La reserva de agua para consumo humano es la menor en los últimos 12 años, los embalses antes del verano están al 51,2% de su capacidad y la previsión de lluvias es nefasta. El 60% de los cultivos del país está dañado. En Cataluña, que sufre la peor sequía, los ecologistas advierten que la gestión privada del líquido es un problema añadido.
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La situación se debe al hecho de que no llueve en España. El invierno ha resultado ser muy suave, marzo fue anormalmente caluroso y abril, todavía inconcluso, está en vías de serlo. La falta de precipitaciones ha sido la tónica general que ha acompañado esta engañosa bonanza atmosférica y los resultados ya se están dejando sentir en forma de graves daños a las cosechas.

Según datos de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), la principal organización agraria del país, la sequía asfixia ya al 60% del campo español y está produciendo pérdidas irreversibles en más 3,5 millones de hectáreas de cereales de secano.

Las cosechas de trigos y cebadas en Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha, Murcia y las zonas más áridas de Aragón, Cataluña, Castilla y León, se dan por perdidas. La escasez de lluvia también amenaza la producción de miel. La falta de vegetación y floración en los montes impide que las abejas puedan alimentarse y producirla. "Sería la tercera campaña sin cosecha para los apicultores", advirtió la COAG en un comunicado oficial.


En la región de Madrid los datos apuntan pérdidas para el 40% de las cosechas de secano. Por si fuera poco, hay una plaga de conejos que está acabando con los escasos brotes todavía verdes.

Los pronósticos de la Agencia Española de Meteorología (AEMET) no son buenos. Apenas se prevén precipitaciones pluviales en las dos próximas semanas. A finales de abril podría haber un cambio de tendencia en el área del Mediterráneo y el sur de la península, pero, como advierte el organismo climático, la incertidumbre marca estos modelos predictivos. En general, de aquí a julio la AEMET espera un volumen de lluvias "inferior" al habitual para ese periodo del año.

Preocupa el agua embalsada

De acuerdo a las estadísticas del Ministerio para la Transición Ecológica, las reservas hídricas de España se están reduciendo drásticamente. Los embalses están al 51,2% de media en cuanto a su capacidad; es decir, un 15% por debajo del promedio de la última década, por lo que la reserva de agua para consumo humano es la menor en los últimos 12 años. Sólo quedan 28.665 hectómetros cúbicos (hm³).

Precisamente el agua embalsada es la que dota a los sistemas de regadío, de modo que los agricultores temen el inicio de restricciones, como ya ocurre en Cataluña, pues "mermarán con toda seguridad las siembras de verano y harán que muchos agricultores opten por reducir la superficie de maíz, girasol, arroz y algodón", afirman en COAG, cuyo análisis estima una restricción del agua de regadío "de hasta el 80%" en las cuencas mediterráneas de Andalucía.


"Si la semana que viene no llueve, y parece que no va a llover, el canal de Urgell, por ejemplo, acabará su temporada de riego en abril y no en junio, que sería lo normal. A nivel urbano, falta muy poco para que haya serias restricciones", comenta a Sputnik el portavoz de la organización Les Agulles-Ecologistes en Acció, Jaume Grau. "Hay ayuntamientos que están planteando reducir la presión del agua".

Cataluña, la peor parada

La situación de sequía en la zona catalana es extremadamente preocupante; la reserva de los embalses de la región apenas alcanza el 26% de su capacidad, muy por debajo del nivel del año anterior.

Y eso que los años 2021 y 2022 resultaron los más secos de la historia, según los registros del Observatorio Fabra de Barcelona, que inició su actividad en 2014. En marzo entraron en vigor restricciones en el suministro de agua para 224 localidades de 15 comarcas catalanas.

Ante esta situación, las organizaciones ecologistas lamentan la "dejadez" de las autoridades en la aplicación de medidas para hacer frente a la sequía. "El Pla d'Emergència per Sequera (PES) se incumple en toda Cataluña", explica Grau, cuya organización ha denunciado en un reciente comunicado la inacción de los ayuntamientos de las localidades de la comarca del Baix Llobregat, la segunda más poblada de toda Cataluña (833.540 habitantes).
"Hablamos del Baix Llobregat porque es nuestra comarca, pero el plan se incumple en la mayor parte de municipios de más de 20.000 habitantes, que están obligados por un decreto de la Generalitat a activarlo", expone el activista.
Grau recuerda que el problema del agua viene de antaño y apunta a su "gestión privada" como uno de los problemas principales. "La mayor parte de municipios de la comarca integra el área metropolitana de Barcelona, que tiene una administración específica con la competencia de la gestión del agua".
"Así que es esta administración la que ha permitido esta situación, donde hay una falta de previsión y cierta connivencia con la compañía Aigües de Barcelona, la gran multinacional que gestiona aquí el recurso hídrico y que está interesada en hacer negocio con él. Por ejemplo, no han invertido lo suficiente para prevenir las fugas de la red".
Fugas y plantas desaladoras

Las pérdidas de agua en los sistemas de canalización son comunes en toda España e incluso Europa; pero, como subraya Jaume Grau, "no es tan grave" perder agua en Centroeuropa, donde el recurso es abundante y puede reconducirse "por otros cursos fluviales subterráneos", a perderla en muchas comarcas de Cataluña. "Porque aquí lo que se escapa de la red va directo al mar".

"En Badalona, que es la tercera ciudad de Cataluña, tenemos un caso flagrante", señala. "Allí hay una megafuga en una tubería principal que pierde 126.000 litros diarios de agua potable. Pues Aigües de Barcelona no ha invertido nada en repararla", afirma.

También recuerda que las pérdidas de agua en Cataluña por fugas en la red se cifran "en torno al 25%". Por esta y otras razones, declara Grau, "la remunicipalización del recurso hídrico es una de las claves para afrontar la actual situación".

Preguntado por las plantas potabilizadoras y de desalinización de agua, Grau opina que se trata de "la solución menos mala", no obstante que tienen un coste medioambiental muy grande, "sobre todo a nivel energético, pero son una solución en una situación de emergencia", admite.
"Nosotros apostamos por gestionar bien la demanda, no la oferta, sabiendo que es un recurso limitado y caro. Hay que tender a reducir el consumo de agua y a ajustarlo a las posibilidades de nuestro entorno. Si la capacidad es inferior a la demanda, hay que reducir la demanda. ¿Cómo? Tocando todos los sectores: agrícola, industrial, lúdico, eliminando el consumo superfluo", valora.
"Socialmente hay que trasladar ese mensaje también a nivel doméstico. Cualquier nueva edificación o reforma de vivienda debería contar con un sistema de aprovechamiento de las aguas grises [la de ducha y lavabo que se puede reconducir a la cisterna del inodoro], que además tiene un componente pedagógico", concluye Jaume Grau.