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© Faro de VigoUn descanso pobre en cantidad o calidad incide en dos hormonas que regulan el apetito.
Empar Lurbe es nefróloga pediátrica y es jefa del Servicio de Pediatría del Hospital General de Valencia. Esta investigadora valenciana está integrada en el grupo de investigación del consorcio del CIBERobn en Santiago, que dirige Felipe F. Casanueva, que estudia la relación entre el sueño y la obesidad.

Estudios recientes realizados en adultos revelan que los trastornos del sueño juegan un papel importante en los desajustes hormonales que predisponen a la obesidad y viceversa, que los obesos padecen más trastornos del sueño, como apnea y ronquidos, que quienes tienen un peso ideal. Ahora, investigadores del grupo de Santiago del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn), dependiente del Instituto Carlos III y que dirige Felipe F. Casanueva, certifica que una mala higiene del sueño en los niños condiciona la aparición de sobrepeso. Según Empar Lurbe, jefa de Pediatría del Hospital General de Valencia y perteneciente al grupo compostelano de investigadores, el sueño ha de tenerse en cuenta como uno de los factores, junto a la alimentación y el ejercicio, a la hora de abordar el problema de la obesidad infantil.

- ¿Está demostrada la relación directa entre trastornos del sueño y obesidad?

- Se puede decir que pueden facilitar la aparición de obesidad, aunque, como todo en medicina, no es taxativo. Hay estudios que ya relacionaban el riesgo de sufrir obesidad con los trastornos del sueño en adultos. Nosotros lo que hemos hecho es aplicar esto a la población pediátrica.

- ¿Cómo afecta el sueño a nuestro metabolismo?

- Hemos comprobado que dormir menos horas o una mala calidad del sueño aumenta la producción de la ghrelina, hormona que aumenta las ganas de comer, y disminuye la de leptina, que es la que nos da la sensación de saciedad, lo que hace que la persona que no duerme bien tenga más apetito. Sólo una hora más de sueño disminuiría hasta un 36% la posibilidad de que el niño sufra obesidad. Por tanto, la falta de sueño empieza a tenerse en cuenta como un factor más de la obesidad, junto con la alimentación y el ejercicio.

- Y a la inversa, quienes tienen sobrepeso presentan más trastornos del sueño, ¿no?

- Exacto. En consulta tenemos cada vez más casos de niños obesos con trastornos del sueño como apnea y ronquidos, que además presentan más quejas de cefaleas porque oxigenan peor, sequedad de boca, y problemas de concentración y de memoria. Y cuanto más severa es la obesidad, más frecuentes son los trastornos del sueño.

- Las alteraciones en los ritmos biológicos que provocan los trastornos del sueño, ¿son reversibles?

- En principio sí, al igual que otros problemas asociados a la obesidad como la hipertensión. Si un niño empieza a dormir las diez horas diarias que debería, lo lógico, si no tiene otro problema de base que le provoque trastornos del sueño, como vegetaciones o sonambulismo, es que remitan. Y si los tiene, lo que hay que hacer es tratar esos problemas de base.

- ¿Y cuánto debe dormir un adulto?

- Ocho horas son suficientes. Si no podemos dormir entre semana esas diez y ocho horas, lo que sí podemos hacer es respetarlas el fin de semana.

- ¿Le damos la suficiente importancia a nuestro descanso?

- No somos conscientes de la importancia que tiene la higiene del sueño. Esto deberíamos tenerlo claro ya en los niños sanos para prevenir la aparición de problemas como la obesidad. Hay estudios que demuestran que el niño que duerme mal se siente más cansado, por lo que su actividad física se reduce, al igual que su capacidad de atención.

- ¿Qué está detrás de que un niño no duerma las suficientes horas?

- Ahora los niños tienen televisión, videoconsolas y ordenador en la habitación, lo que les quita muchas horas de sueño y de relación con los otros miembros de la familia. Tampoco deberían ver programas que estimulen la actividad cerebral antes de acostarse porque pueden alterar su sueño.