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Mientras la mayor parte de la prensa internacional cubre casi exclusivamente lo que sucede en la plaza Tahrir, en la capital de Egipto, pocos saben que las protestas contra el régimen de Hosni Mubarak, ahora en su tercera semana, han llegado prácticamente a cada rincón del país.

"Parece como si la revolución ocurriera sólo en Tahrir, pero eso es porque es muy difícil para la prensa ir a otras ciudades", dijo el activista Mohamed Hussein. "El gobierno impide que los periodistas viajen a muchas áreas".

Mubarak dio un discurso este jueves anunciando que transferiría algunos poderes a su vicepresidente, Omar Suleimán, pero no renunciaría antes de las elecciones de septiembre. Esto provocó una airada reacción de los manifestantes reunidos en la plaza Tahrir.

En los últimos días se han reportado también grandes protestas antigubernamentales en las norteñas ciudades de Alejandría, Damanhour, Mansoura, Suez y Puerto Saíd, así como en las sureñas de Assiut, Luxor y Aswan.

Más de ocho millones de personas habrían salido a las calles en todo Egipto en algunos de los días protestas, esto es, alrededor de 10 por ciento de la población del país.

Incluso El-Kharga, un aislado pueblo 500 kilómetros al sudoeste de El Cairo, fue escenario de disturbios. Testigos señalaron que unos 3.000 manifestantes, exigiendo las renuncias de Mubarak y del jefe de policía local, ingresaron a edificios públicos y los incendiaron.

"Los manifestantes prendieron fuego las oficinas provinciales del partido gobernante, la autoridad de regulación de tráfico, la corte de justicia y una estación de policía", informó a IPS por teléfono Mansour Osman, un inspector local de antigüedades.

La policía respondió con gases lacrimógenos y disparos, matando a cinco personas e hiriendo a decenas. También habría liberado a reclusos de una cercana prisión de máxima seguridad, una táctica usada ya en otras ciudades para aterrorizar a los ciudadanos.

"La policía puede ser más brutal fuera de El Cairo ya que no hay prácticamente periodistas extranjeros allí", dijo Hussein.

Organizaciones internacionales como Human Rights Watch indicaron a comienzos de esta semana que por lo menos 297 personas murieron desde que la rebelión comenzó el 25 de enero. La cifra, sin embargo, fue confeccionada sólo con información de visitas a siete hospitales en El Cairo, Alejandría y Suez.

Mientras las manifestaciones contra el régimen siguen propagándose en todo Egipto, trabajadores insatisfechos con sus bajos salarios y las malas condiciones laborales han realizado una serie de huelgas para poner en jaque la tambaleante economía.

Más de 20 pequeñas huelgas estallaron en forma simultánea en todo el país el miércoles. Unos 1.500 trabajadores de un hospital realizaron una sentada, 3.000 empleados ferroviarios demandaron mejores incentivos y 750 trabajadores de una fábrica embotelladora protestaron por sus bajos sueldos.

Mientras, varios cientos de trabajadores de una compañía afiliada a la Autoridad del Canal de Suez realizaron una sentada frente a la sede central de la empresa en Ismailia, 120 kilómetros al este de El Cairo.

El canal de Suez es una de las más importantes fuentes de ingresos de Egipto. El año pasado generó cerca de 4.800 millones de dólares.

Grupos por los derechos laborales señalaron que el estallido de las huelgas en todo el país fue una reacción espontánea a nuevas investigaciones sobre las fortunas ocultas de Mubarak y otros funcionarios de gobierno.

"No hubo plan para coordinar estas protestas", señaló Tamer Fathy, portavoz del Centro de Sindicatos y Servicios a Trabajadores.

"Los empleados estaban molestos por los informes de prensa indicando que miles de millones de dólares de libras egipcias habían sido robadas por empresarios corruptos del régimen, y entonces comenzaron a hacer una campaña por sus derechos económicos", explicó.

Fathy señaló que muchos trabajadores habían asistido a manifestaciones contra Mubarak en forma individual, pero todavía las organizaciones laborales no han expresado en forma abierta su solidaridad con la rebelión.

Si la fuerza laboral del país, estimada en unas 22 millones de personas, se une a las manifestaciones contra Mubarak, podría crear una tormenta perfecta que acabaría con el régimen.

Hay indicios de que el movimiento de trabajadores se ha politizado. Trabajadores de tránsito en El Cairo marcharon este jueves exigiendo incrementos salariales y una mejor representación. En una declaración, llamaron a la disolución del parlamento y al derrocamiento de Mubarak.

Mientras, unos 24.000 trabajadores de fábricas textiles en Mahalla El-Kubra realizan huelgas en protesta contra los bajos sueldos y las deterioradas condiciones de trabajo.

Fue una huelga en esta norteña localidad industrial en 2008 lo que llevó a la creación del Movimiento Juvenil 6 de Abril, fuerza clave en la actual rebelión.