Sentirse mal es algo que no gusta. Dependiendo de cada persona la capacidad para tolerar el malestar es diferente. Hay malestares que objetivamente son más bloqueantes que otros. El malestar está presente en muchas de las situaciones que afrontamos en la vida: por la muerte de alguien querido, por un despido, por una enfermedad y sus síntomas asociados, por una ruptura de pareja, por lo que se tarda en aprender algo, lo que se tarda en montar un mueble de Ikea, hacer una cola o lo que tarda una cafetera en calentarse para poder preparar una café.

diamantes presión
Para mi la tendencia a sentirse frustrado y no tolerar el malestar, está en función de las expectativas que generamos con respecto a lo que podemos y debemos conseguir en un determinado tiempo y por medio de un esfuerzo concreto. Las personas que desajustan sus expectativas son especialmente vulnerables. Tienden a sentirse mal con mucha frecuencia o se desgastan más de lo necesario.

Ser capaz de tolerar el malestar es una característica que nos puede proteger ante las presiones que recibimos en el día a día. El concepto que usamos en psicología es el de que nos hace más resilientes. Hay que entender que el hecho de que algunas personas manejen mejor que otras la presión cotidiana no es casual. Se debe a la resiliencia de cada persona. Las diferencias que se producen entre individuos a la hora de tolerar el malestar, son consecuencia de la educación, de las experiencias personales, de la capacidad para evitar las amenazas, de los éxitos o fracasos al afrontar algunos miedos...

Aquellos que no son capaces de afrontar bien las sensaciones de malestar suelen pensar o expresar frases como: "Si algo me hace sentir mal y no lo estoy resolviendo es que lo estoy haciendo mal". "Algo no estoy haciendo para que me sienta calmado". Es decir, buscan soluciones que tengan un efecto inmediato sobre la sensación de calma. En este sentido las personas inquietas, nerviosas e impacientes suelen ser más vulnerables al tolerar peor el malestar.

Las consecuencias de no tolerar bien el malestar
  • Más frustraciones.
  • Más conflictos.
  • Más probabilidad de desarrollar depresión y trastornos de ansiedad.
Existen muchas situaciones en las que nos vamos a tener que enfrentar al malestar o a las decepciones. Por ejemplo:
  • Ruptura de pareja. Si vivimos una ruptura de pareja tendremos que vivir también un tiempo con dudas sobre si pude haber actuado de otro modo, o si el daño producido en la ex pareja fue demasiado grande y no se lo merecía; o si insisto más o menos para volver... Cuantas más certezas busque en una situación como esta, más malestar acumularé, y probablemente peores decisiones tome.
  • Una enfermedad y su tratamiento. Según sea el caso desde una contractura de espalda a un tratamiento para el cáncer van unidos a su proceso correspondiente. No ajustar expectativas es garantía de bloqueo y malestar. Nos agobiará que las cosas no evolucionen rápido, nos desesperará no poder hacer cosas que antes sí podíamos, nos enfadará estar más cansados de lo deseable, el dolor, o la dependencia de otras personas. Todo por no querer vivir esa situación y querer otra realidad diferente.
Por tanto no tolerar el malestar agrava el malestar al desajustar las expectativas sobre lo que vivimos y no nos gusta.

¿Cuál es el mejor "antídoto" para las expectativas desajustadas?

1. Replantearnos las exigencias cotidianas es la primera. Si necesitamos que las cosas sean sólo de una manera, de la que creemos que es la correcta, lo normal es que cada vez que no consigamos lo que queremos nos frustraremos y no nos permitiremos sentir mal. Nuestra capacidad para soportar el malestar se reducirá. Sobre este tema hablé en otros artículos como: "rabia y enfado", "presionarse no produce siempre el efecto deseado", o "meto la pata siempre en las mismas situaciones".

2. Otro antídoto para las expectativas desajustadas es hacer predicciones realistas sobre lo que vamos a vivir y lo que se puede modificar y lo que no. La cantidad de cosas que van a ocurrir queramos o no es enorme: enfermedades que nos harán coger una baja, retrasos por atascos, olvidos que molestarán a alguien, rupturas de pareja, tropiezos o accidentes... Podemos no asumir lo que nos ocurrirá, pero lo normal es que gran parte de lo que menciono sí se produzca. Entender que es razonable nos multiplicará la capacidad para tolerar el malestar. Al fin y al cabo como las cosas acaban llegando, el mayor avance o signo de madurez de una persona puede ser el saber gestionar las adversidades para que después sea posible de disfrutar de las cosas agradables y positivas. Esperar pasar por la vida sin malestar es garantía de decepción, rabia o tristeza.

3. La paciencia. Cultivar la capacidad para permitir que las cosas evolucionen o cambien es una garantía de calma. No es necesario dejar de luchar por las cosas que queremos, pero claramente cuando no depende algo de nosotros y no lo aceptamos, nos puede llevar al bloqueo y a tolerar muy poco el malestar. Quisiera recomendarle dos artículos muy relacionados con estos temas: técnica de Detección y Afrontamiento de la Consecuencia Temida, DACT; y "¿Es importante la paciencia?"

4. Por último, no negociar con uno mismo. Si no se está del todo convencido de que merece la pena afrontar la sensación de malestar para conseguir después un beneficio, es preferible no exponerse demasiado a las situaciones que bloquean. Lo más habitual es que las sensaciones negativas se disparen y que se produzca una mala interpretación de lo que ha ocurrido: "nunca lo voy a conseguir", "soy incapaz de hacerlo", "esto es imposible"... En estos casos lo normal es que el propio proceso de decisión sobre si lo hago o no, sea el que potencie las sensaciones de alerta, impotencia y fracaso. Así pues, decida qué quiere afrontar y no lo negocie después consigo mismo.

Por tanto estar mal, no es bueno por sí mismo. Hay malestares útiles e inútiles. Un malestar útil es el que tiene que ver con aguantar la opinión de alguien cuando le decimos que no, un malestar que podemos soportar pero no nos ayudará es el que se produce cuando callamos que tenemos sed y no pedimos un vaso de agua.

Planteamientos como los que se proponen en este artículo tienen mucho que ver con la manera en la que la psicología intenta ayudar a las personas a estar bien. Todo se puede aprender si se tiene la motivación para ello. Desear hacer cambios es lo que puede ayudar a que nos sintamos mejor. Si se siente molesto a menudo, si siente que la impaciencia le produce más malestar de la cuenta, o simplemente se frustra con frecuencia porque las cosas no son como deberían ser, este es un buen artículo para conseguir iniciar algunos cambios a mejor.