La tecnología es algo que nos tiene completamente envueltos, de ella casi nadie se salva. No importa dónde ni con quién estemos, siempre estamos pegados a nuestro celular. Incluso en momentos en que no deberíamos usarlo, como en el trabajo o en clases. Un pequeño descuido y ¡afuera el celular!
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Lamentablemente, hay quienes sobrepasan el límite de uso y ni siquiera se dan cuenta de lo irrespetuosos que pueden ser hacia alguien que les está hablando. ¿No te ha pasado que estás tratando de tener una conversación con alguien y esta persona nunca quita los ojos de su celular?

Sentir esa necesidad de tener el celular en la mano todo el tiempo, privándose de vivir una vida normal, puede ser considerado un trastorno. Sin embargo, como no es un trastorno tipificado, no existe ningún tratamiento para ello.

Tiene similitudes con otros trastornos

La dependencia que las personas crean al celular es increíble, hasta el punto de volverse ansiosos si olvidan el celular en casa o no lo han podido revisar. Además, viven descargando aplicaciones cada vez que pueden, por lo que pierden muchísimo tiempo valioso que podrían invertir en actividades más útiles y productivas.

Y lo típico de los adictos: te dicen que no son adictos al celular mientras lo están revisando. Ni siquiera se dan cuenta de que la mayoría de sus conflictos surgen a causa de su uso descontrolado del celular. Discuten con sus parejas, familia y amigos, y aunque en algún momento recapaciten, tienden a recaer.

Las notificaciones, los sonidos y las ventanas emergentes pueden ser algunas de las causas de dependencia a los teléfonos. El hecho de estar viendo que se iluminan cada cierto tiempo, definitivamente despierta la curiosidad de revisarlos. No obstante, esto se puede evitar por medio de la configuración del dispositivo, incluso poniéndolo en silencio.

El tratamiento es la aceptación

Debido a que no es un trastorno que pueda tratarse con medicación, y que no está tipificado como un trastorno verdadero, lo único que queda es aceptar que se tiene un problema. Por supuesto, es algo que no se puede lograr sin el apoyo de quienes rodean a la persona con la adicción.

Una vez que se acepta que la vida no debe girar en torno al celular y que se deben buscar hábitos más sanos, sería apropiado responder una serie de preguntas a modo de autoevaluación.

-¿En qué momento miro el celular?

-¿Qué cosas podría hacer en vez de revisar el celular?

-¿En qué momentos no debería usarlo?

-¿Cómo se sienten los demás cuando me hablan y yo sólo miro el celular?

-¿Me gustaría que los demás me ignoraran por ver el celular?

Definitivamente, esta autoevaluación podría ser bastante útil para comenzar a trabajar en la cura de este terrible hábito, o mejor dicho, trastorno.

Recomendaciones para usar inteligentemente el celular

1. Elimina todas las aplicaciones que te quiten tiempo, como los juegos y algunas redes sociales.

2. Pon en silencio el celular.

3. No lo uses cuando comas.

4. No lo uses cuando estés en alguna reunión familiar, o cuando estés conversando con alguien. Esto sólo muestra poco respeto.

5. No lo lleves contigo a la habitación.

6. Cuando sientas la tentación de revisarlo, pregúntate a ti mismo: ¿de verdad necesito hacerlo?

7. No lo lleves contigo cada vez que salgas; así te vas acostumbrando a no estar con él frecuentemente.

8. No lo uses cuando manejes, y si de verdad necesitas hacer una llamada, entonces detente un momento.

Los niños y jóvenes son más propensos a sufrir esta adicción

Es importante destacar que quienes son más propensos a sufrir esta adicción son los niños y jóvenes, ya que prácticamente se han criado en la era tecnológica. En este caso, son los padres quienes deben velar por la salud emocional de sus hijos y ponerles límites a la hora de utilizar el celular.

Los padres deben establecer horas de uso, revisar las aplicaciones que descargan, prohibirles su utilización mientras hacen sus tareas y antes de dormir. Además, deben incentivarles interés por actividades al aire libre que contribuyan a la socialización y a su bienestar.

No cabe duda que la tecnología es un arma de doble filo que incluso puede destruir la vida, por ello hay que usarla de manera consciente.