El descubrimiento de que el cerebro humano continúa produciendo nuevas neuronas en la edad adulta desafió un dogma importante en el campo de la neurociencia, pero el papel de estas neuronas en el comportamiento y la cognición aún no está claro.

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En un artículo revisado, publicado por Cell Press en Trends in Cognitive Sciences, Maya Opendak y Elizabeth Gould, de la Universidad de Princeton, sintetizan la vasta literatura sobre este tema, revisando los factores ambientales que influyen en el nacimiento de nuevas neuronas en el hipocampo adulto, una región de el cerebro que juega un papel importante en la memoria y el aprendizaje.

Los autores discuten cómo el nacimiento de tales neuronas puede ayudar a los animales y humanos a adaptarse a su entorno y a las circunstancias de un mundo tan complejo y cambiante. Para probar estas ideas utilizan diseños naturalistas, como el permitir a los roedores de laboratorio vivir en entornos de madrigueras sociales más naturales y observar cómo las circunstancias, como puede ser el estatus social, influyen en la velocidad a la que nacen las nuevas neuronas.
"Las nuevas neuronas sirven como medio para ajustar el hipocampo al medio ambiente predicho", dice Opendak. "En concreto, en la búsqueda de experiencias gratificantes o para evitar las experiencias estresantes que pueden inducen a optimizar el cerebro de cada individuo. Las condiciones experimentales más naturales pueden ser un paso necesario hacia la comprensión del significado adaptativo de las neuronas nacidas en un cerebro adulto."
En los últimos años, se ha vuelto cada vez más claro que las influencias ambientales tienen un efecto profundo en el cerebro adulto entre una gran variedad de especies de mamíferos. Las experiencias estresantes, como las restricciones, la rendición social, la exposición a olores de depredadores, el ineludible trauma y la privación del sueño, se ha demostrado que reducen el número de nuevas neuronas en el hipocampo. Por otro lado, las experiencias más gratificantes, como el ejercicio físico y el apareamiento, tienden a aumentar la producción de nuevas neuronas.

El nacimiento de nuevas neuronas en la edad adulta puede tener importantes consecuencias conductuales y cognitivas. La supresión inducida por estrés de la neurogénesis adulta se ha asociado con un rendimiento deficitario en tareas cognitivas dependiente del hipocampo, como el aprendizaje de la navegación espacial y la memoria de objetos. También se ha demostrado que dichas experiencias aumentan los comportamientos similares a la ansiedad asociados al hipocampo. Y que las experiencias gratificantes están asociados con una reducción de la ansiedad y mejoran el rendimiento en tareas cognitivas que implican al hipocampo.

Aunque los científicos generalmente coinciden en que nuestras acciones del día a día cambian nuestro cerebro, incluso en la edad adulta, hay un cierto desacuerdo sobre el significado adaptativo de las nuevas neuronas. Por ejemplo, la literatura presenta resultados mixtos sobre si las nuevas neuronas generadas en condiciones experimentales específicas están orientadas hacia el reconocimiento de una experiencia en particular o si proporcionan un fondo de nuevas neuronas que permiten la adaptación del medio ambiente en el futuro.

Gould y sus colaboradores propusieron recientemente que el disminuido estrés por inducción en la formación de nuevas neuronas podría mejorar las posibilidades de supervivencia mediante el aumento de la ansiedad y la inhibición de la exploración, de ese modo se prioriza la seguridad y el comportamiento de evitación, a expensas de un rendimiento óptimo en las tareas cognitivas. Por otro lado, los aumentos inducidos por la recompensa de las nuevas neuronas pueden reducir la ansiedad y facilitar la exploración y el aprendizaje, conduciendo a un mayor éxito reproductivo.
"Dado que el pasado es a menudo el mejor predicador del futuro, un cerebro modelado por el estrés puede facilitar las respuestas de adaptación a la vida ante un ambiente estresante, mientras que un cerebro modelado por recompensa puede hacer lo mismo, pero en una vida de un bajo nivel de estrés, y alta recompensa medioambiental", señala Gould, profesor de psicología y neurociencia en la Universidad de Princeton.
No obstante, cuando las experiencias aversivas superan en número a los gratificantes, tanto en cantidad como intensidad, el sistema puede llegar a un punto de ruptura y producir un resultado de mala adaptación. Por ejemplo, el estrés reiterado produce una continua reducción en el nacimiento de nuevas neuronas, y en última instancia, la aparición de una mayor ansiedad y síntomas depresivos similares.
"Tal escenario podría representar procesos que participan en condiciones patológicas, algo parecido a lo que los seres humanos experimentan cuando están expuestos al estrés traumático reiterado", dice Opendak.
Son muchos los estudios que investiguen las neurogénesis adulta en condiciones de laboratorio controladas, pero la pertinencia de sus conclusiones a las circunstancias del mundo real no está clara. El uso de un sistema de madriguera visible --una estructura que consta de tubos, cámaras, y un campo abierto--, ha permitido a los investigadores recrear las condiciones que permitan la producción de jerarquías dominantes que forman las ratas de manera natural en la naturaleza, replicando los factores estresantes, recompensas, y los procesos cognitivos que acompañan a este estilo de vida social.
"Este ajuste más realista ha revelado diferencias individuales en la neurogénesis adulta, con más nuevas neuronas producidas en las ratas dominantes frente a las subordinadas", dice Gould. "Si tomamos estos hallazgos de laboratorio y lo elevamos a un siguiente nivel, mediante la exploración de interacciones sociales complejas en entornos que maximicen la variabilidad individual, el sello distintivo de la experiencia humana, es probable que sea especialmente esclarecedor."
Fuente: Cell Press, vía EurekAlert.org .
Publicación: Maya Opendak, Elizabeth Gould. Adult neurogenesis: a substrate for experience-dependent change. Trends in Cognitive Sciences, 2015; DOI: 10.1016/j.tics.2015.01.001.
Referencia: Science Daily.com