70% de los efectivos originales del batallón-, sino también de la represión desenfrenada del servicio de inteligencia nacional ucraniano SBU contra su propia población, señal inequívoca de que el fin está cerca. Si los dirigentes de Kiev no acceden pronto a negociar, no quedará de Ucrania más que un Estado residual al oeste del Dniéper, afirma Macgregor. No quiere descartar la posibilidad de un movimiento golpista contra la junta de Kiev en vista de las terribles pérdidas en el frente; si no, Moscú mismo se vería obligado a terminar el "trabajo" y acabar con el régimen de Zelenski. Un nuevo gobierno ucraniano probablemente sería lo suficientemente sensato como para entablar negociaciones de paz. En el mejor de los casos, Rusia también habría logrado por consiguiente su objetivo bélico de "desnazificar" Ucrania.

Incluso un periódico de gran tirada como el diario alemán Die Welt tuvo que admitir recientemente (31 de enero) que, en un futuro previsible, Rusia saldrá del conflicto como la vencedora, no sólo militarmente, sino también políticamente: mientras que Ucrania no logrará ninguno de sus objetivos, desde luego no la reconquista de Crimea, Rusia impondrá, en el curso de un inevitable acuerdo negociado, que la pertenencia de Ucrania a la OTAN "quede excluida en un futuro previsible" - Moscú no exigió nada más antes de que comenzara la guerra hace casi un año. Y: "El resultado será una Ucrania amputada".

Uno ya puede esperar a ver cómo pronto explicarán los regímenes occidentales a sus poblaciones el rotundo fracaso de su política respecto a Ucrania. Ni Ucrania habrá ganado ni Rusia estará "arruinada", lo que la ministra alemana de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock, ha afirmado erróneamente que es el objetivo de la política del gobierno alemán. Cuando Ucrania llegue a su fin, los regímenes occidentales no sólo habrán hundido gigantescas sumas de miles de millones en Kiev, sino que también habrán envenenado permanentemente las relaciones con Rusia, destruido su propio suministro energético y desarmado con éxito a sus propias fuerzas armadas. Este es verdaderamente un logro sin precedentes que sólo puede describirse como traición abierta. Les costará caro a los europeos. En tiempos "normales", los responsables tendrían que responder de sus actos. Esta cuenta sigue abierta. El liderazgo actual -no sólo en Alemania- tendrá que ser sustituido sin residuos de todos modos si queremos volver a entablar conversaciones con Rusia aunque sea medianamente sensatas.

Ucrania, tal y como la conocemos, tiene los días contados. Más pronto que tarde, probablemente se hundirá en la insignificancia en forma de un Estado muy disminuido. Su tragedia es que se ha dejado instrumentalizar por Occidente, sobre todo por Washington, de forma casi suicida por objetivos que no son los suyos. La frase de que la administración estadounidense está luchando "hasta el último ucraniano" se ha convertido en una expresión habitual.

Por último, Ucrania se ha convertido en una víctima de su propio nacionalismo. En la época soviética, este se mantenía sólo bajo la superficie de manera improvisada, para ser avivado vigorosamente por las fundaciones estadounidenses poco después de 1991, con un sesgo antirruso desde el principio. Hoy, Ucrania es un pseudo-Estado consumido por el odio nacional, que ya no es viable en su forma actual. Si se quiere aplicar una perspectiva histórica, vienen a la mente las similitudes con Checoslovaquia y Polonia antes de la Segunda Guerra Mundial. Ambos países se mostraron incapaces de congeniar de forma sensata con sus minorías étnicas como consecuencia de su nacionalismo y de la agitación de las potencias occidentales. Kiev está actualmente cosechando las consecuencias de esta política, comparables a las de Checoslovaquia en 1938 y Polonia en 1939.

En lo que respecta a Polonia, sería una ironía particularmente amarga de la historia si Polonia recuperara sus antiguos territorios orientales en Galitzia en el curso del acuerdo de Ucrania. Los preparativos para ello han estado en pleno apogeo durante meses - curiosamente, en pleno acuerdo con el régimen de Kiev. Esto puede investigarse sin mucho esfuerzo. No se puede descartar que Moscú lleve mucho tiempo a bordo entre bastidores. El Kremlin podría ser el que se ría, viendo cómo los nacionalistas polacos y ucranianos se enfrentan en el futuro. Las masacres de Volinia de 1943/44, cuando los ucranianos asesinaron hasta 300.000 campesinos polacos tras las líneas alemanas, no se han olvidado. En un abrir y cerrar de ojos, la UE tendría entre manos otro foco de problemas en el que podría hundir sus miles de millones en el futuro. Todo un logro de madurez.
Karl Richter nació en Múnich en 1962. Tras cumplir su servicio militar, estudió historia, folclore, sánscrito y musicología en la Universidad Ludwig Maximilian de Múnich. De 2014 a 2019 fue director de la oficina de un miembro del Parlamento Europeo; de 2008 a 2020 fue miembro del ayuntamiento de Múnich.