La vitamina D es una hormona esteroidea que influye prácticamente en cada célula del cuerpo, por lo que es fundamental mantener un nivel saludable no solo para los huesos, sino también para la salud cardíaca y cerebral, además de una óptima función inmunológica y prevención general de enfermedades.

De hecho, existe una importante conexión entre la insuficiencia de vitamina D y la resistencia a la insulina, así como entre el síndrome metabólico y la diabetes, tanto del tipo 11 (diabetes insulinodependiente) como del tipo 2.2

vitamina D
© Desconocido
De acuerdo con investigaciones recientes,3 la vitamina D puede ser crucial para tratar el síndrome metabólico, una afección que se cree, afecta a la mitad de todas las mujeres mayores de 50 años en los Estados Unidos.

Según la coautora Eliana Aguiar Petri Nahas, profesora de ginecología y obstetricia en la Facultad de Medicina Botucatu de la Universidad Estatal de Sao Paulo:
"[M]ientras más bajo sea el nivel de vitamina D en la sangre, mayor será la incidencia del síndrome metabólico.

Los resultados sugieren que tomar suplementos y mantener niveles adecuados de vitamina D en mujeres con posmenopausia puede reducir el riesgo de enfermedad."4
¿Qué es el síndrome metabólico?

El síndrome metabólico se caracteriza por un conjunto de factores, que incluyen:
  • Bajos niveles de colesterol de lipoproteína de alta densidad (HDL)
  • Altos niveles de triglicéridos
  • Amplia circunferencia de la cintura (indicativo de altos niveles de grasa visceral nociva alrededor de los órganos)
  • Hipertensión arterial
  • Alto nivel de glucosa y/o resistencia a la insulina
Tener 3 o más de estos factores en un cierto nivel se considera evidencia de disfunción metabólica que sienta las bases para las enfermedades crónicas, como la diabetes tipo 2, cardiopatía, derrame cerebral, gota, cáncer, Alzheimer, enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD, por sus siglas en inglés) entre otras, además, la convincente evidencia sugiere que el bajo índice de vitamina D desempeña un papel importante en el desarrollo de estos factores de riesgo.

La baja cantidad de vitamina D aumenta el riesgo de síndrome metabólico y enfermedades relacionadas

De las 463 mujeres que participaron en el estudio presentado,5 casi el 33 % tenía insuficiencia de vitamina D, la cual se caracteriza por tener un nivel que oscila entre los 20 y 29 nanogramos por mililitro (ng/mL), asimismo, más del 35 % era deficiente (nivel de vitamina D en sangre inferior a 20 ng/mL).

Solo el 32 % tenía niveles "suficientes" de 30 ng/mL o más. Hacemos uso de las comillas en "suficiente", ya que un convincente grupo de investigaciones sugiere que 40 ng/mL es el límite más bajo de suficiencia, y que los niveles ideales para una salud óptima y prevenir enfermedades se encuentran entre 60 y 80 ng/mL.

De aquellas personas con niveles insuficientes o deficientes de vitamina D, casi el 58 % tenía factores de riesgo que cumplían las condiciones para tener un diagnóstico de síndrome metabólico.

En este caso, algunos de los parámetros para el síndrome metabólico son una circunferencia de la cintura mayor de 88 centímetros, presión arterial superior a 130/85 mmHg, glucosa en ayunas superior a 100 miligramos por decilitro (mg / dL), triglicéridos superiores a 150 mg/dL y colesterol de lipoproteína de alta densidad menor de 50 mg / dL. Si 3 o más de estos criterios estaban presentes, se emitía un diagnóstico de síndrome metabólico.
"[L]a explicación más viable para esta relación es que la vitamina D influye en la secreción y sensibilidad de la insulina, que desempeña un papel importante en el [síndrome metabólico]", informa Eurekalert.6 "'El receptor de vitamina D se expresa en células beta pancreáticas secretoras de insulina y en tejidos diana periféricos tales como el músculo esquelético y tejido adiposo.

La deficiencia de vitamina D puede poner en peligro la capacidad de las células beta para convertir la proinsulina en insulina'...

Según Nahas, el envejecimiento es un factor clave en la deficiencia de vitamina D. 'La exposición solar activa una especie de pre-vitamina D en el tejido adiposo debajo de la piel...

El envejecimiento provoca no solo la pérdida de masa muscular sino también cambios en la composición corporal, y esta pre-vitamina D se pierde. Por dicho motivo, las personas mayores producen menos vitamina D, aún y cuando capten grandes cantidades de luz solar'.

En su opinión, las mujeres con posmenopausia meritan y requieren una atención más específica. Deben solicitar asesoría médica sobre la necesidad de suplementos de vitamina D. 'La hipovitaminosis puede tener repercusiones, ya sea en cáncer de mama, enfermedad vascular o síndrome metabólico", dijo.
Otros estudios confirman el vínculo entre la vitamina D y el síndrome metabólico

Otros estudios han llegado a las mismas conclusiones. Por ejemplo, en 2015, los investigadores encargados de revisar ciertos estudios que evaluaban los efectos de la insuficiencia de vitamina D en los resultados relacionados con el síndrome metabólico como diabetes tipo 2, cardiopatía y NAFLD, también concluyeron que los bajos niveles están relacionados con un mayor riesgo de estas afecciones. De acuerdo con los autores:7
"[E]l hallazgo de que la hipovitaminosis D se relaciona con alteración de la homeostasis de la glucosa es de particular interés. Un metaanálisis de 28 estudios demostró que los niveles séricos más altos de 25 (OH) D se relacionan con una reducción del 55 % en la diabetes, 51 % en el riesgo de síndrome metabólico y 33 % en el riesgo de enfermedad cardiovascular (ECV).

Además, el tratamiento con suplementos de vitamina D durante 2 meses mejoró los niveles de glucosa en ayunas y la resistencia a la insulina... en 100 pacientes con diabetes tipo 2. Se sugiere que el mecanismo para este último hallazgo implica una sensibilidad a la insulina mejorada de los tejidos diana, como el hígado, músculos y huesos, así como una mejor función de las células beta.

Dado que muchos factores de riesgo de ECV se agrupan en el síndrome metabólico sumamente prevalente, que se caracteriza por la resistencia a la insulina y la obesidad abdominal, resulta lógico especular sobre el papel significativo de la vitamina en el desarrollo del síndrome y sus secuelas de diabetes y ECV."
Otra revisión publicada el año siguiente señaló que:8
"La deficiencia de vitamina D desempeña un papel fundamental en la fisiopatología de los factores de riesgo del síndrome metabólico que afectan el sistema cardiovascular, aumentan la resistencia a la insulina y la obesidad, estimulan el sistema renina-angiotensina-aldosterona que causa la hipertensión.

El descubrimiento del receptor de vitamina D expresado de manera ubicua en casi todas las células del organismo, como las células inmunitarias, vasculares y miocárdicas, las células beta pancreáticas, neuronas y osteoblastos sugiere la participación de los efectos mediados por la vitamina D en el síndrome metabólico.

Por otra parte, la deficiencia de vitamina D, así como las enfermedades cardiovasculares y los factores de riesgo relacionados con frecuencia coinciden. Esto destaca la importancia de comprender el papel de la vitamina D en el contexto del síndrome metabólico".
En 2017, una investigación9 publicada en la revista Nutrition & Diabetes también concluyó que la deficiencia de vitamina D y el síndrome metabólico estaban estrechamente relacionados. En dicha publicación también observaron que la deficiencia de vitamina D era frecuente en la población de Qatar.

Pese al nivel de sol notoriamente alto en dicho país, se encontró que 64 % de la población tenía niveles de vitamina D por debajo de 20 ng/ml, y las personas con síndrome metabólico tenían, en promedio, 8 % menos vitamina D en comparación con aquellas que no cumplen las condiciones para tener un diagnóstico de síndrome metabólico.

El síndrome metabólico proviene de la resistencia a la insulina

Posiblemente, sería más apropiado llamar al síndrome metabólico como síndrome de resistencia a la insulina, ya que la resistencia a la insulina es el origen de todos los factores de riesgo del síndrome metabólico.

Además, dado que la secreción de insulina es la medida clave para la resistencia a la misma, medir su nivel de insulina - sobre todo después de una comida (post-prandial) --le dará la información que necesita sin tener que evaluar los otros parámetros del síndrome metabólico.

En el video anterior presentamos al fallecido Dr. Joseph Kraft, quien escribió el libro "Diabetes Epidemic and You: Should Everyone Be Tested?" (La epidemia de la diabetes y su salud: ¿Acaso todos deberíamos ser evaluados?). Con base en los datos de 14.000 pacientes, Kraft desarrolló una prueba que es un potente predictor de diabetes.

En la misma, el paciente bebió 75 gramos de glucosa y más tarde se midió su respuesta de insulina conforme fue pasando el tiempo, en intervalos de media hora hasta por 5 horas. Esta es la prueba más sensible para la resistencia a la insulina que se conoce y la cual, es mucho más precisa en comparación con un nivel de insulina en ayunas.

Kraft notó 5 patrones distintivos que sugieren que la gran mayoría de las personas ya tenían diabetes, a pesar de que su glucosa en ayunas era normal. De hecho, el 90 % de los pacientes con hiperinsulinemia (que es cuando tiene un exceso de insulina en la sangre en relación con su nivel de glucosa) pasaron la prueba de glucosa en ayunas, y el 50 % aprobó la prueba de tolerancia a la glucosa.

Sólo el 20 % de los pacientes tenía un patrón que indicaba una sensibilidad a la insulina saludable postprandial, lo que significa que, en realidad, el 80 % era resistente a la insulina y con un mayor riesgo de diabetes tipo 2.

Uno de los puntos principales es que la resistencia a la insulina y la hiperinsulinemia son 2 caras de una misma moneda, pues se provocan y estimulan mutuamente. Dicho de otra forma, si tiene hiperinsulinemia, básicamente es resistente a la insulina y está en vías de desarrollar diabetes a menos que cambie su estilo de vida, comenzando con su alimentación.

La resistencia a la insulina e hiperinsulinemia conllevan las mismas consecuencias

La hiperinsulinemia significa que existe más insulina en la célula adiposa, lo que significa que transportará más energía hacia esas células adiposas (porque eso es lo que hace la insulina).

La resistencia a la insulina está claramente relacionada con el aumento de peso, sin embargo, aunque muchos creen que la resistencia a la insulina es causada por el exceso de peso, el Dr. Robert Lustig ha argumentado lo contrario, es decir, que la insulina es la que favorece el aumento de peso.

Cuando su hígado convierte el exceso de azúcar en grasa hepática y se vuelve resistente a la insulina, eso genera hiperinsulinemia, y la hiperinsulinemia provoca el almacenamiento de energía en grasa corporal.

Conforme incrementa la grasa hepática, desarrolla hígado graso, que a su vez induce a altos niveles de insulina en la sangre y a vías mecanicistas relacionadas que transportan lípidos (grasas) a las paredes vasculares, una típica característica de la aterosclerosis. Asimismo, esto conduce a altos niveles de glucosa, en particular glucosa postprandial, y esto también tiene mecanicistas que promueven la aterosclerosis.

La hipertensión arterial es otro efecto secundario de la resistencia a la insulina que impulsa la aterosclerosis al ejercer presión sobre las arterias. Se cree que la mayoría de la hipertensión idiopática (hipertensión arterial sin causa conocida) es causada por hiperinsulinemia.

La hiperinsulinemia/resistencia a la insulina también promueve la inflamación y hace que la grasa visceral libere citocinas inflamatorias y moléculas de señalización sistémica. Con el tiempo, la grasa visceral se vuelve cada vez más resistente a la insulina, lo que hace que la señalización sistémica falle.

En conjunto, este alud de eventos impulsa la dislipidemia aterogénica, que se caracteriza por el colesterol de lipoproteína de baja densidad (LDL), LDL oxidado y triglicéridos, además de un bajo índice de HDL.

En última instancia, estos factores conducen al desarrollo de cardiopatías, pero todos se basan en la resistencia a la insulina y, por lo tanto, el objetivo del tratamiento debe ser resolver la resistencia a la insulina. Es aquí donde entra el factor de la alimentación.

La evidencia es bastante clara: La resistencia a la insulina es el resultado de una alimentación alta en azúcar (sobre todo de fructosa procesada, que tiene efectos metabólicos más perjudiciales que la glucosa).10

Por ejemplo, un artículo11 publicado en el diario médico JAMA Internal Medicine en 2014 analizó el consumo de azúcar añadida durante 2 décadas, como un porcentaje del total de calorías, y concluyó que contribuyó significativamente a las muertes cardiovasculares.

Las personas que consumieron azúcar añadida como el 30 % de sus calorías diarias tuvieron un riesgo 4 veces mayor de morir a causa de una cardiopatía.

Los endulzantes artificiales también amenazan su salud metabólica

Según otras noticias en relación con esto, los investigadores han vinculado el consumo regular de la sucralosa, un endulzante artificial, con un mayor riesgo de síndrome metabólico.12

Tal y como informó Medpage Today,13 "a nivel celular, los que consumieron sucralosa experimentaron un aumento en la absorción de glucosa, inflamación y adipogénesis - todos los cuales fueron más notorios en personas con obesidad". Los hallazgos fueron presentados en la reunión anual de la Sociedad de Endocrinología en Chicago.

En general, la sucralosa era "dependiente de la dosis relacionada con el aumento de genes relacionados con la adipogénesis", y aquellos con la exposición más alta tuvieron la activación génica más prominente.

El GLUT4, un transportador de glucosa (es decir, una proteína que ayuda a introducir glucosa en la célula), aumentó positivamente cerca de un 250 % en participantes con obesidad, lo que da como resultado la acumulación de grasa corporal. Asimismo, 2 genes de receptor del gusto aumentaron de 150 a 180 %.

De igual forma, las personas con obesidad que consumieron sucralosa tuvieron una mayor respuesta a la insulina y niveles más altos de triglicéridos en comparación con sus homólogos que no consumieron endulzantes artificiales.

Como señaló el coautor Dr. Sabyasachi Sen, quien les recomienda a los profesionales de la salud que les indiquen a sus pacientes con obesidad que eviten tanto las bebidas azucaradas como las endulzadas artificialmente:
"Lo único que no tienen [las bebidas endulzadas artificialmente] son calorías - no proporciona más calorías, pero hacen todo lo demás que hace la glucosa. Estas no deberían sustituir a las bebidas endulzadas porque evidentemente causan inflamación, formación de grasa, etc.

Pero, [¿acaso los endulzantes artificiales] están causando inflamación, algunas especies reactivas del oxígeno además de lo que hace la glucosa? Me parece que existen algunos indicios que así lo señalan, pero no puedo asegurarlo".
Cómo revertir la resistencia a la insulina

En resumen, el síndrome metabólico es el origen de la resistencia a la insulina y la gran mayoría de las personas - probablemente 8 de cada 10 personas en los Estados Unidos - tienen algún nivel de resistencia a la insulina que los predispone a la diabetes tipo 2 y problemas de salud relacionados, como cardiopatías, cáncer y Alzheimer.

Con base en estas estadísticas, es inusual que exista alguna persona que no necesite abordar su alimentación y actividad física, ya que estas son las 2 estrategias de prevención y tratamiento más importantes y efectivas.

La buena noticia es que es sencillo abordar la resistencia a la insulina y esta es completamente prevenible y reversible. Lo mismo ocurre con la diabetes tipo 2. En lo particular, escribí originalmente mi libro "Grasa Como Combustible" para pacientes con cáncer, pero es incluso más eficaz para la resistencia a la insulina, el síndrome metabólico y la diabetes.

El cáncer es complejo y por lo general, un gran desafío a tratar, que requiere otras medidas además de abordar el tipo de alimentación. Sin embargo, la resistencia a la insulina se resuelve fácilmente con el plan de alimentación que expongo en mi libro "Grasa Como Combustible".

He aquí un breve resumen de algunas de las pautas más importantes. En conjunto, este plan reducirá su riesgo de diabetes y enfermedades crónicas relacionadas, además, lo ayudará a evitar un mayor deterioro de su salud.

Limite los azúcares añadidos a un máximo de 25 gramos por día. Si tiene resistencia a la insulina o diabetes, reduzca su consumo total de azúcar a 15 gramos por día hasta que su resistencia a la insulina/leptina se haya resuelto (luego puede aumentar a 25 gramos) e implemente el ayuno intermitente lo antes posible. Además, asegúrese de evitar los endulzantes artificiales, que se pueden encontrar en los alimentos, bocadillos y bebidas.
  • Limite tanto los carbohidratos netos (carbohidratos totales menos fibra) como las proteínas y reemplácelos con mayores cantidades de grasas saludables de alta calidad como semillas, frutos secos, mantequilla de leche sin pasteurizar de vacas alimentadas con pastura, aceitunas, aguacate, aceite de coco, huevos orgánicos de gallinas camperas y grasas animales, esto incluye a la grasa omega-3 de origen animal.
  • Evite todos los alimentos procesados, esto incluye a las carnes procesadas. Para obtener una lista de los alimentos que son particularmente beneficiosos para las personas con diabetes, consulte "9 Superalimentos para diabéticos".
  • Haga ejercicio regularmente cada semana y aumente el movimiento físico cuando esté despierto, con el objetivo de sentarse menos de 3 horas al día.
  • Duerma lo suficiente. La mayoría necesita dormir alrededor de 8 horas cada noche. Esto ayudará a normalizar su sistema hormonal. La investigación ha demostrado que la privación del sueño puede tener una influencia significativa en su sensibilidad a la insulina.
  • Optimice su nivel de vitamina D, lo ideal es hacerlo a través de una exposición solar prudente. Si toma suplementos orales de vitamina D3, aumente también su consumo de magnesio y vitamina K2, ya que estos nutrientes funcionan en conjunto.
  • Optimice su salud intestinal al consumir regularmente alimentos fermentados y/o tomando un suplemento probiótico de alta calidad.
Fuentes y referencias