La famosa tormenta jupiteriana, que hace un siglo y medio se podía 'tragar' tres Tierras, se redujo actualmente hasta un tercio de su tamaño de entonces.
jupiter
© NASA/JPL-Caltech/SwRI/MSSS/Gerald Eichstädt /Seán DoranLa Gran Mancha Roja de Júpiter.
Un grupo de astrónomos ha descubierto que la Gran Mancha Roja de Júpiter, que se ha estado encogiendo en el transcurso de los últimos 150 años, está cambiando de color hacia un tono naranja intenso y se está estirando hacia una forma más elíptica. El hallazgo fue publicado en la revista The Astronomical Journal.

La famosa mancha roja, que es producto de una enorme tormenta en la atmósfera de Júpiter, comenzó a ser monitoreada de manera constante en 1830, cuando su tamaño era suficiente para 'tragar' tres Tierras. Sin embargo, este torbellino de gases ha reducido desde entonces su superficie hasta un tercio y lo científicos no están seguros sobre qué futuro le espera a este fenómeno meteorológico jupiteriano.

Para intentar predecir los cambios de este ciclón, los investigadores modelaron su comportamiento en base a observaciones realizadas desde 1979 con ayuda de las misiones espaciales Voyager, así como los datos recolectados por el telescopio Hubble de la NASA y el programa Legado de Atmósferas de los Planetas Exteriores (OPAL).

De esta manera, los científicos observaron que la ubicación del característico punto rojo de Júpiter ha comenzado recientemente a acelerar su desplazamiento en dirección occidental. Asimismo, además de reducir su tamaño, la Gran Mancha Roja de Júpiter se ha elevado todavía más por encima de la superficie.


La plasticidad de este movimiento se comporta "casi como el barro" que es moldeado "en la rueda de un alfarero", explicó Elizabeth Zubritsky, experta de la NASA.

"A medida que la rueda gira", el alfarero puede hacer presión con sus manos hacia el centro para "transformar un masa plana y redonda en una vasija alta y estrecha", comparó Zubritsky y agregó: "mientras más pequeña sea la base, más alta se hará el recipiente". Este cambio de altura explicaría, además, el cambio de tonalidad con la que se percibe la tormenta desde el espacio.