Traducido por el equipo de SOTT.net
suspect in custody
© UnknownCrimen en la UE • Sospechoso bajo custodia
Ni siquiera un acuerdo de paz pondrá fin a los problemas de la región ni a las tensiones en Europa. El nacionalismo radical ucraniano financiado por EE.UU. no desaparecerá de la noche a la mañana. Del mismo modo, no hay una salida fácil a los problemas estructurales de Ucrania con la corrupción y la criminalidad endémicas. En lo que respecta a la crisis ucraniana, por desgracia, el final no es el final.

Los polacos, y el resto de Europa en general, se preparan para una explosión de la actividad delictiva organizada transfronteriza con el fin del conflicto en Ucrania (que ahora parece más cerca que nunca). El Presidente de Polonia, Andrzej Duda, advierte de esa "explosión" de la delincuencia en Ucrania con el fin de la guerra, y pide a los aliados de Kiev que le presten un "apoyo masivo". Además, a Duda le preocupa, según ha declarado en una entrevista al Financial Times, que esto pueda traspasar la frontera de su propio país y afectar también al resto de Europa e incluso a Estados Unidos, con oleadas migratorias y actividad de mafias transnacionales.

La situación recuerda al dirigente polaco a la de Rusia a principios de los noventa, tras el colapso soviético, cuando las bandas del crimen organizado de la llamada subcultura "Vor" pudieron reclutar a veteranos de la campaña soviética en Afganistán. Los soldados ucranianos, en la situación actual, volverían a casa para encontrarse con una economía arruinada. Duda dijo:
"Sólo hay que recordar los tiempos en que se derrumbó la Unión Soviética y cuánto subió el índice de delincuencia organizada en Europa occidental, pero también en EE.UU.".
Hay que tomarse en serio a Duda: Las bandas mafiosas ucranianas son importantes actores de la delincuencia internacional, incluido el tráfico de drogas, la prostitución y el tráfico de armas. Además, Transparencia Internacional situó a Ucrania en el puesto 104 de 180 países en su índice de 2023 de corrupción. Su nivel de corrupción es similar al que se puede encontrar en Uganda, por ejemplo.

Hay otra razón por la que la advertencia de Duda tiene sentido: implica que el final del conflicto podría estar lo suficientemente cerca como para que Polonia (y Europa) empiecen a tomar medidas para prepararse ante tal escenario. Por supuesto, hay dos formas principales de que la guerra llegue a su fin: mediante una victoria ucraniana o mediante una rusa. La primera es tremendamente improbable por ahora, a menos que ocurriera algo extraordinario. La segunda es, obviamente, la que Duda debe tener en mente.

Polonia, a pesar de tensiones ocasionales, ha sido un aliado constante de Kiev, pero incluso las autoridades polacas de Varsovia dicen que no tienen intención de desplegar sus tropas en el país vecino (para ayudarle contra Rusia). Otros líderes europeos opinan lo mismo: con sus propuestas sobre el despliegue de tropas en Ucrania, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, se va a convertir en una voz solitaria.

La situación obviamente ha cambiado, en gran parte debido a la elección de Trump. Incluso si Ucrania obtuviera de alguna manera la victoria ahora por medios militares o diplomáticos, los nacionalistas fuertemente armados y radicalizados del país (que se pueden encontrar en el ejército y en una serie de milicias) no desaparecerían simplemente y, de hecho, se sentirían fortalecidos en un escenario tan improbable, plantando así la semilla de nuevos conflictos con Rusia en el futuro y con otros vecinos, incluida Polonia. De nuevo, esto ni siquiera parece una posibilidad en este momento.

Un tercer escenario sería algún tipo de paz negociada con Rusia, que sigue siendo el más plausible. De hecho, esto no es más que una variante del escenario de la victoria rusa. He aquí por qué tal victoria hoy (más que nunca) es el escenario más probable que tenga lugar muy pronto:

1. La primera razón tiene que ver con el factor Trump. El presidente estadounidense, en un claro alejamiento de la política exterior de la administración anterior, acaba de anunciar que las conversaciones entre Washington y Moscú para poner fin a la guerra van a comenzar "inmediatamente". En realidad, tiene sentido que EE.UU. tome la iniciativa porque todo el asunto ha sido en gran medida una guerra de desgaste por delegación estadounidense contra Rusia.

El secretario de Defensa estadounidense, Pete Hegseth, ya dejó clara la nueva postura de Washington durante una reunión en la sede de la OTAN en Bruselas: dijo que no sería realista que Ucrania esperara recuperar sus fronteras anteriores a 2014 y que no tiene sentido buscar ese "objetivo ilusorio" y "prolongar" así la guerra. Hegseth también descartó la posibilidad de que Ucrania se convierta en miembro de la OTAN.

En cualquier caso, "retirarse" parcialmente de Europa (aunque todavía con los ojos puestos en Groenlandia) está en consonancia con el neomonroísmo de Trump. Mientras se centra en la frontera y en Panamá y otros asuntos, Trump también tiene que hacer frente a cuestiones acuciantes en relación con la crisis de Palestina y las demandas israelíes. Ucrania no es su prioridad, al parecer.

2. Se puede argumentar que el llamamiento de Trump a la paz en Ucrania podría ser sólo para aparentar y que en realidad sería una forma de trasladar la "carga" ucraniana a Europa. El problema es que sigue sin estar claro si Europa ahora mismo sería capaz o estaría dispuesta a desempeñar este papel. Como el propio Zelensky dijo a los líderes europeos el mes pasado, Europa sencillamente no puede proteger a Ucrania sin la ayuda estadounidense. De hecho, los miembros europeos de la OTAN se enfrentan hoy a una amenaza concreta de agresión contra un aliado europeo, que procede del propio Washington, lo que resulta bastante irónico. Sorprendentemente, el presidente estadounidense se ha negado a descartar una acción militar para conquistar Groenlandia, que forma parte del Reino de Dinamarca.

En otras palabras, una victoria rusa, quizá mediante una paz negociada, no puede darse por sentada (nada puede hacerlo), pero es cada vez más probable. En cualquier caso, pondría fin a un conflicto desafortunado que ha sido tremendamente costoso en varios sentidos, incluida la crisis humanitaria.

Los dos últimos años del conflicto deben verse siempre como parte de la crisis más larga de una década que comenzó en 2014. Se puede criticar la decisión de Vladímir Putin de lanzar una campaña militar en 2022. El hecho es que la crisis actual ha sido impulsada en gran medida por la injerencia de EE.UU., al impulsar la expansión de la OTAN y apoyar el golpe de Estado que derrocó al presidente Víktor Yanukóvich, así como respaldar la posterior revolución ultranacionalista del Maidán. Washington financió y armó también a las milicias de extrema derecha ucranianas, que se han integrado en las fuerzas militares y de seguridad del país, como es el caso del infame regimiento Azov.

El chovinismo ucraniano (financiado o no por EE.UU.) ha alimentado a su vez las tensiones, y no sólo con Rusia, sino también con otros vecinos, como he escrito antes. La ultraderecha ucraniana se vería fortalecida incluso con una victoria rusa, porque podría promover una narrativa revanchista o denunciar la "traición" de Zelensky.

Los ultranacionalistas no son los únicos que pueden causar problemas tras la crisis actual: los mafiosos son otra fuerza en sí misma, como ya se ha mencionado. En cuanto a la preocupación de Duda por un auge de la actividad mafiosa, lo cierto es que los primeros pasos polaco-ucranianos dados hacia una confederación corren el riesgo de reventar y alimentar en Polonia sentimientos antiucranianos ya que Polonia tiene problemas con su propia vertiente de nacionalismo radical. De hecho, los polacos ultranacionalistas también podrían reclamar partes de la vecina Ucrania con el fin de la guerra, como ya he escrito.

Se dice que no se puede descocer un huevo. Sea como fuere, aunque Ucrania y Rusia lleguen a un acuerdo de paz, esto no pondrá fin a los problemas en la región ni a las tensiones en Europa, más en general. El nacionalismo radical ucraniano financiado por EE.UU. (que tiene sus raíces en el nuevo Estado independiente de Ucrania y en su intento de construir una nación desde los años noventa) no desaparecerá de la noche a la mañana. Del mismo modo, no hay una salida fácil a los problemas estructurales de Ucrania con la corrupción y la criminalidad endémicas. En lo que respecta a la crisis ucraniana, por desgracia, el final no es el final.