El primer ministro japonés, Shigeru Ishiba, mantuvo su puesto en una votación parlamentaria este lunes. La primera vuelta concluyó sin un resultado definitivo, por lo que fue necesario recurrir a una segunda vuelta, algo que no ocurría en Japón desde hace 30 años.
El primer ministro japonés, Shigeru Ishiba
El primer ministro japonés, Shigeru Ishiba
Ishiba asumió el cargo de primer ministro de Japón el pasado 1 de octubre tras ganar las primarias del Partido Liberal Democrático (PLD) y convocó elecciones anticipadas el 27 de octubre, una decisión con la que esperaba asegurar nuevamente el dominio de su formación que desde 1995 ha gobernado casi de manera ininterrumpida.

Los diputados de la Cámara Baja del Parlamento se reunieron este lunes para una sesión especial de cuatro días para nominar al primer ministro, un paso necesario después de una elección general. En la segunda vuelta, Ishiba obtuvo 221 votos frente a los 160 de Yoshihiko Noda, líder del principal partido de la oposición, el Partido Democrático Constitucional de Japón (PDC). También se descontaron 84 votos para otro candidatos, que no influyeron en el resultado.

Aunque el PDL perdió la mayoría en las elecciones de octubre, la coalición gobernante sigue siendo el bloque más grande de la cámara baja, con 465 escaños. Sin embargo, para asegurar el poder legislativo suficiente para aprobar leyes, el bloque gobernante ha solicitado el apoyo del Partido Democrático para el Pueblo (PDP), un pequeño grupo centrista. El PDP ha acordado cooperar voto por voto, manteniéndose al margen de la coalición, aunque ha condicionado su apoyo a ciertas concesiones, como recorte de impuestos y subsidios energéticos, medidas que los economistas advierten podrían reducir los ingresos del gobierno.

El descontento de la población japonesa debido a la inflación, el estancamiento económico y los escándalos de fondos ilícitos que minaron la administración de su predecesor Fumio Kishida, derivaron en una significativa caída electoral de Ishiba al no lograr mantener la mayoría absoluta parlamentaria.

Ishiba, quien ha heredado tanto los escándalos como la agenda económica y de política exterior de Kishida, enfrenta además un clima de desconfianza entre los votantes. Los sondeos anticipan un posible castigo electoral para el PLD, ya que el electorado parece escéptico respecto al discurso de transparencia y reformismo del actual primer ministro. El nuevo Gobierno de Ishiba podría enfrentarse a una moción de censura en cualquier momento si los partidos de la oposición deciden sumar sus votos para destituirlo.

En cuanto a la política exterior, Ishiba ha subrayado la importancia de abordar la creciente amenaza de China, aunque ha expresado su disposición a mantener el diálogo con el país vecino. También ha propuesto revisar el acuerdo de seguridad con EE. UU. y promover una "OTAN asiática", aunque no ha vuelto a hablar de estos temas en detalle tras convertirse en primer ministro.

Ante la reelección del primer ministro, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Lin Jian, afirmó que los asuntos políticos internos de Japón no son asunto de China. Sin embargo, enfatizó que la continuación "a largo plazo, sana y estable" de las relaciones entre China y Japón es lo mejor para navas naciones. Lin señaló además que China busca avanzar en su relación estratégica y mutuamente beneficiosa con Japón y trabajar para construir una asociación constructiva y estable en línea con las necesidades de la "nueva era".