ABC.essab, 15 ago 2015 00:00 UTC
La información contenida en las inscripciones, en combinación con el análisis químico detallado de las estalagmitas en la cueva, pinta un panorama fascinante de cómo las sociedades se ven afectadas por las sequías duraderas en el tiempo. Este descubrimiento permite realizar una comparación en situ de historia y registros geológicos de la misma cueva.© L. TANGrafiti descubierto en una cueva de China
Las inscripciones se encontraron en las paredes de Dayu, cueva en las montañas de
Qinling del centro de China, y describen los impactos de siete eventos de sequía entre 1520 y 1920. El clima en la zona alrededor de la cueva está dominado por el monzón de verano, estación en la que cae el 70 % de la lluvia del año. Motivo por el cual tiene una gran influencia.
«El impacto de las sequías ha estado relacionado con la caída de algunas culturas, ya que cuando las personas no tienen suficiente agua, la dificultad es inevitable y surge el conflicto», afirmó el Dr. Sebastián Breitenbach del Departamento de Ciencias de la Tierra de Cambridge, uno de los co-autores del artículo sobre el grafiti.
«En la última década, los registros que se encuentran en cuevas y lagos han demostrado una posible relación entre el cambio climático y la desaparición de varias dinastías chinas durante los últimos 1.800 años».
Según las inscripciones de Dayu, los residentes de la zona habrían visitado la cueva, tanto para obtener agua como para orar por la lluvia en tiempos de sequía. Un escrito de 1891 dice:
«El 24 de mayo, año 17 del período del emperador Guangxu, Dinastía Qing, el alcalde de la localidad, Huaizong Zhu llevó más de 200 personas a la cueva para conseguir agua. Un adivino llamado Zhenrong Ran oró por lluvia durante la ceremonia».
Otra inscripción de 1528 afirma:
«La sequía se produjo en el séptimo año del período del emperador Jiajing, Dinastía Ming. Gui Jiang y Jiang Sishan llegaron a la ciudad Da'an para reconocer el Lago del Dragón dentro de la cueva Dayu».
Los escritos de la cueva describen como
en las sequías de la década de 1890 se produjo una situación de hambruna severa y provocaron la inestabilidad social local, que finalmente resultó en un feroz conflicto entre el gobierno y población civil en 1900. La sequía de 1528 también dio lugar a una hambruna generalizada, y hubo informes incluso de canibalismo.
Comentario: Y así fue en la mayoría de los casos, especialmente en China, donde existía algo llamado el "mandato del cielo" según el cual los gobernantes eran encargados por los mismos dioses de proteger y hacer prosperar a la población que dirigían. Cuando las cosas salían mal (sequías, inundaciones y/u otras catástrofes climáticas o cósmicas), la población consideraba que era culpa de los gobernantes que hacían enojar a los dioses, por ende, el conflicto podría llegar al punto de exigir el sacrificio de los mismos como ofrenda ante la ira divina.
Si consideramos esta tendencia, resulta bastante interesante el hecho de que, hoy en día, ante el evidente cambio climático del que somos testigos, la propaganda consista en
hacernos creer que nosotros somos los culpables y no ellos, de ninguna manera, ya que, en su fábula,
son ellos mismos quienes presentarían las soluciones (falsas) para estos problemas (y de paso se forrarían con dinero).
{...} Históricamente, cuando un pueblo comienza a percibir las perturbaciones atmosférica, geológica, climática y todos los males que éstos traen a una sociedad, incluyendo el hambre, las plagas y la pestilencia, ellos buscan, individualmente y colectivamente, que sus líderes arreglen las cosas. De ahí es de donde viene el concepto del Rey Divino, para comenzar: se suponía que el rey sería capaz de interceder con los dioses por su pueblo. Si el rey no tenía éxito en su intercesión, una solución debía de ser encontrada. Se realizaban sacrificios, se realizaban rituales, y por supuesto, si eso no funcionaba, si los dioses permanecían enojados, el rey tenía que morir. Esto se debe posiblemente a un interruptor cerebral similar que lleva a la gente a buscar todo lo que alivie la presión sobre sus cerebros: si los dioses están enojados, encuentre un chivo expiatorio. Y cuando es la nación la que se ve amenazada, la persona o personas culpables más obvias son aquellos que están a cargo, el rey y su élite. Lo que es más, ellos saben instintivamente de su vulnerabilidad a esta reacción.
Por otra parte, dado que la historia humana parece definirse por una sucesión de élites gobernantes más o menos corruptas, y si hemos de suponer que este tipo de corrupción (y su propagación por toda la sociedad) es el mecanismo por el cual una civilización atrae a las catástrofes cósmicas, culpar y deponer a la élite es una buena solución. El problema, sin embargo, es que el mecanismo subyacente no es entendido por el pueblo, lo que significa que no tienen el conocimiento de que, si se quiere evitar más destrucción, se debe, a toda costa, evitar el establecimiento de cualquier élite corrupta en el futuro.
Al final, tanto el pueblo como la élite buscan un paradigma que resta importancia a las catástrofes cíclicas, pero lo hacen por diferentes razones. La gente quiere aliviar la enorme presión de una gran catástrofe certera pero impredecible, mientras que la élite quiere permanecer en el poder. El compromiso que sirve a ambos objetivos es la ilusión de una élite que es capaz de proteger a la gente de cualquier desastre. Esta ilusión puede adoptar diversas formas: rituales para apaciguar a los dioses, la revisión de la historia que muestra una evolución de la humanidad uniformista, sin incidentes, y mucha, mucha propaganda.
Esta mentira funciona bien durante los periodos de calma entre dos grandes catástrofes. Sin embargo, la historia muestra que cuando las hambrunas, los terremotos y las plagas han atacado y cobrado bien caro, cuando los volcanes hacen erupción o los cometas flamean en el cielo o las tormentas de meteoros y las anomalías del tiempo aumentan, se derrumba la ilusión, la raison d'être [razón de ser] de las élites (es decir, proteger a las personas) colapsa y el objetivo ha sido y siempre será, en última instancia, las clases dominantes. Y ellos lo saben. Así, que cuando, tal como Anaxágoras, Sócrates o Critias mencionan estos hechos incómodos, son silenciados a través del ridículo y la calumnia, e incluso la muerte.
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Comentario: Y así fue en la mayoría de los casos, especialmente en China, donde existía algo llamado el "mandato del cielo" según el cual los gobernantes eran encargados por los mismos dioses de proteger y hacer prosperar a la población que dirigían. Cuando las cosas salían mal (sequías, inundaciones y/u otras catástrofes climáticas o cósmicas), la población consideraba que era culpa de los gobernantes que hacían enojar a los dioses, por ende, el conflicto podría llegar al punto de exigir el sacrificio de los mismos como ofrenda ante la ira divina.
Si consideramos esta tendencia, resulta bastante interesante el hecho de que, hoy en día, ante el evidente cambio climático del que somos testigos, la propaganda consista en hacernos creer que nosotros somos los culpables y no ellos, de ninguna manera, ya que, en su fábula, son ellos mismos quienes presentarían las soluciones (falsas) para estos problemas (y de paso se forrarían con dinero). Vea también: