La intervención en el conflicto de Kosovo y el reconocimiento de la independencia de esta región, sin la aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU, se convirtieron en uno de los mayores errores de la política exterior de EEUU, opina Ted Galen Carpenter, columnista del diario The National Interest.

Según el investigador del Instituto Cato, Washington creó "un terrible precedente" con la intervención en el conflicto de Kosovo.
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© REUTERS/ Kacper Pempel
"Considerada como defensiva, la alianza de EEUU atacó a un país que no había atacado a sus miembros, pasó por alto las protestas de Moscú y separó con el uso de la fuerza una provincia de un Estado soberano", recuerda el autor.

De acuerdo con Carpenter, la situación se complicó con las medidas tomadas por Estados Unidos y sus aliados a principios de 2008. Las autoridades de Kosovo querían declarar oficialmente su independencia, pero estaba claro que Rusia y, quizás, China, se opondrían a esta iniciativa.

Sin embargo, Washington y la Unión Europea "aprobaron sin vergüenza" la declaración propuesta por Pristina (la capital de Kosovo), sin la participación del Consejo de Seguridad de la ONU.


Comentario: Pero sin embargo tienen el descaro de declararse en contra de la declaración de independencia de Crimea (la cual fue hecha por medio de un referendo) y la de Lugansk y Donetsk. Lo ocurrido en Kosovo es uno de los más grandes ejemplos de la hipocresía occidental. Vea: Los valores occidentales, el último cuento de hadas


El periodista opina que fue una "medida muy controvertida". Además, no todos los países europeos apoyaron esta política, temiendo que tendría consecuencias en el futuro. En particular, España se preocupó de que la decisión reforzara el sentimiento separatista de los vascos y los catalanes, recoge el artículo.

Las autoridades rusas se pronunciaron en contra de esta medida, y advirtieron que la acción no autorizada de Occidente crearía un precedente peligroso y desestabilizador. Washington, por su parte, no prestó atención a estos reclamos y aseguró que Kosovo era un "caso único".

"La falta de lógica y la arrogancia de esta posición eran impresionantes", reconoce el autor del artículo.

Varios meses más tarde, EEUU y sus aliados acusaron a Moscú de ser el responsable de la guerra en Georgia, aunque la posterior investigación de la UE responsabilizó principalmente a Tiflis de lo ocurrido, recuerda el columnista.

En agosto de 2008, el Ejército de Georgia lanzó una ofensiva contra la república rebelde de Osetia del Sur. Rusia envió tropas a la región para proteger a los surosetas, muchos de los cuales habían adquirido nacionalidad rusa, y expulsó a las tropas georgianas tras cinco días de hostilidades.

A finales del mismo mes, Moscú reconoció la independencia de Osetia del Sur y de otra república, Abjasia, a lo que Tiflis respondió con la ruptura de las relaciones diplomáticas con Rusia.

El conflicto duró solo cinco días, y después el Kremlin dejó claro que las tropas rusas seguirían defendiendo la autonomía de Osetia del Sur y Abjasia, señala Carpenter.

Resulta obvio el paralelismo con la forma en la que la OTAN impidió a Serbia recuperar el control sobre Kosovo, opina el analista.

La Administración Bush y la OTAN condenaron la "intervención" y las consiguientes acciones del Kremlin en Georgia. Pero al igual que Rusia fue casi incapaz de influir en el comportamiento de la OTAN en Kosovo, las potencias occidentales estaban en un punto muerto y lo único que podrían haber hecho era declarar la guerra a Moscú, observa Carpenter.

En relación con la situación en Crimea, Barack Obama declaró enfadado en una rueda de prensa que Rusia no debería permitirse "cambiar las fronteras de Europa a punta de pistola". Sin embargo, ninguno de los periodistas presentes le preguntó al entonces presidente de EEUU qué pensaba acerca de las acciones de la OTAN en Kosovo, subraya Carpenter.

Cabe mencionar que Crimea volvió a ser parte de Rusia tras celebrar en marzo de 2014 un referéndum en el que la mayoría aplastante de los votantes, más del 96%, avalaron esta opción. En Kosovo, el Parlamento declaró la independencia unilateralmente.

Asimismo, según el autor, la intervención en Kosovo reforzó un movimiento político "muy cuestionable" como lo es el Ejército de Liberación de Kosovo, el cual ha violado repetidamente los derechos humanos.

A través de esta misión, la OTAN se ha transformado cada vez más de una alianza militar defensiva en un mecanismo para llevar a cabo "agresivas cruzadas constituyentes".

Washington siguió socavando el derecho internacional mediante la concesión de independencia a una entidad separatista sin la aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU.
"En Kosovo, EEUU y sus aliados en la OTAN envenenaron aún más las relaciones con Rusia. En todos los aspectos, la misión de Kosovo, encabezada por Estados Unidos, fue miope y contraproducente", concluye Carpenter.