
El 10 de marzo fue el día de las auroras boreales en gran parte de América del Norte, espectáculos debidos a la mayor de tres tormentas solares detectadas dos días antes por los satélites, que procedía de una gran mancha, la número 1166.
En Europa, debido a la configuración del campo magnético terrestre, las auroras no llegaron a latitudes tan bajas.
Esta erupción, la segunda de clase X en menos de un mes, tras cuatro años de ausencia de estos fenómenos (los mayores que se producen en el Sol), es un indicador más de la creciente actividad solar cuando la estrella entra en su ciclo número 24.
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