Traducido por el equipo de SOTT.net
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En un
podcast reciente, Dana White, director ejecutivo de UFC (Ultimate Fighting Championship, Campeonato de lucha extrema), comparó la cultura de la cancelación con la década de 1980, cuando los LGBT permanecían "en el armario", incapaces de ser ellos mismos. Por aquel entonces, argumentó White, salir del armario podía destrozarte la vida. Tres décadas después, la cultura de la cancelación se está cobrando un precio similar.
El mensaje de White resuena hoy entre millones de personas. También es coherente con los nuevos datos sobre el tema de la libertad de expresión. La Academia Heterodoxa acaba de publicar su
encuesta de 2024 sobre la expresión en el campus. Descubrió que el 45% de los estudiantes se mostraban reacios a hablar de política. Otro
estudio del Freedom Economy Index descubrió que altos porcentajes de personas creen que ser "descubierto" como republicano perjudicará su carrera.
© Mark J. Rebilas-USA TODAY SportsEl director ejecutivo de UFC, Dana White, comparó recientemente el impacto de la cultura de la cancelación con los LGBT que vivían en el armario durante la década de 1980.
Como psicólogo clínico, oigo historias como ésta todo el tiempo. La gente tiene miedo de decir lo que piensa en el trabajo, en la escuela e incluso con la familia. Sus temores no son infundados. Ven cómo atacan a otras personas y no quieren que les pase a ellos. Puede tratarse de un asesor financiero acusado falsamente de parcialidad, un profesor
sancionado por discrepancias sobre ideología de género, un médico
suspendido por un tuit inapropiado. Estos incidentes crean una cultura del miedo. Ahora, está afectando a la salud mental.
Y los psicólogos se están dando cuenta.
Hace unos meses, recibí una llamada de Dean McKay, profesor de psicología clínica en la Universidad de Fordham y experto en trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Me dijo que en su consulta había observado una nueva tendencia. Un mayor número de sus clientes afirma tener pensamientos intrusivos (obsesiones) sobre decir o hacer cosas por las que podrían ser "cancelados". Se preocupan constantemente por hacer algo que no sea políticamente correcto y que la chusma vaya a por ellos. Esto puede contribuir a que eviten situaciones sociales que podrían perjudicar su vida profesional y personal.
En realidad, este fenómeno no es tan sorprendente. Los síntomas de las enfermedades mentales suelen estar determinados por contextos sociopolíticos. En la época de Freud, la atención se centraba más en la represión sexual. En la Edad Media, la atención se centraba a menudo en las creencias religiosas de la época. Ahora, la gente se ve bombardeada por una cultura intensamente politizada.
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El psicólogo Dean McKay
El psicólogo Dean McKay dice que está viendo más pacientes que manifiestan pensamientos excesivos y perjudiciales en torno a la cultura de la cancelación.
Algo de esto tiene sentido. Si un hombre padece ansiedad social y en su lugar de trabajo se produce un aluvión de acusaciones de sexismo (sobre bromas, microagresiones y similares), cabría esperar que su ansiedad social se centrara en el género. Sería propenso a preocuparse excesivamente por las acusaciones de sexismo, y sus síntomas tomarían forma en ese entorno.
Lo mismo podría ocurrir con las personas con depresión, trastornos por consumo de sustancias o problemas de control de la ira. El contexto social del momento es el cuándo y el dónde de los síntomas psiquiátricos. Más allá de proporcionar tensiones adicionales, este contexto puede moldear los desencadenantes, las reacciones, el afrontamiento e incluso la naturaleza de los propios síntomas.
Hay muchos ejemplos de este tipo de fenómenos. Millones de personas, por ejemplo, asisten a cursos de formación en DEI (diversidad, equidad e inclusión) agresivos en el trabajo o en la escuela. A menudo, estas formaciones dividen a las personas en subconjuntos en función de la raza o el sexo, y luego atacan a un grupo y alaban a los demás. A veces el lenguaje es despiadado, llamando a los blancos "tóxicos", "ignorantes" o inherentemente racistas. En algunas formaciones de DEI he visto a gente obligada a leer un artículo titulado
"La blancura como narcisismo patológico".
© DC Studio - stock.adobe.comLos estudiantes universitarios han estado en primera línea del debate sobre la cultura de la cancelación, y su bienestar mental se ha visto afectado en consecuencia.
Este tipo de marco de "todo o nada" no sólo es degradante e hiriente. Puede provocar ira, ansiedad y otros problemas psicológicos, tanto para quienes creen en estas ideologías como para quienes son atacados.
Otro ejemplo es la autocensura. Hay muchas razones para creer que esto afecta negativamente a la salud mental. Por un lado, la autocensura puede provocar aislamiento. Aunque alguien sea bien visto, sigue estando solo si nadie conoce sus valores, pensamientos o sentimientos fundamentales. Con el tiempo, esto puede hacer que la gente se sienta vacía o falsa.
Hay muchos otros problemas sociopolíticos que afectan a la salud mental: desde la hostilidad hacia las creencias religiosas tradicionales hasta las experiencias de agresión racial contra los blancos, pasando por el cambio de las normas de comportamiento sexual o los retos a los que se enfrentan los jóvenes que viven en una cultura que demoniza con frecuencia la masculinidad. Y estas ideologías se han colado en casi todos los ámbitos de la vida: las citas, los programas de televisión, la vida familiar e incluso las iglesias y sinagogas. Por ejemplo, la
página web de la Iglesia Unitaria Universalista. Comienza con llamamientos a la justicia social y la acción sobre el clima y termina con su apoyo a Black Lives Matter. Pero, ¿qué hay de la fe, de la devoción, de Dios?
A medida que la dinámica social se ha vuelto más extrema, la gente cada vez busca más respuestas. Nuevos
estudios confirman lo que muchos ya creían: la politización de la cultura afecta negativamente a la salud mental. La psicología tiene el potencial de ofrecer explicaciones y aportar soluciones, como ayudar a las personas a superar la ansiedad que les produce hablar o ayudar a la gente que no está de acuerdo a mantener conversaciones más constructivas.
Por desgracia, el sesgo político en el campo de la salud mental ha impedido que se aborde la cultura de la cancelación y la autocensura. Casi no hay investigación académica sobre estos temas. Esencialmente, no hay formación para terapeutas, y pocos terapeutas se especializan en abordar estas cuestiones. Las personas temerosas del ostracismo social casi no tienen dónde acudir en busca de ayuda. Si realmente nos preocupa la salud mental, esto tiene que cambiar.
Dr. Andrew Hartz
El Dr. Andrew Hartz es psicólogo clínico residente en Nueva York y fundador y presidente del Open Therapy Institute.
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