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Tras dos extraños años de calma, la estrella parece retomar su actividad con crecientes manchas y potentes explosiones. El clima espacial es hoy tema de atención.

Andaba aperezado y ni se entendía porqué demoraba en despertar. Y aunque, obvio, no dejó de calentar, no hacía travesuras.

En 2008 el Sol entró en una especie de sopor, el nivel más bajo de actividad en casi un siglo. Las manchas solares desaparecieron y las grandes llamaradas se encogieron. La calma llegó.

Periodos de tranquilidad no son raros cuando se habla de nuestra estrella. Se producen cada 11 años más o menos, como parte natural del un ciclo solar. Pero este periodo con una calma chicha preocupaba a los físicos solares.

Era, como explicó un informe de la Nasa, como cuando alguien espera impaciente frente al fogón que el agua hierva.

La espera terminó. El 15 de febrero y el 9 de marzo los satélites detectaron llamaradas del tipo X, las más poderosas que puede producir el gran astro. La última hacía ocurrido en diciembre de 2006.

El agua, parece, comenzó a hervir. "Finalmente estamos viendo alguna acción", expresó Richard Fisher, director de la División de Heliofísica de la Nasa en Washington.

Una tercera erupción, el 7 de marzo, expidió una nube de plasma de 1.000 millones de toneladas del Sol, a una velocidad de 2.200 kilómetros por segundo aunque por fortuna partió en dirección contraria a la Tierra, sin embargo el 10 de marzo produjo luces del norte sobre la frontera de Canadá con Estados Unidos.

"Fue la eyección coronaria más rápida en seis años", dijo Angelo Vourlidas, del Naval Research Lab.

"Para mí esto marca el comienzo del ciclo solar 24".

Desde mediados del siglo 18, cuando se comenzaron a medir los ciclos solares, sólo cuatro han comenzado con más lentitud que este, según Ron Turner, analista del clima espacial en Analytic Services, Inc.

Hasta ayer, se había producido la mancha solar 67, la manera como los científicos miden el ciclo, medida que no se refiere a una mancha sino que se basa en una fórmula matemática.

Este año sólo ha habido un día sin manchas, frente a 51 en 2010 y 260 días en 2009, de acuerdo con el portal especializado SpaceWeather.

Entre el Sol y la Tierra existe una conexión fuerte. El domingo, la mancha 1.190 produjo una llamarada modesta que sin embargo afectó moléculas en la atmósfera superior de la Tierra, provocando una ionización sobre Europa.

Las llamaradas son explosiones que se presentan cuando la energía almacenada en campos magnéticos entrelazados es liberada de súbito. Las llamaradas producen un estallido de radiación en el espectro electromagnético.

Tanto la ausencia de actividad solar, como las explosiones continuas afectan la Tierra. La calma hace el espacio un lugar más peligroso para viajar pues permite que los rayos cósmicos viajen en mayor cantidad por el Sistema Solar y hace que la basura espacial se detenga en órbita alrededor del planeta, evitando su caída.

El Sol anda despierto hoy.

Contexto

1. La observación de manchas solares data de los chinos. Pero en marzo de 1611 David Fabricius hizo unas que derivaron en un tratado.

2. El 24 de febrero se observó un filamento gigante, una prominencia, que duró 90 minutos y expulsó gran cantidad de plasma.

3. Las explosiones solares afectan las redes eléctricas y de comunicación y contribuyen a corroer las tuberías de transporte de combustibles.

4. El Sol estaba ayer a 150.175.000 kilómetros de la Tierra. Para su estudio, se dispone hoy de varias sondas que no lo pierden de vista.