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© Sur.esEn la cárcel malagueña hay cien reclusos por violencia machista, pese a que el año pasado se cerró con más dos mil detenidos.
José Romero había sido condenado a 14 meses de prisión, pero, hasta ayer, nunca había pisado la cárcel. El juez decretó la suspensión de la sentencia al ser inferior a dos años y carecer de antecedentes. A cambio, debía hacer un curso sobre igualdad. Había asistido a ocho sesiones. El martes, el día del asesinato, tenía la novena clase.

La situación de libertad de la que disfrutaba el acusado puede parecer una excepción. Pero no lo es. La mayoría de los penados por malos tratos no llega a entrar en prisión. Así al menos lo reflejan las estadísticas policiales y judiciales. El año pasado, hubo 2.360 detenidos en la provincia por esta causa. En 2.009, los juzgados malagueños dictaron 2.200 sentencias condenatorias. En la cárcel de Alhaurín, sin embargo, solo hay 98 reclusos por delitos motivados por la violencia machista. Es decir, menos del 5%.

El motivo al que aluden fuentes penitenciarias es que el abanico de conductas relacionadas con el maltrato es muy amplio. «La mayoría de los casos se refieren a insultos, amenazas o agresiones leves, que suelen acarrear condenas inferiores a dos años de cárcel», indicaron. Si ocurre -como en el caso del presunto asesino de Susana María Galeote- que el maltratador no tiene antecedentes, se puede decretar la suspensión de la sentencia condicionada al cumplimiento de un curso sobre igualdad, que tienen como finalidad la reinserción de los condenados por este delito.

Si faltan al curso, a prisión

Estos programas de tratamiento son impartidos, entre otros, por psicólogos en el Centro de Inserción Social (CIS), en el polígono Guadalhorce. Actualmente, hay unos 130 condenados que siguen estos seminarios, denominados de educación sexual. Uno de ellos era José Romero. «La suspensión de la sentencia a cambio del curso implica que no se puede faltar ni un solo día; de lo contrario, se le notifica al juez y el penado ingresa en prisión», explicaron fuentes penitenciarias, que reconocieron que, aunque muy pocos, algunos incumplen esta segunda oportunidad y acaban entre rejas.

En último extremo está la prisión. En ella terminan solo los casos más graves de maltrato o los reincidentes, como indican desde el centro penitenciario de Alhaurín de la Torre. Los 98 reclusos que se encuentran actualmente en la prisión provincial por delitos relativos a la violencia machista están acusados o condenados por lesiones graves, tentativas de homicidio o asesinatos de sus parejas, aunque también hay casos provocados por quebrantamientos de condena relacionados con el incumplimiento de prohibiciones de aproximación o comunicación con las víctimas.

La cifra de presos por maltrato refleja con claridad la presencia cada vez mayor de esta lacra en la sociedad. La población reclusa en Málaga es de unos 1.100 internos varones, lo que supone que uno de cada once están entre rejas por violencia machista, según las estadísticas a las que ha tenido acceso este periódico.

Con estos guarismos, las agresiones en el ámbito familiar son ya el cuarto motivo de ingreso en la cárcel malagueña. Solo se ven superados los delitos contra la propiedad (incluyen atracos, robos y hurtos), contra la salud pública y contra la seguridad vial. Otro dato: los reos por malos tratos triplican a los que están entre rejas por lesiones o agresiones sexuales.

Aun así, estos números contrastan con el balance de detenciones. Desde hace un lustro, las Fuerzas de Seguridad arrestan cada año en la provincia a más de dos mil personas por este delito. El promedio de detenidos por incumplimiento de órdenes de alejamiento ronda el 20%.

En la capital, el balance policial de la lucha contra la violencia sexista se mantienen en unas cifras estremecedoras. Solo la Policía Local de Málaga practica casi un arresto diario por este delito. En 2010, fueron 311 detenidos y 85 denunciados, una estadística ligeramente superior a la del año anterior. El 95% de los arrestados por los agentes municipales tenían entre 18 y 65 años; el resto eran menores o ancianos. Los hombres representan el 91%. El 15% eran extranjeros.

Último caso

Entre las últimas detenciones realizadas por este Cuerpo de Seguridad, destaca un caso que tuvo lugar el pasado lunes en la capital. Un hombre de 43 años fue arrestado después de que supuestamente insultara gravemente a su pareja, agrediera a su hija mayor, de 18 años, y amenazara de muerte a ambas.

Según manifestó la víctima, una mujer de 42 años, el hombre se personó en su vivienda bajo los efectos del alcohol y comenzó a insultarla grave y reiteradamente, mostrando una actitud agresiva, en presencia de los tres hijos de ambos, de 5, 9 y 18 años, respectivamente, según informó ayer la Policía Local.

Ante la actitud agresiva de su padre, la hija mayor decidió llevar a sus hermanos pequeños a casa de unos vecinos. A continuación, regresó al domicilio, donde presuntamente fue agredida por el detenido, que le tiró del pelo y la agarró con fuerza del cuello cuando ella le reprochó su actitud. La pareja del presunto agresor le dijo que iba a llamar a la policía, ante lo que el hombre replicó que los agentes «tardaría en llegar diez minutos» y a él le «sobraban ocho».

Al parecer, el individuo llegó a propinarle varias patadas a una jaula en la que había dos pájaros, uno de los cuales murió, y en otro momento amenazó con «comprar una pistola y matarlos a todos».

La mujer había denunciado a su marido en febrero de 2009 por amenazas de muerte, por lo que fue detenido y, tras celebrarse el juicio, se dictó una orden de alejamiento, aunque ambos retomaron posteriormente su relación de pareja, comenzaron a convivir y anularon la citada orden.