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La concentración de mercurio en los seres humanos y animales que viven en las regiones polares está en aumento. Los osos polares y los seres humanos que se alimentan de mamíferos marinos son los más afectados. Pero ¿por qué hay más mercurio en el Ártico que en otras partes? Ciertamente, hay más mercurio depositado en el Ártico que en cualquier otro lugar del planeta. Los investigadores de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología (NTNU) piensan que una posible explicación para esto puede encontrarse en las condiciones meteorológicas existentes en el Ártico durante la primavera y el verano.

Los científicos han estado dándole vueltas a esta cuestión desde el comienzo de la década de 1990. El primer gran avance se produjo cuando se descubrió que bajo ciertas condiciones meteorológicas, el mercurio en el aire es depositado en la nieve y el hielo de las zonas polares. El fenómeno se produce cuando el sol se eleva sobre el horizonte en la primavera, después de una larga noche polar.

Ahora, una nueva investigación conducida por la Dra. Anne Steen Orderdalen de la NTNU y el profesor Torunn Berg del Departamento de Química del Instituto Noruego para la Investigación del Aire (NILU) muestran que este proceso también se produce en el verano, así como en la primavera. En una serie de publicaciones, los investigadores han documentado los tipos de mercurio que se encuentran sobre el Ártico, dándole seguimiento a su transporte y destino final.

Esencialmente, mucho más mercurio es depositado en el Ártico que lo pensado anteriormente, y esto puede ser debido al prolongado período de tiempo durante el cual el mercurio puede ser transformado y depositado. Los científicos aún no saben exactamente por qué y cómo se produce el proceso. Pero la luz del sol parece ser un factor importante.

La mayoría de las emisiones antropogénicas de mercurio provienen de las industrias. Sin embargo, las fuentes naturales como las erupciones volcánicas y la erosión también contribuyen a la presencia del mercurio en la atmósfera terrestre. Todo el aire que nos rodea contiene mercurio gaseoso, que no es reactivo y por lo tanto, en concentraciones normales, no es perjudicial para los animales y seres humanos.

Las concentraciones en todo el mundo son bastante similares. Pero parece que una reacción entre la sal del mar, la luz del sol y el mercurio atmosférico transforma el mercurio gaseoso (menos peligroso) que se encuentra en el aire en un tipo de mercurio mucho más reactivo. Cuando este tipo más reactivo de mercurio se deposita en el suelo, puede convertirse en metilmercurio que es un compuesto neurotóxico - el cual puede envenenar toda la cadena alimentaria.

Cuando este tipo de mercurio entra en la cadena trófica, es absorbido por microorganismos, y luego por organismos cada vez más grandes. Los mamíferos marinos, osos polares y los seres humanos son la parte superior de la cadena alimentaria en el Ártico, y por lo tanto están sujetos a la mayoría de la contaminación, porque cuanto más arriba los organismos se encuentran en la cadena trófica, más alta es la conversión y concentración del mercurio tóxico.

El mercurio se almacena en el cuerpo y hay mucha evidencia de los daños que el contaminante produce al sistema nervioso. Además, el mercurio puede tener un efecto grave en la salud de los animales, pero también amenaza a las personas que en gran medida viven de los mamíferos marinos. Algunos estudios de los niños que viven en las Islas Feroe han mostrado serios problemas de aprendizaje que se sospechan estar vinculados a concentraciones elevadas de metilmercurio en los alimentos que comen.

El descubrimiento podría ayudar a explicar los altos niveles de mercurio encontrados en los mamíferos marinos y los osos polares, porque el mecanismo permitiría que cantidades significativas de mercurio sean depositadas en el océano durante la fusión de la nieve. Además, el cambio climático puede desempeñar un papel en la diseminación del mercurio.

Los resultados se basan en mediciones del aire en Svalbard, donde ha habido una serie de estudios de campo realizados en la estación de aire de Ny-Ålesund, en Svalbard. La estación de medición de los registros de la concentración de mercurio y otras sustancias continúa durante todo el año. Sólo los canadienses tienen un historial más largo de mediciones de mercurio que los datos que están disponibles en la estación en Ny-Alesund.