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La revolución de los jazmines desencadenó el tsunami democrático en todo el Medio Oriente. Es el fin de los dictadores y la primavera para un cambio del modelo político y económico en la región. Túnez y Egipto ante la medida por controlar la información en esa región desencadenaron la transparencia cibernética.

Los pueblos han encontrado un gran aliado en Internet que ha demostrado ayudar a cambiar el mundo. Es la primera vez que un Gobierno apagó el Internet, pero gracias a la televisión Al-Jazeera desde El Cairo hemos seguido los acontecimientos. El nuevo poder comunicacional, ya fue visible en la revuelta iraní por el fraude de Mahmud Ahmadinejad. Recientemente en Túnez y en El Cairo la protesta vino desde abajo, sobreponiéndose a los partidos políticos y con cierta ayuda sindical. Los jóvenes han sido los actores fundamentales con su nuevo poder del ciberespacio. En el caso de la cultura musulmana, tanto en la revuelta persa como en el mundo árabe, también las mujeres han sido clave en el reclamo de sus derechos ante una sociedad que presenta una política discriminatoria de género. Jóvenes y mujeres en Túnez dejaron atrás 23 años del militar golpista Zine El Abidine Ben Ali, quién derrocó al primer presidente, Habib Bourguiba, siendo su ministro del Interior. En El Cairo, Mohammed Hosni Mubarak, excomandante de la fuerza aérea, siguió el mismo camino de los dictadores de la región, en el poder desde hace tres décadas, incluso había designado a su hijo para sucederle dentro de la tradición dinástica de esos gobiernos. Así, en Libia, Muammar Gadafi, en el poder desde 1969 ya designó a su hijo, Sayf Al-Islam como heredero, igualmente en Siria, Bashar al-Assad llegó a la presidencia por decisión de su padre Hafez al-Assad, quien gobernó desde el año 1971 al 2000, y hasta en Argelia, el presidente Abdelaziz Buteflika, no solo se contentó con reformar la Constitución, para un tercer periodo presidencial, sino que no teniendo hijos ha propuesto a su hermano de 57 años para que lo suceda al terminar su mandato en el 2013.

En Túnez fue más rápido el proceso porque Ben Ali siendo militar, manifestó el temor del golpe y marginó a los militares, privilegiando a la guardia y a la policía, además de decretar un partido único y financiar a las milicias armadas, los militares se alinearon con el pueblo, dejando solo a su Comandante en Jefe. En Egipto, el poder militar es sólido, institucional y aunque no ha obedecido las órdenes de Mubarak de disparar al pueblo, se ha mantenido alerta, por lo que puede representar la toma del poder de los hermanos musulmanes. La oposición organizada egipcia la constituyen los fundamentalistas, con larga tradición y trabajo social. Muchos temen que se repita el caso de Irán, cuando en el 69 cayó la tiranía del Sha se vivió una primavera democrática y se está en un otoño teocrático y dictatorial con Mahmud Ahmadinejad. Israel también se inquieta por la frontera común, el problema de Gaza con Hamás y su excepcional relación diplomática en el mundo árabe.

Hasta ahora la rebeldía egipcia quiere una democracia laica, por eso no nació en las mezquitas, ni liderada por clérigos, como ocurrió con el Ayatolá Jomeini. Dos de los posibles egipcios del gobierno de transición, pueden ser: el actual secretario general de la Liga Árabe, Amr Mohammed Mousa, y el exdirector general del Organismo de Energía Atómica (OIEA), Mohamed el-Baradei. A Mousa lo encontramos en algunas reuniones de la Liga Árabe cuando me desempeñé como embajador en Libia y con el-Baradei tuve la oportunidad de compartir en Viena con otros diplomáticos latinoamericanos en conferencias de la AEIEA. Ambos tienen una gran experiencia diplomática, conocen la geopolítica de su región y el entorno internacional y gozan del respaldo de todos los sectores de Egipto, pueden llevarlo a una moderna democracia con desarrollo social. Hay que señalar que Túnez y Egipto cuentan con un gran número de profesionales formados en su país, en Europa y en Estados Unidos. Muchos jóvenes universitarios frustrados por no conseguir trabajo, uno de ellos, el tunecino Mohammed Bouazizi, fue quien por su inmolación incendió la chispa que inició de la revolución de los jazmines. Son los jóvenes también los que desafiaron el toque de queda esta semana en El Cairo.

La economía ha sido impactada por este terremoto democrático, en Túnez por ser receptor de turismo e inversiones extranjeras y en Egipto además de esta misma característica por lo estratégico del paso de los hidrocarburos por el Canal de Suez.