Imaginar los posibles fracasos futuros a veces hace que caigamos en una trampa mental limitante.

Nadie duda que la vida está llena de contratiempos y momentos de malestar o dolor, pero también es cierto que gran parte de nuestros males los fabrica nuestra propia imaginación. El miedo a fracasar es un perfecto ejemplo de esto.

si no tuvieras miedo
Y es que, aunque tendamos a creer que somos seres fundamentalmente racionales y que actuamos de acuerdo a la lógica cuando tomamos decisiones trascendentales que nos afectarán mucho, lo cierto es que no es así; el simple hecho de pensar mucho en el fracaso puede actuar como una trampa que limita nuestra libertad.

El miedo a fracasar como trampa mental

Gran parte de lo que hacemos nace del miedo a fracasar. Actuar de cierta forma y realizar acciones de un modo determinado no equivale a mantener una actitud proactiva; aunque suene extraño, hay cosas que las hacemos justamente porque nos permiten permanecer en un estado pasivo, es decir, dentro de nuestra zona de confort.

Así, seremos capaces de trazar planes complicadísimos y de esforzarnos mucho simplemente para crear una excusa convincente (de cara a los demás) que nos permita no tener que empezar ese proyecto que nos ilusiona.

El miedo a fracasar es algo que nos paraliza pero que, a la vez, hace que estemos dispuestos a gastar tiempo y esfuerzos en no salir de la zona de confort y no tener que enfrentarnos al riesgo de fracasar.

La parálisis del análisis

Lo curioso del miedo a fracasar es que puede ser camuflado de muchas maneras diferentes. Por ejemplo, en ciertas ocasiones puede adoptar la forma de la parálisis del análisis. Este es un concepto utilizado para referirse a los momentos en los que el hecho de tener una o varias decisiones hace que nos quedemos sin elegir sin ninguna de las opciones disponibles.

La parálisis del análisis puede ser entendida como un fallo en el modo de tomar decisiones racionalmente cuando ninguna de las opciones es lo suficientemente buena, pero también puede ser miedo a fracasar disfrazado de racionalidad. Esos momentos de pensamiento en bucle en los que las decisiones se toman escasamente y cuando lo hacen desaparecen para devolvernos al punto de partida es una de las experiencias más frustrantes que existen, pero además tienen otra consecuencia negativa: nos mantienen en el sitio sin poder movernos, con todas las consecuencias que eso conlleva.

Combatir el miedo a fracasar

Teóricamente, el miedo a fracasar no es malo de por sí, porque es simplemente un sentimiento desagradable basado en ideas racionales: lo que supondría fallar en nuestros objetivos no puede ser tan positivo como lo que implicaría tener éxito, y si este fuera el caso significaría que el proyecto o la decisión significa poco para nosotros.

Sin embargo, a la práctica, cuando nos paramos a pensar en el miedo a fracasar suele ser porque este se ha convertido en un problema, un obstáculo.

¿Y cómo evitar que el miedo a fracasar nos perjudique? Para ello puedes seguir estas pautas.
1. Anota un árbol de decisiones
Anota en una hoja de papel las posibilidades que se extienden ante ti, con sus diferentes ramificaciones en las que quedan representadas las posibles consecuencias de cada una de ellas. Junto a cada una de las opciones, anota la probabilidad que creas que tienen de ocurrir dando por sentado que has tomado todas las decisiones anteriores que llevan hasta ese punto. Para hacer que esta estimación sea lo más razonable posible, puedes pedir una segunda opinión.

Luego, anota junto a cada posible escenario el grado en el que esa opción te gustaría o te desagradaría. Combinando estos dos tipos de información para cada una de las opciones, puedes hacer otro "árbol de decisiones" en el que las ramas estén ordenadas de izquierda a derecha según las posibilidades de que ocurran, y puedes colorear cada una con una paleta de colores que van del rojo al verde y que expresan el grado en el que te gustaría que pasase cada cosa.

Este árbol de decisiones coloreado puede ayudarte mucho a la hora de hacer que la toma racional de decisiones se superponga al miedo a fracasar.
2. Fíjate metas a corto plazo
Una vez tengas clara cuál es la opción que racionalmente es más adecuada para ti y que todo lo que te aparte de ella es simple miedo a fracasar, fijarte metas a corto plazo es el modo ideal de comprometerse con esa decisión. Además, esto hará que sea más difícil caer en el "ya lo haré mañana", que puede ser una forma de miedo a fallar camuflada.
3. Comprométete a hacerlo ante los demás
Otra manera de hacer que el miedo a fracasar no te paralice es comprometerte a hacer aquello que te da miedo ante los demás. De este modo, puedes utilizar en su propia contra la lógica del miedo a fallar, ya que empiezas a temer la posibilidad de no cumplir con tu palabra.

De algún modo, para combatir este estado de parálisis psicológica es bueno encontrar formas de auto-obligarse a hacer lo correcto, y esta opción es eficaz (excepto en el caso de adicciones patológicas, en cuyo caso es imprescindible acudir a un especialista).