Traducido por el equipo de SOTT.net

El astrofísico Nir Shaviv afirma que el IPCC se equivoca al atribuir el calentamiento global a las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero y dejar de lado los efectos solares.
The Sun over mountains
© Alex Braga/Unsplash.El profesor Shaviv afirma que posiblemente dos tercios del calentamiento del siglo XX están relacionados con el aumento de la actividad solar.
«No existe tal cosa como un consenso científico», afirma Nir Shaviv, profesor del Instituto de Física Racah de la Universidad Hebrea de Jerusalén, en respuesta a una pregunta sobre lo que piensa de la afirmación generalizada de que existe un consenso científico sobre la naturaleza antropogénica del cambio climático. «En ciencia nos ocupamos de cuestiones abiertas y creo que la cuestión del cambio climático es una cuestión abierta. Hay muchas cosas sobre las que muchos científicos siguen discutiendo», explica.

De hecho, hay científicos que afirman que el cambio climático está causado totalmente por el ser humano y que la situación es muy grave. Pero también hay quienes afirman que, aunque el ser humano está causando gran parte del calentamiento, la situación no es tan grave como nos dicen los políticos y activistas a través de los medios de comunicación. Algunos piensan que el CO2 desempeña un papel importante en la actual tendencia al calentamiento y otros creen que su papel es insignificante.

Aunque Shaviv considera que una parte del calentamiento del siglo XX se debe efectivamente al aumento de las concentraciones atmosféricas de CO2, la mayor parte del cambio es un fenómeno natural.
«Mis investigaciones me han llevado a creer firmemente que, basándome en todas las pruebas acumuladas en los últimos 25 años aproximadamente, una gran parte del calentamiento no se debe en realidad a los seres humanos, sino al efecto solar», afirma.
Hasta dos tercios del calentamiento proceden del sol

Como astrofísico, la investigación de Shaviv se ha centrado en gran medida en comprender cómo se relacionan la actividad solar y el clima de la Tierra. De hecho, afirma que al menos la mitad, y posiblemente dos tercios, del calentamiento del siglo XX está relacionado con el aumento de la actividad solar. Shaviv también ha demostrado que los rayos cósmicos y su actividad influyen en la formación de la capa de nubes, provocando también cambios en el clima. Ha trabajado en este tema junto con el astrofísico danés Henrik Svensmark.

En cualquier caso, según Shaviv, si se tienen en cuenta la actividad solar y los efectos de los rayos cósmicos, la sensibilidad climática sigue siendo relativamente baja, o dicho de otro modo: un aumento de la proporción de CO2 en la atmósfera no puede provocar un gran calentamiento. Hace tiempo que se intenta calcular cuánto puede elevar la temperatura de la Tierra una duplicación del CO2 atmosférico. El primer intento lo realizó hace más de 100 años el químico sueco Svante Arrhenius, quien sugirió una respuesta de hasta 6 grados. Desde entonces, esta cifra se ha revisado a la baja, pero no lo suficiente, según Shaviv. «Si se consultan los informes del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático), el rango canónico oscila entre un grado y medio o dos, dependiendo del informe que se consulte, hasta cuatro grados y medio si se duplica el CO2. Lo que yo descubro es que la sensibilidad climática oscila entre un grado y un grado y medio de aumento por duplicación de CO2», afirma Shaviv, quien añade que no espera que el aumento de la temperatura en el siglo XXI sea muy elevado.

Explicar el calentamiento que se ha producido principalmente con el CO2 es donde yerran los informes científicos del IPCC, afirma Shvaviv, al no tener en cuenta el efecto solar. Y como no lo tienen en cuenta, pero sigue siendo necesario explicar el aumento de la temperatura, para explicarlo se ha recurrido al aumento de los niveles de CO2 en la atmósfera, que se ha atribuido a la influencia humana. Shaviv explica que se trata de una respuesta errónea, ya que no tiene en cuenta a todos los actores que contribuyen a ello.

¿Está hirviendo el planeta?

Pero, ¿este aumento de la temperatura está provocando una crisis climática? La respuesta de Shaviv a la pregunta es simple y clara: «No». Explica que la temperatura media del planeta ha aumentado un grado centígrado desde 1900 aproximadamente, pero no se trata de algo sin precedentes. Conocemos, por ejemplo, el Periodo Cálido Medieval, cuando los vikingos cartografiaron la costa de Groenlandia, incluida su parte norte, que hoy está cubierta de hielo incluso en verano. «Este tipo de variación climática ha ocurrido siempre. Parte del calentamiento actual es antropogénico, pero no es una crisis en el sentido de que la temperatura vaya a aumentar cinco grados en un siglo y estemos todos condenados. Simplemente tenemos que adaptarnos a los cambios. Algunos son naturales y otros no, pero no son grandes», explica Shaviv.

Se ha informado ampliamente que tanto 2023 como 2024 fueron los años más cálidos registrados. Refiriéndose a este aumento de las temperaturas, el Secretario General de la ONU, António Guterres, declaró ya en julio de 2023 que hemos entrado en una «era de ebullición global». Shaviv dice que, por supuesto, podemos tener temperaturas medias superficiales más altas si sólo miramos 100 ó 150 años atrás.
«Si retrocedemos mil años era igual de cálido. Si nos remontamos 5.000 años atrás, sin duda era más cálido. Así que no significa mucho», explica.
Y si nos fijamos en una escala temporal más larga, los periodos más cálidos se han alternado con periodos más fríos. Además, en los últimos 100.000 años, la Tierra ha estado en una era glacial durante la mayor parte de ese tiempo, y el retroceso del hielo en Europa y Norteamérica se produjo hace unos 12.000 años.

¿Prueban los fenómenos meteorológicos extremos la existencia de una crisis climática?

Sin embargo, en los medios de comunicación se afirma a menudo que nos encontramos en una situación climática crítica y sin precedentes, y se dice que todos los fenómenos meteorológicos extremos registrados lo demuestran.

En realidad, nada indica que la mayoría de los fenómenos meteorológicos extremos sean más frecuentes o más graves que en el pasado. Por ejemplo, los huracanes. Es cierto que los daños que causan han aumentado con el tiempo, pero Shaviv afirma que eso se debe a que cada vez vive más gente cerca de la costa.
«Si nos fijamos en las estadísticas de huracanes que tocan tierra en Estados Unidos, que es un registro relativamente fiable, vemos que no hay cambios significativos», afirma.
Shaviv añade que, en realidad, ni siquiera hay motivos para esperar que un clima más cálido provoque más huracanes.
«Claro que se necesitan aguas más calientes para generar huracanes, pero también se necesita el gradiente, se necesita la diferencia de temperatura entre el ecuador y los subtrópicos para impulsar los huracanes. Y una Tierra más cálida tiene en realidad una menor diferencia de temperatura. Así que ni siquiera está claro ab initio si va a haber más huracanes o menos», explica Shaviv.
Lightning
© Nikolett Emmert/Unsplash.No hay crisis climática y la tendencia de los fenómenos meteorológicos extremos no va en aumento.
Los grandes incendios forestales, por ejemplo, también se asocian al calentamiento del clima, pero Shaviv dice que tampoco hay razón para ello. «En Estados Unidos, en los años 30, la superficie anual quemada era muy superior a la actual», afirma, y añade que la realidad es que gran parte de los incendios se deben a una mala gestión forestal, que no limpia el suelo del bosque de material inflamable.

Hacia la energía nuclear

A la luz de lo anterior, el cambio climático no hace necesario abandonar los combustibles fósiles. Sin embargo, Shaviv afirma que aún debemos avanzar hacia una energía más limpia. En primer lugar, la quema de combustibles fósiles provoca una verdadera contaminación ambiental, en particular el carbón, que sigue aumentando en todo el mundo. En segundo lugar, los combustibles fósiles se agotarán algún día.

Pero la humanidad no puede sustituir estos combustibles por energía eólica y solar.
«En primer lugar, es muy caro. Se puede ver que cualquier país que tenga mucho de cualquiera de ellas, paga mucho más por la electricidad», dice Shaviv.
Sugiere mirar los precios de la electricidad en países como Alemania o Dinamarca, donde la eólica y la solar se han desarrollado con miles de millones de euros de ayudas públicas, y compararlos con, por ejemplo, Francia, que utiliza energía nuclear. Lo que hace que esta forma de energía sea tan cara es su carácter intermitente: la generación tiene lugar cuando brilla el sol y sopla el viento. Por eso, para garantizar el suministro de electricidad, se necesita una enorme capacidad de almacenamiento o sistemas de reserva, como las centrales de gas.

Professor Shaviv
© Wikimedia Commons.El profesor Shaviv cree que, en el futuro, habrá que confiar mucho más en la energía nuclear.
Shaviv cree que en el futuro habrá que confiar mucho más en la energía nuclear, que no tiene los problemas de contaminación de los combustibles fósiles y, a diferencia de la eólica y la solar, puede proporcionar un suministro estable de energía. Sin embargo, los detractores de este plan nos recuerdan los accidentes nucleares del pasado: Chernobil en Ucrania, Three Mile Island en Estados Unidos y Fukushima en Japón. Cada uno de estos accidentes tuvo sus propias causas: en el caso de Chernobil y Three Mile Island, defectos técnicos mezclados con errores humanos, y en el caso de Fukushima, fuerzas naturales, es decir, el terremoto y el tsunami. En el caso de Fukushima en 2011, sin embargo, nadie murió como resultado directo del accidente en la central nuclear, pero miles de personas murieron como consecuencia del tsunami que devastó la costa.

Shaviv afirma que no tiene sentido comparar la seguridad de las centrales nucleares que sufrieron accidentes en el pasado con la tecnología actual. «No creo que vaya a ser un problema en el sentido de que podemos tener un diseño extremadamente seguro», afirma, y añade que el mayor despliegue de la energía nuclear se producirá tanto si Occidente lo hace como si no.
«Si nos fijamos en China, que tiene un gran consumo de energía, no les importa tanto la opinión pública como a nosotros en Occidente. Y no tienen tantos problemas con la regulación. Así que van a seguir adelante y, en lugar de construir o abrir una central de carbón cada pocas semanas, en pocos años estarán abriendo una central nuclear cada pocas semanas», afirma Shaviv.
Y añade que Occidente también haría bien en participar en esta evolución, en lugar de avanzar en dirección contraria.

Hannes Sarv
Periodista y especialista en medios de comunicación.