La vacuna contra la gripe nos hace "dependientes" de la industria farmacéutica, año tras año. Antes se nos decía que había que vacunarse contra la gripe "por la alta tasa de mutación genética del virus". Pero en la temporada 2011-2012 se recomienda exactamente la misma vacuna que la temporada anterior, la de 2010-2011, en Europa, en EEUU, y en todos los países. Ahora hay que vacunarse porque los efectos de la vacuna duran un año. Es una "vacuna terminator", sin ninguna duda.
El virus gripal produce los que se llama "inmunidad de pecado original", que puede durar más de 50 años, como se demostró en el caso de la "gripe A" (H1N1, de 2009), en que los nacidos antes de 1957 estaban protegidos por inmunidad natural. También están protegidos contra la gripe H2N2 ("gripe asiática") los mayores de 50 años, pues el virus circuló por el mundo entre 1957 y 1968. ¿Cómo se puede comparar esta inmunidad natural con la artificial que dura un año?
Además, la vacuna antigripal no protege a los adultos y niños sanos (no disminuye ni las muertes, ni las hospitalizaciones, ni las neumonías, ni las ausencias al trabajo ni a la escuela), ni tiene un efecto sobre la cadena de contagio. En los pacientes, su máxima efectividad es del 4,6% (se evitarían como mucho 16 muertes asociadas a gripe entre 100.000 vacunados).
A cambio de su dudoso o nulo efecto la vacuna contra la gripe produce daños ciertos, como se vio en 2010 en Australia, en niños, a modo de epidemia de convulsiones en algunos casos con efectos devastadores. ¿Hasta cuándo vamos a admitir la ausencia de ensayos clínicos a largo plazo de estas vacunas? ¿Hasta cuándo se va a pedir a profesionales y pacientes que se vacunen en contra de la ciencia y de la ética?
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