El viernes 22 de noviembre de 1963, en una tarde Soleada, la ciudad de Dallas en Texas quedaría marcada en nuestra memoria colectiva haciéndonos testigos de uno de los eventos más trágicos del siglo XX, un evento que profundizaría una siniestra tendencia que venía desarrollándose desde principios de siglo: un grupo pequeño de psicópatas en posiciones de poder cambiando una vez más a su antojo el destino de miles de millones de personas sin que nadie pudiese hacer nada al respecto.

Fue el conocimiento que John Fitzgerald Kennedy (JFK) tenía acerca de estas tendencias lo que lo puso en la mira de estos grupos poderosos y lo que en definitiva provocaría su dramática salida de escena de nuestro mundo, dejando huérfana a la humanidad y en manos de un puñado de monstruos con traje cuya codicia y sed de poder no tiene límites.
JFK kennedy
© Sott.net
Fue su genuino deseo de incrustarse dentro del perverso sistema que gobernaba (y gobierna aún hoy) el mundo para llevar a cabo cambios profundos y necesarios lo que puso un precio sobre su cabeza; fue su valentía lo que lo llevó a enfrentarse contra las auténticas huestes infernales de psicópatas que pretenden regir el mundo dispensando miseria; fue su coraje lo que lo impulsó a seguir con empeño en su camino a pesar de los nuevos enemigos que creaba a cada paso que daba; y fue su tenacidad y su audaz manejo del poder popular lo que en última instancia significaría una sentencia de muerte y su sobrecogedora ejecución pública frente a los ojos de millones que lo admiraban y se sentían inspirados por su presencia.


Fue aquel trágico día que aprendimos que luchar en contra de la segregación racial o de cualquier tipo, el crear condiciones favorables para los más pobres y necesitados, el hablar de paz cuando estás rodeado de seres hambrientos de muerte y guerra, puede acortarnos la vida. Aprendimos que unos dementes sin alma pueden asesinar a nuestro presidente y decirnos las mentiras más burdas y grotescas al respecto; aprendimos que cuando es conveniente, una bala puede desafiar las leyes de la física, y que sin importar que más de la mitad de la población del país cree que la versión oficial sobre su asesinato es una mentira, no existe necesidad de lidiar con ese hecho.

52 años después de su muerte, muchos sentimos nostalgia al darnos cuenta lo lejos que nos encontramos como especie y comunidad global del mundo que tendríamos de no haber sido asesinado John F. Kennedy. Nos preguntamos una y otra vez ¿sería Oriente Medio un caos infernal de muerte sin sentido de haber continuado con sus políticas de paz? ¿Serían las Naciones Unidas una institución global sin poder real como es ahora? ¿Sería Estados Unidos la amenaza más grande para la paz mundial?... Un sinfin de preguntas merodean nuestras mentes acompañadas con la melancolía de unas auténticas ansias de paz y hermandad frustradas... A juzgar por la dirección de sus acciones, JFK pudo haber sido el líder que la humanidad necesitaba. Un mundo mejor pudo ser posible... pero no lo fue.

JFK
© Desconocido
El eco de los dos disparos que arrancarían la esperanza de muchos resuena hoy en Siria, en Ucrania, en Palestina y en Iraq, entre otros muchos lugares incluyendo los mismos Estados Unidos y Europa; en cada uno de estos lugares operan las mismas fuerzas asesinas que frustraron su vida y se disparan las mismas balas que penetraron su cabeza, sólo que el blanco ahora son generaciones enteras de víctimas inocentes, legiones humanas de mártires sentenciadas por la avaricia y sed de sangre de viles engendros con disfraz humano.

Las mismas ansias insaciables de control que llevaron a asesinar a quien encarnaba las esperanzas de toda la humanidad, nos vigilan hoy en día en todos los lugares virtuales en los que existimos; las mismas corporaciones mediáticas que con sus patéticos shows nos mintieron en la cara acerca de los detalles de la conspiración pergeñada para asesinar a John F. Kennedy, nos mienten hoy en día sobre Rusia.

Parece que la "conspiración monolítica y despiadada" a la que hizo alusión Kennedy, esa siniestra operación que en el más absoluto secretismo atenta permanentemente contra una sociedad libre e independiente, aquella misma a la que él con osadía y muchas agallas se opuso, finalmente logró expandir su influencia hacia todos los aspectos de nuestras vidas.

Es cierto, en perspectiva un sombrío panorama nos muestra descarnadamente un sinfín de batallas perdidas a lo largo de 50 años. Pero esta no es una contienda concluida, esta es una guerra aún viva que debemos luchar a diario cada uno de nosotros por medio de nuestra respuesta a sus acciones...

Lectores de SOTT, hoy más que nunca las palabras de John Kennedy se hacen indispensables para no sucumbir, para no abandonar las esperanzas:
"Dado que estamos alrededor del mundo en contra de una monolítica y cruel conspiración que reside principalmente en el ocultamiento de los hechos, en expandir su esfera de influencia, en la infiltración en lugar de la invasión, en la subversión en lugar de las elecciones, en la intimidación en lugar de la libre decisión, en las guerrillas nocturnas en lugar de los ejércitos a la luz del día. Es un sistema que ha acumulado vastos recursos humanos y materiales, anudado herméticamente, una verdadera maquina altamente eficaz que combina operaciones militares, diplomáticas, de inteligencia, económicas, científicas y políticas. La preparación de estas actividades son secretas, no públicas. Sus errores son soslayados y enterrados bajo un manto de silencio, y no publicados en la prensa. Sus disidentes son silenciados, nunca elogiados. Ninguna inversión es cuestionada, ningún rumor es informado, ningún secreto revelado. Lleva adelante la Guerra Fría en forma sistemática, con disciplina de guerra, que ninguna democracia esperaría, ni querría enfrentar... "

John F. Kennedy Abril 27, 1961