Muchos de nuestros lectores se habrán enterado del fenómeno del terrorismo telefónico que invadió a Rusia desde el 11 de septiembre del 2017. Cada cierto número de días, en algún lugar público del país eslavo, se recibía una llamada anónima que advertía de una bomba en el lugar.
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© Sputnik/ Natalia Siliverstova
Como se espera ante eventos de esta naturaleza, las fuerzas de seguridad inmediatamente iniciaron una evacuación para evaluar e investigar, con la esperanza de descartar cualquier amenaza real. En ninguno de los casos se llegó a descubrir ningún tipo de artefacto explosivo.

Más allá de que todo esto pueda parece una broma "inocente", se contabilizaron 2.700 casos de estas "bromas" que obligaron a evacuar por lo menos a 2,4 millones de personas, sin mencionar los daños causados, que ascienden hasta el momento a varios millones de rublos. Aunque no es difícil imaginar a quién le convendría fastidiarle la vida a Rusia, hasta ahora el fenómeno ha sido un misterio, y ningún tipo de organización se ha adjudicado la autoría.

Sin embargo el día de hoy apareció por primera vez un indicio del origen de las llamadas. Igor Zúbov, Viceministro de Interior ruso, declaró lo siguiente a Sputnik:
"La parte fundamental de las llamadas procedían de lugares de concentración de los terroristas en Siria; además, entre los sitios más comunes estaban Turquía, Ucrania, EEUU y Canadá"

"Por primera vez nos enfrentamos a un ataque tan masivo, en este período se detectaron 2.700 casos de este tipo, respecto a los cuales se abrieron causas penales"

"Podemos decir que en su esencia, se trató de un ciberataque contra Rusia".
Los lectores asiduos de Sott.net no se sorprenderán al leer las declaraciones del viceministro. Todos los lugares mencionados por Zúbov son controlados por Washington en mayor o menor medida, y no debemos olvidar que EE.UU. ha desarrollado una guerra abierta en contra de Rusia desde el año 2014, utilizando sanciones económicas, propaganda mediática, sanciones a sus atletas y sanciones a sus medios de comunicación, entre otros métodos non sanctos.

Ante esto cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿Es éste el objetivo de esta catarata de falsas alarmas? Es decir, ¿es el objetivo simple y llanamente fastidiar el otoño de los ciudadanos rusos que van a un centro comercial o deciden visitar un museo? ¿No deberían los "cráneos" detrás de la política exterior de Washington tener algo más ambicioso en mente?

Juguemos un poco a los detectives. ¿Qué tal si el objetivo de Washington no es hacer fastidiar a millones rusos, sino preparar el terreno para una acción de mayor envergadura durante el evento deportivo de mayor popularidad en el planeta, el Mundial de Fútbol FIFA 2018, que tendrá sede en Rusia en tan solo medio año? ¿Qué tan posible sería que estuviesen sondeando la respuesta de los servicios de seguridad interna del Estado ruso?
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© Christian Hartmann / Reuters
No hay que olvidar que hoy mismo fue reportado que un ciudadano ruso llamado Alexei Zhitnuk había sido arrestado por orden del Tribunal Lefórtovo de Moscú, acusado de cometer un delito de alta traición. Zhitnuk habría entregado información secreta relacionada con la Marina de Guerra de Rusia a la Agencia Central de Inteligencia de EE.UU., según medios rusos. Por ende no es nada descabellado suponer que EE.UU. tenga a varios agentes operando dentro de Rusia.

Sólo para que el lector entienda que esta posibilidad no es tan disparatada como parece, recuerde esto: Más de 1.000 espías estadounidenses controlan Río 2016; y también esto: Rusia descubrió más de 320 espías internacionales en 2015.

Sea cual sea el caso, no deberíamos sorprendernos si el próximo verano se presenta cuanto menos "intenso". De ser así, sólo nos resta albergar la esperanza de que la inteligencia rusa y las fuerzas de seguridad estén preparadas y muestren la misma aptitud sobresaliente que han exhibido hasta el día de hoy.