Traducido por el equipo de SOTT.net

Una investigación revela que el 75 % de las especies de aves de América del Norte están sufriendo un descenso de su población.
Long-term population trends for America's birds. Credit: State of the Birds long-term population trends
© Cornell Lab of Ornithology.Tendencias demográficas a largo plazo de las aves de Estados Unidos.
América del Norte tiene un problema con las aves: no hay demasiadas, pero quizá haya muy pocas en un futuro no muy lejano. Una nueva investigación publicada el jueves en la revista Science revela que el 75 % de las especies de aves del continente se encuentran en una espiral descendente, con un descenso de su población entre 2007 y 2021. The Washington Post califica este fenómeno como «la última señal de una crisis de extinción lenta que amenaza ecosistemas enteros» y que «debería servir como una señal de alarma para las personas que conviven con las aves».

Los investigadores analizaron casi 500 especies diferentes de aves en América del Norte utilizando la base de datos en línea eBird, que sirve como punto de referencia para millones de avistamientos de aves en todo el mundo. Especialmente alarmante fue el hallazgo de que la pérdida de población de la mayoría de las especies era mayor en los lugares donde las aves residentes son más abundantes, lo que significa que nuestras amigas emplumadas «están luchando incluso en sus bastiones». The Post señala que no parece haber una razón general para la disminución de la población, y las teorías van desde la invasión humana de los hábitats de las aves y los pesticidas en su cadena alimentaria, hasta el aumento de las temperaturas en el Ártico, que está alterando el ciclo reproductivo natural de las aves locales.

No es que la investigación revelara solo malas noticias: según The Guardian, en el 97 % de todas las especies de aves estudiadas había lugares donde las poblaciones más pequeñas de cada especie seguían registrando picos de población. Al estudiar esas subcomunidades exitosas, los científicos esperan poder ayudar a salvar al resto de las especies ubicadas en otros lugares. Sus hallazgos también podrían extrapolarse a los seres humanos, al menos en lo que respecta a los efectos del cambio climático y la contaminación atmosférica. «Si [ciertos entornos] no son lo suficientemente saludables para las aves, es poco probable que lo sean para las personas», afirma Amanda Rodewald, ecóloga de Cornell y coautora del estudio, al Post.