Traducido por el equipo de SOTT.net

Lo que nunca deja de sorprenderme del mundo financiero es lo atrasados que parecen estar los economistas convencionales.
skull and coins
No hace mucho tuvimos a Janet Yellen y Paul Krugman, economistas supuestamente a la cabeza del pelotón, ambos demostrando ser absolutamente ignorantes (o estratégicamente deshonestos) sobre los efectos de las medidas de estímulo de los bancos centrales y la amenaza de la inflación. De hecho, ambos negaron sistemáticamente que existiera tal amenaza hasta que se vieron aplastados por la evidencia.

Krugman tweet
Este suele ser el modus operandi de los principales analistas del poder establecido, y la mayoría de los economistas se limitan a seguir el ejemplo de estos guardianes, tal vez porque compiten por un número limitado de puestos privilegiados en el campo, o tal vez porque temen que si presentan una teoría contradictoria serán condenados al ostracismo. La economía es a menudo absurda por naturaleza, porque los "expertos" de la mejor liga pueden equivocarse una y otra vez y aun así conservar sus puestos y ascender en el escalafón. Es un poco como Hollywood en ese sentido; fracasan hacia arriba.

Mientras tanto, los economistas alternativos seguimos dando en la diana con nuestras observaciones y predicciones, pero nunca recibiremos ofertas de trabajo de las publicaciones del establecimiento porque no buscan gente que tenga razón, sino gente que siga la línea.

Y así nos va. Estoy deseando que llegue el día en que todos estos tipos (y tipas) proclamen frenéticamente que "nadie vio venir esta crisis". Después de que las cosas empeoren aún más, todos saldrán a decir que en realidad "vieron venir la crisis e intentaron advertirnos".

La esperanza no es tanto obtener el crédito que se merece (porque eso no va a suceder), sino despertar al mayor número posible de personas que escuche los peligros que se avecinan, y tal vez salvar algunas vidas o inspirar a algunos rebeldes en el proceso. En el caso de los partidarios del establecimiento, la esperanza es que reciban ese gancho de izquierda en la cara de la realidad y pierdan la credibilidad a ojos del público. Merecen hundirse con el barco: o son agentes de desinformación o son demasiado ignorantes para ver lo que hay escrito en la pared y no deberían tener los trabajos que tienen.

Las últimas quiebras bancarias de EEUU parecen estar sonando su campana en los últimos dos meses, eso es seguro. En una encuesta gestionada por el Foro Económico Mundial, más del 80% de los economistas jefe afirman ahora que los bancos centrales "se enfrentan a una disyuntiva entre gestionar la inflación y mantener la estabilidad del sector financiero". Ahora advierten que es probable que las presiones sobre los precios sigan siendo más elevadas durante más tiempo y predicen un periodo prolongado de tipos de interés más altos que pondrá de manifiesto nuevas fragilidades en el sector bancario, comprometiendo potencialmente la capacidad de los bancos centrales para frenar la inflación. Se trata de un cambio ENORME con respecto a su mensaje original de un aterrizaje suave mágico.

Imagínese. Lo mismo que los economistas alternativos, entre los que me incluyo, han estado "despotricando" durante años, lo mismo que solían decir que era una "teoría de la conspiración" o el catastrofismo propio de Chicken Little, ahora es aceptado como un hecho por la mayoría de los economistas encuestados.

Pero, ¿dónde nos deja esto? Tras la aceptación suele venir el pánico.

La crisis crediticia no ha hecho más que empezar y la absorción del insolvente First Republic Bank por JP Morgan es un paso intermedio hacia un colapso mayor. Se espera que la Reserva Federal intervenga para inyectar más estímulos en el sistema y mantenerlo a flote, pero ya es demasiado tarde. Mi postura siempre ha sido que los bancos centrales iniciarían deliberadamente una crisis de liquidez mediante subidas constantes de los tipos de interés. Esto ya ha sucedido.

El escenario de Trampa 22 se ha cumplido. Al igual que en el período previo a la crisis crediticia de 2008, todo lo que la Reserva Federal necesitaba hacer era subir los tipos a alrededor del 5 al 6% y, de repente, toda la deuda sistémica se vuelve insostenible. Ahora está sucediendo de nuevo y ellos SABÍAN que sucedería de nuevo. Excepto que esta vez, tenemos 20 billones de dólares más de deuda nacional, una red bancaria completamente adicta al estímulo fiat barato y un problema de estanflación exponencial.

Si la Reserva Federal baja los tipos, los precios se dispararán aún más. Si mantienen los tipos en los niveles actuales o los suben, más bancos implosionarán. La mayoría de los analistas de la corriente dominante esperarán que la Reserva Federal vuelva a tipos cercanos a cero y a la expansión cuantitativa como respuesta, pero incluso si lo hacen (y dudo que lo hagan) el resultado no será el que esperan los "expertos". Algunos se están dando cuenta de que la expansión cuantitativa es una expectativa poco práctica y que la inflación aniquilará el sistema tan rápido como una crisis crediticia, pero son pocos y distantes entre sí.

El informe del Foro Económico Mundial de mayo esboza esta dinámica hasta cierto punto, pero lo que no menciona es que hay amplios beneficios vinculados a la crisis que se avecina para las élites. Por ejemplo, grandes bancos como JP Morgan podrán hacerse con bancos más pequeños en quiebra por centavos de dólar, como hicieron durante la Gran Depresión. Y las instituciones globalistas como el FEM conseguirán su "Gran Reinicio", con el que esperan asustar al público para adoptar aún más centralización financiera, controles sociales, monedas digitales y una sociedad sin dinero en efectivo.

Para el ciudadano medio preocupado, este cambio narrativo es importante porque es una señal de que las cosas están a punto de empeorar. Cuando el propio poder establecido reconoce abiertamente que existe la gravedad y que estamos cayendo en lugar de volar, es hora de prepararse y ponerse a cubierto. Nunca admiten la verdad a menos que el peor escenario esté a la vuelta de la esquina.