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Llegó a nuestro planeta hace unos 30.000 años, y es con probabilidad la piedra espacial más grande descubierta en las islas británicas. Este singular meteorito, una condrita de medio metro de longitud y unos 93 kilos de peso, se ha conservado desde entonces en un estado magnífico, sin erosionarse, lo que durante mucho tiempo intrigó a los científicos que lo estudiaban.

Según Colin Pillinger, profesor de ciencias planetarias en la Open University y comisario de la exposición Objetos en el espacio - hasta el 30 de marzo en la Royal Society - , la respuesta al excelente estado de conservación de este meteorito hay que buscarla en la Edad de Hielo. Según el profesor británico, los únicos meteoritos que han sobrevivido durante tantos años son aquellos recuperados en la Antártida - además de algunos encontrados recientemente en el desierto del Sáhara - . El meteorito británico cayó en en una época en la que las islas estuvieron bajo una edad de hielo durante 20.000 años. Y, precisamente, habrían sido las bajas temperaturas las que protegieron a la roca espacial de la erosión.

El frío habría hecho bien su trabajo, hasta el punto de que miles de años después, un grupo de druidas habría encontrado la roca, empleándola para sus fines. En este caso, construir un enterramiento en un enclave cercano a Stonehenge. Y fue allí, según Pillinger, donde probablemente fue descubierto hace unos doscientos años por un arqueólogo de la época, quien a su vez lo trasladó a Lake House, en Wiltshire, donde fue descubierto en fechas más recientes por otro grupo de arqueólogos, quien avisó a los especialistas.