¿Qué ha pasado con la educación y la sociedad occidentales? ¿De dónde viene toda la locura que se ha infiltrado en la filosofía, la educación, la política, la justicia social? Las respuestas se encuentran en el libro "Ponerología Política". Lo sintetizaré aquí.
Ponerología
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En tiempos de prosperidad, la gente suele perder el impulso de aprender y crecer. Los llamados "buenos tiempos" suelen basarse en la explotación de los grupos más débiles. Durante estos periodos, algunos individuos creen haber encontrado soluciones sencillas a problemas complejos. Esta época está marcada por una visión psicológica del mundo estrecha y empobrecida que, aunque defectuosa, llega a ser ampliamente aceptada como normal. Estos individuos tienden a rechazar a los moralistas que abogan por un retorno a los valores humanos perdidos y por una perspectiva psicológica más rica y llena de matices.

Las personalidades esquizoides, en particular, tratan de imponer su rígida visión del mundo a los demás, impulsadas por su egoísmo y tenacidad patológicos. Pueden dominar la personalidad de los demás, lo que conduce a un comportamiento cada vez más irracional. En los grupos, pueden ser vistos como excéntricos, lo que limita su influencia. Sin embargo, cuando se esconden tras las palabras escritas, sus ideas pueden envenenar la mente de la sociedad a gran escala y durante mucho tiempo.

A menudo se cita a Karl Marx como ejemplo paradigmático de este tipo, y sus contemporáneos, como Engels, cayeron en lo que algunos psiquiatras llamaron "fanáticos esquizoides barbudos". Especialmente a finales del siglo XIX se produjo un aumento de las actividades de individuos esquizoides, muchos de los cuales eran judíos. Sin embargo, es crucial señalar que este rasgo afecta a una pequeña minoría y aparece en todas las naciones europeas en menor medida. El legado de este periodo incluye visiones del mundo, tradiciones científicas y conceptos jurídicos contaminados por distorsiones esquizoides.

A pesar de los defectos obvios de los escritos de los autores esquizoides, muchos lectores no los ven como visiones distorsionadas de la realidad. En su lugar, toman estas ideas al pie de la letra, cometiendo el error de no reconocer la anomalía psicológica subyacente. Esta visión del mundo excesivamente simplificada e incolora influye mucho en individuos acríticos, frustrados, culturalmente desatendidos o psicológicamente deficientes. Algunas personas, guiadas por el sentido común, critican estas obras, pero a menudo pasan por alto la raíz del error.

La respuesta de la sociedad a estas ideas se divide en tres reacciones principales, que conducen al conflicto y la división. La primera reacción es el rechazo basado en motivos personales, creencias diferentes o repugnancia moral, que a menudo contiene una crítica moral de los fenómenos patológicos.

Entre quienes aceptan estas obras, hay dos tipos distintos de comprensión: la crítico-correctiva y la patológica. Los que tienen una perspectiva psicológica normal tienden a extraer elementos valiosos, pasar por alto errores obvios y enriquecer la visión deficiente del mundo con sus percepciones, lo que conduce a una interpretación más equilibrada. Sin embargo, este enfoque no está exento de los errores antes mencionados.

La aceptación patológica se da en individuos con diversas desviaciones psicológicas o perjudicados por la injusticia social. Esta aceptación más amplia suele distorsionar los conceptos originales, lo que lleva a respaldar métodos contundentes y revolucionarios.

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