El mundo a nuestro alrededor parece estar enloqueciendo. Ya no se trata sólo de las miserias de antaño, cuando muchos podíamos espantarnos con la codicia de una élite mundial que violentaba al mundo y hundía a miles de millones en el horror de la pobreza y la desesperanza; ahora corren tiempos donde nuestro vecino, nuestro compañero de trabajo, nuestra maestra, e incluso nuestra hermana, pueden ser la fuente de nuestro infortunio, de nuestra tragedia personal.
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© InternetGracias por la aclaración,... pero ya nos habíamos dado cuenta
Años atrás, existía un cierto encanto épico en denunciar y tratar de generar conciencia en contra de las perversas fuerzas concentradas de un pequeño grupo de súperpoderosos que mantenía al mundo bajo el yugo de la guerra, la pobreza, y desesperanza. Éstos eran los Sauron de nuestra historia, quienes representaban la maldad concentrada en un pequeño punto en el espacio de nuestra realidad.

Pero hoy día todo ha cambiado. Aunque los Sauron siguen existiendo y haciendo de las suyas, nuestra preocupación cotidiana se desplaza hacia el monumental ejército de Orcos que nos ataca desde todos los flancos, dándonos puñetazos, mordidas, escupidas, y arañazos. Estos singulares "soldados", en soledad son inútiles, torpes y débiles; pero juntos como una turba enardecida, son verdaderamente peligrosos.

Esto es lo que está ocurriendo con los movimientos feministas/LGBT y proponentes de la #ideologíadegénero. Se han constituido como un poderoso colectivo de consignas razonables, como promover la igualdad, la libertad, abrir el debate social sobre temas tabúes, escuchar todas las voces, y crear una sociedad plural y tolerante con los que "eligen" ser diferentes.

Pero detrás de este discurso amigable, abierto, y cordial, habita escondida (o no tan escondida) una retorcida percepción del mundo donde sólo existen dos categorías posibles: los opresores y los oprimidos.

Si eres oprimido, tienes la prerrogativa de comportarte como una bestia demoníaca brutal y letal con tus enemigos; puedes ser despiadado, puedes usar todos los trucos sucios que vengan a tu mente, puedes hostigar, humillar, extorsionar, manipular a través del miedo, e incluso usar violencia física... ¡Tú eres la víctima, por tanto puedes desechar cualquier forma de accionar consciente y racional! Puedes hacer lo que te plazca, usar los recursos más perversos imaginables, porque tú no eres malo y al fin y al cabo lo haces por un bien mayor.

Si no eres oprimido (oprimido según los estándares de estos grupos, claro está) entonces eres opresor. No hay nada en el medio, no hay nada fuera de estas dos categorías, no hay otras opciones. ¡O eres uno de ellos, o eres un enemigo cerdo opresor machista hétero-patriarcal violento de mierda que quiere acabar con todas las mujeres/gays y con el paraíso que "elles" pretenden crear!

¡Exigimos igualdad!

Es curioso que estos colectivos hablen constantemente de igualdad, cuando en realidad pretenden alcanzarla obteniendo todo tipo de privilegios y tratamientos especiales tan sólo por ser "una minoría oprimida". ¿Recuerdan Rebelión en la Granja, el libro escrito por George Orwell en 1945? Cada vez que veo marchar a estas "pobres víctimas del patriarcado opresor", reclamando igualdad, no puedo evitar imaginar una enorme pancarta al frente con la famosa sentencia de la novela: "TODOS SOMOS IGUALES, PERO ALGUNOS SOMOS MÁS IGUALES QUE OTROS".

La igualdad que ellas exigen no es una igualdad de oportunidades, no es una igualdad jurídica, no es una igualdad de derechos. No exigen nada de esto porque en términos generales este escenario ya existe. Hoy cualquier mujer puede estudiar y trabajar de lo que realmente quiera, tiene los mismos derechos civiles que cualquier hombre, e incluso posee algunos privilegios extras derivados de su condición de mujer, como la licencia por maternidad (lo cual es perfectamente razonable). En la actualidad una mujer puede ser CEO de una compañía o presidente de una nación, y sólo un puñado de inadaptados podría alzar la voz en contra de esto.

Sólo como un dato accesorio, por ejemplo en Argentina, existe desde el año 1926 la ley que equipara los derechos civiles de hombres y mujeres.

La igualdad que reclaman las mujeres es una que busca ser forzada en contra de las inclinaciones naturales de cada sexo. Las políticas de cupo femenino intentan romper un orden que existe no por discriminación ni por machismo, sino por características específicas derivadas directamente de los atributos biológicos inherentes a cada sexo.

En el documental La paradoja noruega, el lector podrá ver cómo es que, al contrario de lo que proclama la teoría de género (los roles de género son sólo condicionamientos sociales, psicológicos, históricos y culturales), cuando estas supuestas barreras son eliminadas a través de un marco legislativo que garantice una perfecta igualdad (como ocurrió en Noruega), las mujeres continúan eligiendo profesiones tradicionalmente vistas como "femeninas" (por ejemplo, enfermera) y los hombres siguen inclinándose por profesionales tradicionalmente "masculinas" (por ejemplo, ingeniero).

¡Exigimos libertad!

Cuando las veas exigir libertad, no pierdas el tiempo ilusionándote con la idea de que ellas están preocupadas por LA libertad. Ellas están defendiendo y exigiendo SU libertad, es decir SU libertad de hacer lo que les venga en gana, no LA libertad de todos los individuos de la sociedad. A ellas no les importa debatir sobre LA libertad como una abstracción y un valor de carácter universal. A ellas, lisa y llanamente, TU libertad y MI libertad, les importa un bledo; de hecho, para ellas TU libertad y MI libertad son un obstáculo porque claramente tú o yo, intentando hacer valer nuestras libertades, bien podríamos impedirles realizar su paraíso hedonista donde la única ética existente es la del placer, donde es BUENO todo aquello que las haga sentir bien, y es MALO todo lo que las incomode, las ofenda, y esté en contra de su gozo y complacencia.

Cuando el colectivo feminista exige libertad, lo que realmente están buscando es que nadie las cuestione o ponga en tela de juicio lo que ellas decidan hacer. Consignas como "con mi cuerpo hago lo que quiero" solo dejan entrever el profundo deseo de comportarse de manera irresponsable y no querer hacerse cargo de las consecuencias. Consignas como "no es no, incluso con las bragas bajas", van en la misma línea, evidenciando un total desconocimiento de que hay un mundo allá afuera, y de que todo lo que hacemos afecta a ese mundo.

Ninguna persona con dos dedos de frente saldría a pasear a las 2AM por un barrio marginal donde todo el mundo sabe que la tasa de criminalidad es alta. Pues bien, las feministas básicamente están exigiendo que una mujer pueda hacer ese paseo en ropa interior (o incluso sin ella) y que le garanticen que nadie vaya a tocarle un pelo o decirle algo ofensivo... al fin y al cabo, ella con su cuerpo puede hacer lo que le venga en gana. Y si algo llegara a pasarle, eso sería violencia de género (sin importar que a un muchacho haciendo el mismo paseo le hubieran seguramente ocurrido lo mismo o algo mucho peor), así que todo el peso de la ley tiene que caer sobre ese barrio arrojando toneladas de napalm para exterminar a esos malditos cerdos opresores hetero-patriarcales violentos de mierda que quieren esclavizar y abusar de todas las mujeres del mundo.

¡Exigimos abrir el debate...!

Y ni hablar de su cordial invitación al diálogo y a abrir el debate social sobre esos temas que nadie se atreve a mencionar: matrimonio gay, aborto legal, cupos laborales para mujeres y minorías, igualdad de salarios sin distinguir géneros... en fin, temas que muchos estaríamos dispuestos a debatir y argumentar. Pero la apertura que ellas piden no es para que tó o yo opinemos; es para que ellas puedan gritar sus consignas y hacernos sentir a todos que si no estamos de acuerdo, somos unos cerdos opresores machistas hétero-patriarcales violentos de mierda que queremos acabar con "sus derechos". No te confundas, ellas no quieren escuchar tu opinión; ellas quieren escuchar sólo su eco, sus palabras rebotando contra la sociedad y volviendo exactamente iguales a como fueron proferidas por sus "divinos y sacros" labios.

Cinco relatos para el espanto

Presta atención y lee detenidamente estas cinco historias. Luego tómate tu tiempo para considerar hacia dónde se dirige nuestra sociedad y dónde terminaremos si no reaccionamos a tiempo ante la prepotencia de estos individuos.

Relato 1:
Recientemente en Argentina estuvo sobre la mesa el "debate" sobre el aborto legal y gratuito. El colectivo feminista logró instalar el tema y llevarlo al congreso de la nación para ser discutido y eventualmente aprobada (o no) una nueva ley que lo legalice. En la cámara de diputados el proyecto se aprobó por un margen pequeño luego de una campaña muy agresiva donde las voces defensoras de esta nueva ley se dedicaron básicamente a tratar de imbéciles ignorantes retrógrados oscurantistas a todos los que estaban en contra, a hostigar y presionar a los congresistas para que aprobaran la iniciativa, y a deambular por los medios dando lástima tratando de poner el foco del asunto sobre la cantidad de mujeres que mueren en abortos ilegales, y menospreciando cualquier intento de discutir el tema desde el punto de vista del derecho a la vida y la responsabilidad necesaria a la hora decidir tener relaciones sexuales para evitar embarazos no deseados.

En general el mundo de la farándula y artístico se volcó en masa a favor de la iniciativa, a excepción de un puñado que se animaron a cuestionar el proyecto y se manifestaron divergentes respecto a la línea mayoritaria. Una de ellas fue Amalia Granata, una modelo y panelista de TV, que decidió expresar su opinión contraria al aborto.

Supongo que esta chica esperaba a lo sumo quedar embarcada en un debate "caliente" sobre el tema. Si fue así, las ingenuas expectativas de la modelo seguramente pronto se vieron frustradas, porque el colectivo feminista a favor del aborto se le lanzó encima como lobo hambriento. Durante algunas semanas Amalia fue tendencia en Twitter, donde se podía advertir en tiempo real a cientos de feministas deseándole haber sido abortada ("qué aborto se perdió tu vieja" fue de los tuits más comunes) y expresando su ferviente anhelo de que la violacen.
aborto insulto
© TwitterUno de los "bellos" mensajes a la modelo argentina
Pero el hostigamiento y la persecución no quedaron en el ámbito digital, pues la panelista de TV, tras publicar un tuit haciendo mención de que una de las principales causas de muerte en las mujeres argentinas es el cáncer de mama y que no se veía ninguna campaña feminista en ese sentido, fue despedida del canal de TV donde trabajaba, tras recibir como única explicación que lo dicho era una "falta de respeto" hacia una actriz argentina que acaba de perder a su hija, precisamente por dicho tipo de cáncer... ¡Sí, lo sé, esto no tiene el más mínimo sentido, pero así parecen estar las cosas!

Relato 2:
Marisol Pradena es argentina, tiene 20 años y estudia abogacía en la Universidad Nacional de La Pampa. El 19 de marzo de este año se le ocurrió pegar en la facultad un afiche invitando a una marcha pro-vida (es decir en contra de la legalización del aborto). Marisol cuenta que apenas unos minutos después, cuatro alumnas que vestían pañuelos verdes (el pañuelo verde identifica a los grupos feministas pro-aborto) la atacaron por la espalda, la empujaron y golpearon su cabeza contra la pared, acompañando todas estas "amables y femeninas caricias" con una extensa letanía de variados insultos. Marisol se quejó ante el rectorado de la institución donde estudia, pero no hubo una sola alma que prestara atención a su reclamo.

Tras el episodio, su desempeño académico decayó y se ausento de clases por dos semanas. A partir de entonces ha decidido no presenciar más las clases y rendir todas las materias libres (es decir estudiando en su casa y presentándose sólo a los exámenes finales), y si tiene que realizar algún trámites, se hace acompañar por alguien.

Relato 3:
Candela Coronel es todavía más chica que Marisol; tiene 17 años, y va a un colegio de la provincia de Córdoba donde preside el Centro de Estudiantes. El 11 de mayo de este año el colegio organizó un debate titulado "Diversidad de género", que se inició hablando sobre el cupo femenino en el ámbito laboral. Candela no estuvo de acuerdo con la mayoría y defendió su postura argumentando que la mujer puede ocupar cualquier puesto por su idoneidad y capacidad.

Ante la posición transversal a lo que parecía ser más una narrativa previamente edificada que un debate abierto, no se hicieron esperar las agresiones. Según cuenta la protagonista la acusaron de no tener sororidad (tuve que buscar este término porque en mi vida lo había escuchado) y la profesora de filosofía le dijo que se llamara a silencio porque estaba hablando con arrogancia e ignorancia.

El falso debate siguió adelante tratando el tema del aborto, ponderando primeramente que los hombres debían ser excluidos de la discusión porque era un asunto de la mujer. Candela, incluso después de las intimidatorias palabras de su profesora, no quiso quedarse callada y objetó afirmando que el tema no era algo específico del género; si así fuera tampoco deberían dejar participar a los hombres que están a favor del aborto. Luego agregó que, como el cambio de sexo es ideológico y no biológico, en caso de excluir a los hombres de la discusión, no le parecía correcto que Florencia de la V (una famosa artista transexual argentina que ha hecho campaña pro-aborto) pudiera participar por el simple hecho de que ella dice sentirse mujer.

La adolescente relata de este modo lo que siguió a continuación: "La agresión que sentí en ese momento al plantear mi postura fue brutal. Se me trató de transfóbica, homofóbica, que debía deconstruirme... me levanté y me fui, ya me sentía suficientemente humillada"; y lo peor vino unos días después cuando "me llamaron a una reunión con la directora, dos profesores, la psicopedagoga y la coordinadora de curso; me pusieron cinco amonestaciones y tres días después la profesora de filosofía me avisó que había decidido desvincularme de las olimpíadas de filosofía, donde a causa de mi buen promedio había sido aceptada".

Relato 4:
Macarena Bercovich tiene 21 años y estudia derecho en la Universidad Nacional de Córdoba. Hace poco se animó a criticar al feminismo desde sus redes sociales, y la reacción no se hizo esperar: "Empecé a recibir agresiones y amenazas manifiestas tanto en respuestas a mis publicaciones como por mensajes privados". Macarena cuenta que, entre otras barbaridades, le decían "ojalá te violen", "ojalá tus machos te re caguen a palos", "ojalá se mueran todos los hijos que querés tener", "no estaría nada mal que al menos te pase algún susto para dejar de ser tan hija de puta".

El resultado de semejante hostigamiento resultó previsible: "Como resultado de tantos insultos y amenazas, imponiéndome que deje de compartir mis críticas, comencé a sentir miedo e intranquilidad. Me siento totalmente vulnerable a que simplemente por compartir mi opinión en desacuerdo con la que me dicen que debería tener, se desate otra ola de violencia en mi contra".

Relato 5:
Eugenia Rolón tiene 16 años y va al colegio en la ciudad de San Lorenzo, Santa Fe. Ella y sus amigas empezaron a interesarse por el feminismo a los 13, pero Eugenia relata que con el tiempo se fue dando cuenta de la falta de coherencia entre lo que se decía y lo que se hacía. Cuando decidió criticar públicamente al feminismo, la situación empezó a ponerse incómoda para ella: "Al principio mis compañeras se mantenían distantes, luego empezaron a burlarse de mí, continuaron con insultos leves que luego se fueron intensificando, y ya no eran dos o tres compañeras, era la gran mayoría. A pesar de las reiteradas reuniones de padres nunca nada cambió, no se detuvieron los insultos, sino que siguieron con agresiones físicas, como escupir mi cartuchera, tirarla al cesto de basura, romperme las carpetas en las cuales tenía apuntes, pegarme chicles y hasta cortarme el pelo".

Hace pocos días, Eugenia fue agredida en un discoteca cuando salió a bailar con sus amigas y le pegaron en la cabeza al grito de "Aborto legal".
Es notable cómo quienes se erigen frente a nosotros como virtuosas defensoras de la diversidad y las creadoras de una nueva realidad de tolerancia y pluralidad, ante la más insignificante de las manifestaciones de divergencia respecto a su agenda, se convierten rápidamente en policías, jueces, y verdugos, y no se ruborizan al recurrir a formas bien explícitas de violencia física.

Entendámoslo, este colectivo no está constituido por angelicales impulsoras de un mundo de igualdad, diversidad, y tolerancia; son un auténtico aquelarre plagado de brujas esperando la oportunidad para devorarse a cuantos Hansels y Gretels puedan.

Breve repaso: los cimientos del Feminismo y los colectivos asociados

En el fondo de este movimiento (y de todos aquellos colectivos que los secundan), reside una filosofía absurda e infame: el postmodernismo. Esta forma de entender la realidad promueve la subjetividad como base primaria de la cognición, el sentimiento personal como valor supremo, el mundo interior como único mundo posible. En este mundo privado no existe una realidad de carácter trascendente, superior, externa y objetiva, no existen ideales superiores que ordenen y den sentido y propósito al colectivo humano.

Quienes abrazan los principios postmodernos, aunque para ellos su hábitat interior es lo más importante y lo único real, no pueden concebir vivir rodeados de individuos que no vean la realidad del mismo modo; sus mundos pequeños, personales y subjetivos deben ser respetados y reconocidos por los demás como reales, es el único modo de sostener este monumental autoengaño.

La violencia característica de estos grupos surge como consecuencia de la imposibilidad de convencernos a todos de que aceptemos sin discusión y sumisamente su filosofía personal, y de que la adoptemos sin importar si ellas van en contra de nuestros valores más profundos y trascendentes.

Muchos están siendo seducidos por los cantos de sirenas de estos movimientos; otros tantos se han llamado a silencio porque aterrados por haber experimentado o contemplado lo que son capaces de hacer estos colectivos cuando son confrontados con argumentos sólidos y razonables. Aún quedamos los que nos negamos a ser atropellados y despojados de todo lo que valoramos, los que no estamos dispuestos a dejar que arrasen con todo a su paso. ¿En qué grupo estás tú?