ADN
© EurekAlert
A pesar de que el crimen es una conducta aprendida, los investigadores dicen que existen cientos, quizá miles de genes que incrementarán en ti la posibilidad de terminar en el mundo del crimen. Es un efecto genético y es importante.

Es un tema particular ya que toca muchas vertientes que caen en avenidas éticas. ¿Hasta dónde somos responsables de las mutaciones en nuestros genomas?, ¿qué tan loco es estar locos? Es un tema que ronda los despachos de los criminólogos en el mundo y aquellos que tienen que lidiar con las leyes. Los humanos somos biología, experiencia y medio, es necesario estudiarlas y comprenderlas las tres para deducirnos y enmendarnos. Así como estudiamos los efectos de nuestras experiencias en el medio, así también tenemos que estudiar la biología, todo eso que nos compone. Los genes, en esta época, son favoritos.

Un sinnúmero de proveedores ha sido descubierto en nuestros genomas. El estudio nos provee con un cuadro mucho más amplio y detallado sobre el quehacer de la especie. Hace unos años, un equipo en Florida descubrió diferencias en los genomas de chicos y chicas con un aumento en conductas guerreras en varones con mutaciones en el gen Monoamino Oxidasa A (MAOA). Ahora, los criminólogos estadounidenses en la Universidad de Texas en Dallas estudian qué genes pueden causar que una persona sea un agresivo persistente durante toda su vida, un cuadro caracterizado por comportamientos antisociales durante la infancia que pueden convertirse en serios actos violentos en la vida adulta.

"La plataforma del experimento estaba basada en el desarrollo de la taxonomía de la conducta antisocial, una teoría de la doctora Terrie Moffitt, quien identificó tres grupos o vías encontrados en la población. Uno contiene a los ofensores persistentes, otro a aquellos que sólo lo fueron durante la adolescencia y el tercero es de los abstencionistas. Nadie antes había pensado en estudiar estos caminos genéticamente, la biología también puede influir en cuál de ellos terminas", explica el criminólogo y autor del estudio, el doctor J.C. Barnes.

Moffitt sugiere en su teoría que los factores genéticos juegan un papel realmente importante en el desarrollo de una actitud ofensiva, digamos que criminal, hacia los demás. Así que el equipo de Barnes tomó 4.000 genomas del enorme estudio sobre Salud Adolescente para identificar cómo las personas caían en estas categorías. Luego comprobaron sus resultados en un estudio con gemelos idénticos, para así descartar qué rasgos se debían al ambiente y cuáles a la biología.

Esa conducta criminal

"Descubrimos que los factores genéticos influían mucho más que los ambientales en los ofensores persistentes. Para los abstencionistas, era casi mitad y mitad: los factores genéticos jugaban un papel importante pero también el ambiente lo hacía; para los criminales durante la adolescencia, el ambiente era mucho más significativo. No obstante, para los ofensores perpetuos en la adultez, los genes parecen ganar la carrera", explica Barnes.

Pero el criminólogo no piensa que existe un gen para la violencia. "La conducta criminal es un comportamiento aprendido pero existen cientos, quizá miles de genes que incrementarán en ti la posibilidad de terminar en el mundo del crimen. Es un efecto genético y es importante. Una vez reconocidos los genes, necesitamos buscar cómo desviar ese comportamiento sin meternos con otros rasgos de las personas. Por eso hay que seguir indagando".

Efectivamente, por eso la ciencia se toma tiempo; el mundo molecular es extremadamente complejo y lleva miles de millones de años evolucionando. Es un debate continuo en criminología porque muchas personas no quieren darle importancia a la biología. Pero necesitamos aprender que todo lo que somos es una combinación entre la biología y el medio y hay que estudiar ambos elementos para saber cuáles influyen qué y cómo tratarlos.