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© photos to goLos menores en depresión se enojan y lloran continuamente, también cambian su apetito.
Tener un salario mal remunerado no es el único factor que deprime. La violencia psicológica, ocasionada por un aumento en casos de divorcio, por ejemplo, está haciendo que más niños mexicanos, en educación básica, tiendan a presentar este problema de salud.

Esa conclusión arrojó un estudio realizado por la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) entre infantes de tercero a sexto grado en 12 escuelas del Distrito Federal, públicas y privadas.

De un universo de poco más de 1,000 estudiantes, el 20.22% presentó indicios de ese padecimiento. Y "aunque no se trata de un diagnóstico (contundente de depresión), son síntomas que podrían derivar en esa enfermedad durante la adolescencia o vida adulta", señala la académica del Departamento de Psicofisiología de la UNAM, Verónica Alcalá Herrera.

Es un error pensar que los niños no viven este mal. Lo manifiestan en forma diferente del adulto, los menores presentan más cambios abruptos en la conducta. De ser muy tranquilos pueden pasar a sumamente inquietos, enojarse y llorar continuamente. También cambia su apetito, se alimentan en exceso o dejan de comer, de acuerdo con información del Hospital Infantil Psiquiátrico, Juan N. Navarro.

El estudio elaborado por la máxima Casa de Estudios encontró en algunos de los pequeños síntomas como tristeza profunda, pensamientos de muerte, preocupaciones, miedos y aflicciones. "Por ello, podemos hablar de una sintomatología depresiva", indica Herrera.

Los académicos utilizaron una prueba de depresión infantil (de origen australiano) en su versión española, que fue estandarizada para México: la Children's Depression Scale (CDS), que consiste en un cuestionario de 66 preguntas. En ella, se miden la parte positiva u optimista, y la parte negativa o depresiva, que es la más grande e importante. "Los resultados nos sorprendieron, porque 20.22% es un porcentaje muy alto (...) y es mayor de lo que se había reportado anteriormente", agrega la especialista.

En el sexo femenino, la presencia de dicho estado de salud aumenta, sobre todo en niñas de 12 años hacían adelante, de acuerdo con datos de la Secretaria de Salud.

Causas, varias

Aunque este problema de salud tiene un origen multifactorial, hay situaciones que pueden desencadenarlo, como divorcio de parejas, fracaso escolar, hogares con violencia física y psicológica, y padres con casos de alcoholismo y drogadicción.

Otro factor es que los niños tengan antecedentes familiares, en línea directa, con esta situación, porque entonces puede deprimirse sin causa aparente, señala la terapeuta de niños, adscrita a la UNAM, Martha Robledo.

Cualquier tipo de maltrato, por sutil que parezca, es un factor que coloca a un menor en peligro de desarrollarse mal. Por ejemplo, es muy común que los padres en proceso de divorcio utilicen a sus hijos para un chantaje. También el estrés cotidiano, por la carga de trabajo escolar y el deseo de sobresalir a como dé lugar puede asociase a la depresión, indica Alcalá Herrera.

El otro gran inconveniente es que muchos papas ven normal que el hijo se ponga "a veces" triste y no buscan ningún tipo de atención. Al contrario, a veces suelen regañarlos por sus bajas calificaciones, pero no preguntan por qué, cómo se siente en la escuela o si algo lo afecta, aclara Robledo.

Los síntomas varían en cada menor, sin embargo hay ciertas conductas que son comunes, entre éstas dificultades en el aprendizaje, concentración y memoria; estar distraído y no realizar sus tareas a tiempo o en forma adecuada, según información arrojada en el análisis de la UNAM.

La variedad de sintomatología puede hacer que una depresión se confunda con otros padecimientos. Si el estado se prolonga demasiado tiempo, incluso puede afectar biológicamente la etapa adulta, indica Herrera.

"En adultos se ha observado que ciertas estructuras cerebrales relacionadas con el aprendizaje, como el hipocampo, la amígdala, el cerebelo y los lóbulos frontales, quedan afectadas por estados depresivos crónicos. Entonces, a esas personas les cuesta trabajo aprender, analizar, planear, evaluar situaciones y tomar decisiones", señaló la académica universitaria.

Hay que estar alerta, añade, en especial si el infante está desanimado, se aburre con facilidad, nada lo hace feliz ni le permite disfrutar la vida, es pesimista y tiene una baja autoestima. Otras conductas peligrosas son aislarse, tener poco contacto con más niños y adultos, y mostrar una incapacidad para hacer amigos. "Se come su almuerzo solo, no le gusta compartir".

En cuanto a los síntomas físicos, pueden ser dolores de estómago, de cabeza y trastornos del sueño como pesadillas o insomnio. El menor se muestra cansado y llega a casos de enuresis (emisión no voluntaria de orina durante el día o la noche).

Si nota que su hijo tiene las características mencionadas, el primer paso es visitar un paidopsiquiatra, que es el experto en menores. Éste, a través de juegos, realiza pruebas para diagnosticar los problemas, explica Martha Robledo.