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El último movimiento sobre el tablero fue el encuentro el domingo de Suleiman con algunos partidos y representantes de la oposición seleccionados. Estaba la Hermandad Musulmana, pero partidos opositores y figuras destacadas, como Mohammed el Baradei, fueron excluidos. Suleiman remitió toda solución a las elecciones de septiembre, afirmando que hasta esa fecha Mubarak iba a permanecer en el país. Esto fue rechazado de plano por toda la oposición.

Para dorar la píldora, se comprometió a gestionar la eliminación de la ley de emergencia, que es tan vieja como la dictadura de Mubarak, o sea 30 años. Hay que saber además que todos los partidos de la oposición han sido ilegalizados por Mubarak y sólo pueden actuar en la clandestinidad, y que las elecciones en que se reeligió una y otra vez estuvieron marcadas por fraudes escandalosos. Sin duda en septiembre se piensa repetir el plato. Si llegan hasta allí.

En los dos últimos días, el régimen pretendió dar una imagen de relativa normalización. Abrieron los bancos, y mucha gente se precipitó a retirar su dinero. Han seguido las protestas por el alto costo de la vida, que vienen desde antes, y afectan sobre todo al 40% de la población pobre del país. Este tema está vigente en forma agudizada en toda la región, al punto de que los gobiernos de Marruecos, de Yemen y Jordania, entre otros, han adoptado medidas paliativas para evitar que las manifestaciones se desborden.

A todo esto se han revelado nuevos datos de la cruda represión, sobre todo en la plaza Tahrir (Liberación), que la ONU estima en 300 muertos y 5000 heridos. Como ya dijimos, los medios de difusión han sido objetivo particular de la furia represiva, para evitar (vanamente) que ésta trascienda al mundo. Falleció un periodista egipcio víctima de estos ataques con armas de fuego, palos y piedras. A la cadena Al Jazira, que es uno de los medios de difusión más importantes de la región, se le decomisaron los equipos y se le impide ejercer su labor, lo que mereció la solidaridad de Telesur, cuyos periodistas también fueron detenidos y su material informativo secuestrado. Vimos por el canal Fox de TV de EEUU a dos periodistas del mismo con graves heridas en los ojos y en la cabeza, con muchos puntos de sutura, producto de los salvajes ataques que sufrieron cuando cubrían los acontecimientos en la céntrica plaza de El Cairo.

Además, las huestes de Mubarak (que reunían agentes de seguridad disfrazados, desclasados que iban por la paga y delincuentes liberados a esos efectos, que se desplazaban a pie, a caballo y en camello), cercaron el hotel Ramsés Hilton en que se alojaban los periodistas para impedirles salir, al tiempo que se bloqueó el acceso a Internet. Un extenso relato de primera mano de Alan Woods narra estos extremos con detallada precisión.

Una clave es la posición de EEUU y de Israel. Como corolario de los acuerdos de Camp David, suscritos entre Israel y Egipto en 1978, EEUU se comprometió a suministrar asistencia militar a ambos países. Egipto recibió desde esa fecha 35 mil millones de dólares de asistencia, en su mayor parte fondos militares sin obligación de devolución. Israel sigue estando en primer lugar en materia de ayuda militar de EEUU en el mundo (así como Colombia en América), y Obama propuso recientemente ampliarla a cambio de una congelación temporal de las construcciones en territorios palestinos, que Netanyahu no aceptó (la moratoria). EEUU firmó además un acuerdo para proporcionarle 60 mil millones de dólares en armas y servicios a Arabia Saudita, uno de los pocos países de la región que apoyan a Israel y al cual huyó el tirano tunecino Ben Alí.

En cuanto a Israel, el Middle East Monitor afirma que el gobierno de Tel Aviv ha colocado "todas sus capacidades" a disposición del general Omar Suleiman, desde mucho tiempo colaborador del Mossad, para "proteger al régimen de Egipto". En este país las manifestaciones siguen y se extienden a la región. En la ciudad tunecina de Kef se registraron varios días de manifestaciones y el incendio de una sede policial. En Jordania la oposición, que determinó la caída del gobierno Rifai, rechazó la propuesta de ingresar al nuevo gobierno conducido por Marruf Bakhit. La lucha continúa.