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En 1983, sin ser visto, un cometa colapsó contra los anillos de Saturno y casi una década después, otro cometa lo hizo contra Júpiter. Estos episodios dejaron patrones de ondulación e inclinación en los anillos de ambos planetas, según dos estudios de la Universidad de Cornell en Ithaca y el Instituto SETI en Mountain View (Estados Unidos) respectivamente que se publican en Science Express, la edición digital de la revista Science.

Los descubrimientos indican que los anillos de un planeta pueden actuar como un registro gigante, conservando el efecto de cada cometa que pasa. El estudio de los patrones de sutiles espirales que dejan estos cometas tras su paso permite a los científicos reconstruir la historia de los años de impactos e incluso décadas después.

Los hallazgos podrían también proporcionar una nueva forma de estudiar los cometas del exterior del sistema solar. Al examinar los cambios en los anillos planetarias, los científicas podrían ser capaces de descifrar la frecuencia con la que los cometas y otros pequeños objetos se encuentran con los planetas y por ello determinar cuántos de estos pequeños objetos existen en el sistema solar.

El análisis de las imágenes de los anillos de Júpiter que se observaron entre 1996 y 2000 por la sonda espacial Galileo y de nuevo en 2007 por la sonda Horizon, permitió a los investigadores, dirigidos por Mark Showalter, identificar los patrones de ondas similares a las de un tejado de zinc en los anillos del planeta.

Aproximadamente en el mismo momento temporal, el equipo de Matthew Hedman, descubrió patrones de ondas similares en los anillos de Saturno, a partir de imágenes tomadas por la sonda Cassini en 2009.

Los investigadores midieron las características de las ondas y las compararon con los cálculos de cómo tales estructuras debieron evolucionar a lo largo del tiempo. Su análisis probó que las ondulaciones de los anillos de Saturno y Júpiter fueron causadas por cometas que ocasionaron surcos en los anillos de los planetas. Los restos resultantes de las colisiones desestabilizaron ligeramente el equilibrio de los anillos.

Los autores pudieron identificar los años exactos en los que se produjeron estos episodios. Muestran que las ondulaciones del anillo de Saturno fueron generadas probablemente por la colisión de un cometa en 1983 y las del anillo de Júpiter tras el impacto de un cometa en el verano de 1994.