Si bien se trata de una investigación pequeña, los hallazgos amplían la comprensión de que el tiempo de ingesta puede ser más importante que el número de calorías consumidas.
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© Brendan McDermid / ReutersImagen Ilustrativa
Un nuevo estudio a cargo de la Universidad de Alabama en Birmingham (EE.UU.) asegura que desayunar, almorzar y comer antes de las tres de la tarde podría traer grandes beneficios para la salud e incluso ayudar a reducir los antojos a altas horas de la noche.

La investigación, publicada en la revista Cell Metabolism, asegura que la "alimentación temprana con restricción de tiempo" (eTRF, por sus siglas en inglés), que consiste en la reducción de la ingesta diaria a un periodo igual o inferior a diez horas, es significativamente beneficiosa: la comida se alinea con el ritmo natural de nuestro cuerpo (ritmo circadiano) y con el metabolismo.

Para comprobar su teoría, Courtney Peterson, coautor del trabajo, y su equipo analizaron clínicamente durante cinco semanas la alimentación de ocho hombres con prediabetes, es decir, cuyos niveles de glucosa en la sangre están por encima de los valores normales, pero inferiores a los de la diabetes mellitus.

En la primera parte del experimento, los individuos tomaron su desayuno entre las 6:30 y las 8:30 de la mañana, y cenaron a más tardar a las 15:00. Luego de lo cual ayunaron el resto del día, durante un periodo cercano a las 18 horas.

En la segunda parte, los sujetos regresaron a la dieta "típica estadounidense" y comieron en un periodo de 12 horas. Todos los participantes ingirieron los mismos alimentos, con la misma cantidad de calorías, proteínas grasas y carbohidrato, y fueron monitoreados cuidadosamente.

Hallazgos contundentes

La experiencia demostró que la eTRF mejoró drásticamente la sensibilidad de los pacientes a la insulina, protegiéndolos de picos peligrosos en sus niveles de azúcar en la sangre. Asimismo, se produjo una reducción en los niveles de apetito nocturno, de la tensión arterial y del estrés oxidativo, un proceso químico en el cerebro que altera las funciones del sistema nervioso central y provoca estados de ansiedad y depresión.

"Nuestros cuerpos están optimizados para hacer ciertas cosas en ciertos momentos del día, y comer en sincronía con nuestros ritmos circadianos parece mejorar nuestra salud", asegura Peterson.

Si bien se trata de una investigación pequeña, el experto afirma que los hallazgos amplían la comprensión de que el tiempo de ingesta puede ser más importante que el número de calorías consumidas.

No obstante, y aunque se demostró que el ayuno y la restricción mejoraron el "metabolismo", se desconoce si sus efectos se deben a que "simplemente los sujetos comieron menos y perdieron peso", destaca