Bahréin declaró este martes la ley marcial, al día siguiente de que fuerzas saudíes llegaran al reino gobernado por suníes para ayudar a restablecer la calma después de semanas de protestas por parte de la mayoría chií del archipiélago.

La televisión de Bahréin dijo que el rey "autorizó al comandante de las fuerzas de defensa de Bahréin a tomar todas las medidas necesarias para proteger la seguridad del país y sus ciudadanos".

La orden real debía entrar en vigor este martes y se aplicaría a todo el estado del Golfo, un importante eje regional para el petróleo y la banca, y las fuerzas de seguridad se harían cargo del país durante los próximos tres meses, dijo la televisión.

No estaba claro si se impondría un toque de queda o si habría algún tipo de prohibición en medios de comunicación o reuniones públicas.

El lunes, más de 1.000 soldados saudíes se desplegaron en el reino en un largo convoy de vehículos blindados a petición de los gobernantes suníes de Bahréin, haciendo la señal de la victoria mientras cruzaban el paso elevado que conecta Arabia Saudí con la pequeña isla.

Emiratos Arabes Unidos dijo que enviaría a 500 policías. Analistas consideran el desplazamiento de tropas a Bahréin, donde se encuentra la Quinta Flota de la Marina de Estados Unidos, como una muestra del temor de Arabia Saudí a que posibles concesiones hechas por la monarquía del país puedan inspirar a su propia minoría chií.

Conflictos sectarios

Bahréin ha sufrido sus peores disturbios desde la década de 1990 después de que los manifestantes salieran a las calles el mes pasado, inspirados por levantamientos que derrocaron a los presidentes de Egipto y Túnez.

A diferencia de esos países, donde la población, de mayoría suní, se unió contra el régimen, Bahréin está dividido en líneas sectarias, lo que eleva el riesgo de entrar en un conflicto civil.

Diferentes zonas de Bahréin registraron enfrentamientos interreligiosos durante la noche, con suníes y chiíes intercambiando acusaciones en los medios de haber sido atacados por bandas de jóvenes.

Los choques violentos entre jóvenes armados con porras, cuchillos y piedras se han convertido en algo cotidiano, lo que ha obligado a la Universidad de Bahréin y muchos centros educativos más a cerrar para evitar mayores problemas.

En un indicio de que el país se encamina a unos disturbios prolongados, los manifestantes acampados en la plaza de la Perla, el foco de semanas de agitación, siguieron desafiantes ante la intervención saudí.

"Rechazamos esta intervención y lo consideramos una ocupación. Cualquier intervención extranjera para reprimir a la gente es ocupación", dijo Akeel Jaber, un activista en la plaza. Más del 60 por ciento de los bahreiníes son chiíes que se quejan de discriminación en manos de la familia real suní.

Estados Unidos ha instado a Arabia Saudí, el principal exportador de petróleo del mundo y un aliado clave de Washington en la región del Golfo, a mostrar moderación, aunque analistas dijeron que la escalada demostraba los límites de la influencia estadounidense cuando la seguridad interna estaba amenazada.

En una señal de que la seguridad de Bahréin podría deteriorarse, el Departamento de Estado de Estados Unidos aconsejó a sus ciudadanos en contra de viajar a la isla.