Traducido por el equipo de SOTT.net
polyethylene
© University of New MexicoEl tipo más común de microplástico encontrado en los cerebros estudiados fue el polietileno.
Nuestro cerebro está compuesto en un 99,5% de tejido cerebral - pero, ¿y el resto? Plástico.

Esta es la inquietante conclusión de un nuevo estudio codirigido por Matthew Campen, que ha hallado microplásticos en el cerebro humano a niveles muy superiores a los de otros órganos. Y lo que es más preocupante, estas diminutas partículas se están acumulando rápidamente, con un aumento del 50% en los últimos ocho años.

«Hay mucho más plástico en nuestros cerebros de lo que nunca hubiera imaginado o con lo que me hubiera sentido cómodo», afirmó Campen, distinguido profesor de ciencias farmacéuticas de la Universidad de Nuevo México en Albuquerque.

De media, las muestras de cerebro estudiadas contenían unos 7 gramos de microplásticos - aproximadamente el peso de una cuchara de plástico promedio.

Por si fuera poco, el estudio también halló hasta 10 veces más cantidad de microplásticos en los cerebros de 12 pacientes con demencia en comparación con los cerebros sanos. Aunque la correlación es clara, los investigadores advirtieron que se necesitan más estudios para establecer una relación directa.

El equipo de investigación analizó 52 muestras cerebrales: 28 de autopsias realizadas en 2016 y 24 de 2024. Aunque había microplásticos en todas las muestras, las concentraciones eran notablemente superiores en los especímenes más recientes.

Otras muestras cerebrales de 1997 siguieron el mismo patrón alarmante, con mayores niveles de microplásticos en las muestras más recientes.

Según Campen, este aumento refleja el incremento mundial de residuos plásticos. La producción mundial de plástico se ha duplicado con creces en las dos últimas décadas, hasta alcanzar un total de 400 millones de toneladas anuales.

Los científicos habían descubierto anteriormente que los seres humanos consumen 5 gramos de microplásticos a la semana, lo que equivale aproximadamente al peso de una tarjeta de crédito. Se han detectado microplásticos en diversas partes del cuerpo, como los pulmones, el hígado, los riñones, la placenta, la sangre, el semen e incluso la leche materna.

El microplástico más común que detectaron los investigadores de la Universidad de Nuevo México fue el polietileno, muy utilizado en materiales de envasado como botellas y vasos. Lo que es más, muchas de estas partículas eran más pequeñas de lo que se pensaba: algunas no son más grandes que un virus.

Según Campen, estos fragmentos son lo bastante pequeños como para atravesar la barrera hematoencefálica, aunque señala que el proceso exacto de transporte al cerebro sigue sin estar claro. Sospecha que una vía primaria de entrada es a través de nuestros alimentos, en particular la carne.

«Por la forma en que regamos los campos con agua contaminada con plásticos, creemos que los plásticos se acumulan allí», dijo Campen. «Alimentamos con esos cultivos a nuestro ganado. Tomamos el estiércol y lo volvemos a poner en el campo, por lo que puede haber una especie de biomagnificación de retroalimentación».

Otros estudios sugieren otra posible vía de entrada de microplásticos en el cuerpo humano: a través de la nariz. El bulbo olfatorio podría permitir que estas diminutas partículas viajaran directamente al cerebro cuando respiramos.

A pesar del impulso mundial para reducir la producción de plástico, los investigadores advierten que la amenaza de los microplásticos no va a desaparecer pronto. El plástico tarda décadas en descomponerse en partículas microscópicas, lo que significa que la contaminación ambiental seguirá aumentando durante años.

Aunque aún no se conoce con certeza el impacto total de los microplásticos sobre la salud, los estudios sugieren que pueden dañar las células, desencadenar inflamación, perturbar el funcionamiento de los órganos y alterar las respuestas inmunitarias. La exposición a estas diminutas partículas también se ha relacionado con un mayor riesgo de infarto de miocardio y accidente cerebrovascular, así como con algunos tipos de cáncer.

Aunque es casi imposible evitar por completo los microplásticos, hay medidas que pueden adoptarse para limitar la exposición.

Comience por eliminar los plásticos de un solo uso: piense en los envases de alimentos y bebidas, así como en los recipientes de comida para llevar. Cambie los recipientes de plástico por otros de vidrio o metal, y nunca recaliente alimentos en recipientes de plástico en el microondas.

Los expertos también recomiendan filtrar el agua del grifo, invertir en filtros de aire de alta calidad para el hogar y limpiar el espacio vital con más frecuencia.

Otro consejo sencillo pero eficaz: reduzca el consumo de alimentos procesados, que suelen contener niveles más altos de estas diminutas partículas.