Científicamente comprobado: los alimentos procesados son adictivos, hacen que se sienta muy infeliz y le provocarán muerte prematura.

hacking of the american mind
¿Cómo pasó esto? ¿Y cómo es que los fabricantes de alimentos han podido engañar al mundo acerca de esto? En su libro The Hacking of the American Mind - The Science Behind the Corporate Takeover of Our Bodies and Brains, el Dr. Robert Lustig explica cómo y por qué ocurrió esto.

Lusting quizás sea más conocido por su destacada investigación sobre el azúcar y la obesidad y por que su libro anterior, Fat Chance: Beating the Odds Against Sugar, Processed Food, Obesity and Disease, estuvo en la lista de los más vendidos del New York Times.

Además, Lustig es un profesor emérito de pediatría en la división de endocrinología de la Universidad de California en San Francisco y miembro del Institute for Health Policy Studies. Desde la última vez que lo entrevisté, también terminó una maestría en leyes sobre salud pública.

El Génesis del libro Hacking of the American Mind

La motivación detrás de The Hacking of the American Mind comenzó hace unos 30 años, cuando aún estudiaba el postdoctorado en neurociencia en la Universidad Rockefeller. Ahí, aprendió sobre la interacción entre la dopamina y la serotonina en el cerebro. En ese momento, solo había datos básicos que se correlacionaban, pero parecía haber una interacción muy específica entre ambos neuroquímicos.
"Hace cuatro años, mientras investigaba información para 'Fat Chance', fue muy evidente que los datos correspondían al papel de la alimentación y la salud conductual", indica Lustig.

"Además, ahora también contamos con estudios de neuroimagen. Me percaté de que todo estaba cobrando sentido: Que esta cuestión (la dopamina y serotonina), en realidad era el origen de lo que se había convertido en nuestra depresión y crisis con los opiáceos.

Al mismo tiempo, en 2014, impartía Psiquiatría Grand Rounds en una escuela de medicina de los Estados Unidos.

La mujer que dirigió su programa de tratamiento ambulatorio me llevó a visitar sus instalaciones. Ella misma era una adicta rehabilitada. Me dijo algo que era muy contradictorio. 'Cuando consumía sustancias, era feliz. Lo que mi nueva vida me ha dado, es placer.

Pensé: 'Eso está mal. Eso es exactamente lo contrario'. Pero no le dije nada. Fui a casa y hablé con algunos amigos de psiquiatría. Me dijeron: 'Oh, sí, muchas personas se vuelven adictas con este concepto en mente'. Y dije: 'Bueno, este es un tema para desarrollar un libro'. Ese fue el origen de este libro".
¿Por qué los tipos de alimentación a base de productos procesados promueven la depresión?

El triptófano, que es el precursor de la serotonina, es uno de los aminoácidos más excepcionales de nuestra alimentación. Pero es un error pensar que la respuesta a la depresión es tan simple como tomar triptófano para aumentar la serotonina. La razón de ello es que la mayor parte del triptófano se convierte en serotonina en el intestino, y no viaja libremente hacia su cerebro. Lustig explica:
"El triptófano es el único aminoácido que se puede convertir en serotonina. El triptófano es el aminoácido más singular de nuestra alimentación. Los huevos son el alimento que más lo contiene.

Ciertas aves de corral y otras especies de aves tienen un poco de [triptófano]. Los vegetales lo contienen en muy pequeñas cantidades. Obviamente, los carbohidratos prácticamente no contienen triptófano.

Para empezar, realmente es bastante difícil introducir triptófano en su cuerpo. Si a todo eso le agregamos alimentos procesados, entonces es aún más difícil ya que suelen carecer de triptófano.

[Además], el 99.9 % del triptófano que consume se convierte en serotonina en el intestino con objetivos digestivos, o ingresa en las plaquetas para favorecer a la coagulación. [Así que] al cerebro llega muy poco triptófano.

A esto se añade el hecho de que el triptófano tiene que compartir un transportador de aminoácidos con dos aminoácidos relativamente comunes: La fenilalanina y la tirosina, que, por cierto, son los precursores de la dopamina. Puede notar que mientras más alimentos procesados consuma, más dopamina producirá ya que tendrá los precursores que se encargan de ello.

En realidad, eliminarán la capacidad de hacer que el triptófano atraviese la barrera hematoencefálica... Sin embargo, la serotonina es el nido de la satisfacción y felicidad. Eso explica por qué la alimentación es una cuestión tan problemática..."
Interactuar cara a cara tiene efectos neuroquímicos

Muchos intentan estimular su felicidad a través de ciertas elecciones de alimentos, pero en realidad eso no funciona, y Lustig proporciona argumentos sólidos sobre por qué los alimentos que consume por antojo elevan la dopamina y reducen la serotonina.

En cambio, las experiencias son las que promueven la felicidad. Las personas lo pueden hacer feliz. Puede hacerse feliz a sí mismo. En su libro, Lustig describe una serie de diferentes estrategias para ser más feliz.

"En última instancia, el objetivo es [aumentar] su serotonina", dice. Hay cuatro formas de aumentar su serotonina, y todas son gratuitas. También son cosas que es posible que la abuela le haya dicho que hiciera. Lo primero y más importante es establecer vínculos humanos.
"Resulta ser que Facebook no cuenta como conexión humana. Cuando hablamos de conexión interpersonal, nos referimos al frente a frente", dice Lustig.

"Las emociones faciales de la persona que tiene enfrente activan un conjunto de neuronas en el cerebro, llamadas 'neuronas espejo', que son los impulsores de la empatía y están específicamente relacionadas con la serotonina.

Para poder generar un sentimiento de empatía, que con el tiempo se convierte en satisfacción/felicidad, realmente tiene que establecer un vínculo. No es posible hacerlo por internet. No se puede establecer una conexión con 'anonymous'. Simplemente no funciona".
Por el contrario, las redes sociales generan dopamina, que se asocia con el placer, y por lo tanto pueden estimular la adicción. El principal problema es que cuando la dopamina aumenta, la serotonina disminuye. Por lo tanto, la comunicación en línea en realidad es un factor causal importante de la infelicidad.

Lustig también explica cómo las compañías, tanto las fabricantes de alimentos como las de electrónica, aprovechan la biología de la dopamina y serotonina para hacernos adictos a sus productos. Incluso hay un libro sobre este tema escrito por Nir Eyal, titulado Hooked: How to Build Habit-Forming Product.

Dopamina versus Serotonina

Es importante notar que la vía dopaminérgica (o generadora de recompensas) es la misma, sin importar cuál sea su fuente de placer. Puede ser una sustancia, como lo son la nicotina, alcohol, heroína o comida chatarra; o puede ser un comportamiento, como navegar por internet, ir de compras o ver pornografía.

En pocas palabras, el problema es que la dopamina es un neurotransmisor excitador, y en exceso es neurotóxica.

Cuando se libera dopamina y la neurona del otro lado acepta la señal, esa neurona podría verse perjudicada. Con el tiempo, los neurotransmisores excitadores pueden provocar muerte celular. Para protegerse de los daños, la neurona postsináptica emplea un mecanismo de autoprotección: regula descendentemente sus receptores.

Al tener menos receptores, la dopamina no puede hacer tanto daño. Por lo tanto, cada vez que experimenta una "inyección" o subidón de dopamina, disminuye el número de receptores. Como resultado, necesita dosis o "inyecciones" de dopamina cada vez mayores para obtener la misma sensación.

Con el tiempo, genera tolerancia, un estado donde incluso una dosis grande no produce ningún efecto. Una vez que las neuronas comienzan a morir, se convierte en un adicto en toda regla.
"Lo que debe saber es que los receptores tardan tres semanas en volver a llenarse. Los antojos pueden durar más de un año cuando se es adicto. Este es un proceso a largo plazo que a veces requiere de intervención y supervisión médica por parte de quienes comprenden la medicina de las adicciones", dice Lustig.
Por otro lado, la serotonina no es un neurotransmisor excitador. Cuando actúa sobre el receptor de serotonina-1a (el receptor de "alegría"), no se produce daño. Por lo tanto, la felicidad no conduce a un comportamiento adictivo.

Tenga en cuenta que la dopamina regula descendentemente la serotonina, por lo que en esencia es imposible alcanzar la felicidad (que se relaciona con la serotonina) a través del comportamiento de búsqueda de placer (que se relaciona con la dopamina).

Uno de los placeres más económico que estimula la dopamina es el azúcar. Muchos recurren a la comida chatarra dulce cuando se sienten deprimidos, con la idea de que les ayudará a sentirse mejor, pero la ciencia neuroquímica revela que esto simplemente no puede suceder.

Si se añade la hormona del estrés cortisol (que regula descendentemente el receptor de serotonina-1a) a esta combinación, y obtendrá una receta para la adicción y depresión. "Eso es lo que está sucediendo en toda la sociedad civilizada, no solo en los Estados Unidos, sino en todo el mundo", dice Lustig.

Otros estimulantes de la serotonina

Además de las conexiones, hay otras tres maneras de aumentar la serotonina y la felicidad. Estas tres maneras restantes son:

1. Contribuir - Se refiere al acto de contribuir a algo más grande que uno mismo; al aportar a la sociedad.

"Puede obtener felicidad y satisfacción de su trabajo, pero hay ciertos criterios que deben cumplirse", dice Lustig. "Por desgracia, la mayoría de las personas tiene un jefe que no contribuye a su felicidad. El lugar de trabajo no suele ser el mejor sitio para obtener una satisfacción significativa".

2. Orden - La falta de sueño, no hacer suficiente ejercicio y realizar varias cosas al mismo tiempo son factores de infelicidad. Dormir es extremadamente importante para producir serotonina de manera saludable.

Aquí, es importante evitar exponerse a pantallas electrónicas, ya que la luz azul inhibe la producción de melatonina, lo que hace que el sueño sea más difícil de conciliar. Los dispositivos electrónicos también interrumpen su sueño y deterioran su salud al exponerse a microondas innecesarias, tal como se explica en este artículo sobre la depresión.

3. Cocinar - Es probable que si cocina sus alimentos incremente su triptófano, reduzca su consumo de azúcar refinada y aumente su fibra y grasas omega-3 (antiinflamatorios). En general, esto dará como resultado una mejora en su salud intestinal, lo que tendrá un impacto enorme en su estado de ánimo y salud mental.

"Varios investigadores... han demostrado que su microflora gastrointestinal le dice a su cerebro lo que quiere a través de las señales que atraviesan el torrente sanguíneo, y quizás también de las neuronales. Si no alimenta sus bacterias beneficiosas, no puede ser más feliz. Es muy importante consumir alimentos reales que prepare usted mismo", dice Lustig.

Comer alimentos reales ayuda a optimizar el triptófano y otros nutrientes vitales para el cerebro

Como se mencionó, gran parte de la clave de la felicidad es aumentar la serotonina al optimizar su triptófano. Sin embargo, el dilema es que la mayor parte de la serotonina que se produce en el intestino, se usa de forma local. No entra al cerebro. Lustig explica:
"Hay muchas desviaciones para el triptófano lejos del cerebro. Se puede metabolizar en el propio intestino. Se puede metabolizar en las plaquetas. Puede convertirse en cinurenina, que es un metabolito secundario en el hígado.

Es posible que no se transporte a través de la barrera hematoencefálica debido a que la fenilalanina y tirosina absorben el transportador de aminoácidos aromáticos.

Además, por supuesto, sus neuronas de serotonina deben ser funcionales. Hay cosas que matan las neuronas de la serotonina, incluidos los estupefacientes. Por ejemplo, el MDMA, o éxtasis, es un famoso asesino de dopamina y serotonina... Una vez que pierde esas neuronas de serotonina, es bastante difícil obtener algún tipo de señal de felicidad".
Entonces, ¿cómo aumentar el triptófano sistémico? Una de las claves es consumir alimentos reales y asegurarse de que incluyan un alto contenido de triptófano, el más alto de los cuales son las claras de huevo.

También necesita ácidos grasos omega-3, especialmente DHA, que es un componente de todas las células del cuerpo. Más del 90 % de las grasas omega-3 que se encuentran en el tejido cerebral es DHA.
"Probablemente, los omega-3 son lo más beneficioso que puede darle a su cuerpo. Son antiinflamatorios. Previenen el Alzheimer. Aumentan la fluidez de las membranas. Por lo tanto, aumentan la distensibilidad neuronal, lo que significa que es menos probable que cualquier neurona muera", dice Lustig.

"Por supuesto, el problema es que cuando eliminamos la grasa de los alimentos, la eliminamos TODA. Ha sido un verdadero reto hacer que los médicos expertos cambien su opinión al respecto. Quiero agradecer que la Asociación Americana del Corazón, ya desacreditó su antigua hipótesis sobre la grasa y el colesterol.

Ahora reconocen que la grasa saturada no era el monstruo que creían que era, que hay siete tipos de grasas, y que en realidad hay que consumir omega-3. Debe consumir grasas monoinsaturadas. De hecho, es necesario consumir grasa saturada ya que es un componente importante de las membranas".
La manipulación corporativa

Entonces, ¿cómo han contribuido las compañías de alimentos a los problemas de la adicción a los alimentos y sustancias?

De acuerdo con Lustig, "si observamos las decisiones del Tribunal Supremo que ocurrieron entre mediados de los años 70 y 80, eliminaron los derechos individuales y aumentaron los derechos corporativos de una manera muy distinta". En su libro, describe cuatro decisiones específicas del Tribunal Supremo, una de las cuales básicamente desreguló el discurso de la industria.

Las corporaciones pueden decir lo que quieran, cuando quieran, sin importar si es verdad. Nuestras actuales epidemias de opioides y adicción a los alimentos son producto de la deshonestidad corporativa.
"Ahora estamos viendo el advenimiento de una sociedad en contra de la verdad debido a la forma en que el Tribunal Supremo eliminó nuestros derechos individuales", dice Lustig.

"Al hacerlo, las corporaciones han afectado nuestra capacidad de experimentar placer y felicidad. De hecho, han insertado propaganda en nuestro sistema límbico, nuestro sistema generador de recompensas, por lo que constantemente buscamos recompensas a expensas de nuestra propia felicidad.

Es por eso que actualmente el mundo está en esta situación. El fallecido filósofo político de Princeton, Sheldon Wolin, escribió un conmovedor libro titulado Democracy Incorporated: Managed Democracy and the Specter of Inverted Totalitarianism, [en el cual] imaginó que las corporaciones y el gobierno... se convertirían en lo mismo.

Si observa lo que está pasando en la Casa Blanca hoy en día, puede ver que estamos frente al escenario de la pesadilla de Wolin. Es fascismo en el sentido de que parece que no tenemos una voz propia. No fascismo en el sentido de que las empresas son las que nos dicen qué hacer. Es que básicamente hemos renunciado a nuestra propia responsabilidad por nuestra propia salud y seguridad".
EatREAL: la etiqueta de confianza

Hablando de vivir en una sociedad en contra de la verdad, es posible que no se dé cuenta de que no hay una regulación para los restaurantes que mienten descaradamente sobre lo que le están sirviendo.

Larry Olmsted aborda este tema en su libro titulado Real Food/Fake Food: Why You Don't Know What You're Eating and What You Can Do About It. No enfrentan consecuencias ni ninguna acción regulatoria, por mentir a los clientes. Engañar solo los enriquecerá, hasta o a menos que sean públicamente denunciados y quizás boicoteados.

Una forma de proteger sus intereses al comer fuera de casa es asegurarse de que el restaurante esté afiliado al Responsible Epicurean and Agricultural Leadership, mejor conocido como EatREAL, una organización sin fines de lucro que Lustig ayudó a crear. Enseña a los restaurantes lo que "deberían estar haciendo" y le proporciona un sello de confianza al público: un tenedor verde.

El alto costo del azúcar añadido

La fructosa procesada, principalmente en forma de jarabe de maíz, se ha convertido en un importante contribuyente al presupuesto de atención médica de 3000 billones de dólares en los Estados Unidos.

Además, hay datos claros que relacionan el consumo de azúcar con la lipogénesis de novo, un proceso de enfermedad asociado con acumulación de grasa en el hígado, que produce resistencia a la insulina, hiperinsulinemia, síndrome metabólico y enfermedades asociadas. Eso incluye diabetes tipo 2, hipertensión, problemas lipídicos, enfermedades cardiovasculares, cáncer y demencia.
"Tenemos el mecanismo por el cual ocurre esto. De hecho, nuestro artículo en Gastroenterology demuestra que, si se elimina el azúcar de la alimentación de los niños con síndrome metabólico y se sustituye el almidón, un intercambio de calorías por calorías, glucosa por fructosa sin cambio de calorías... en 10 días es posible revertir el síndrome metabólico.

Puede revertir la resistencia a la insulina. Puede revertir la grasa del hígado. Puede revertir la carga sobre el páncreas. Básicamente, todas las perturbaciones metabólicas desaparecen. Esa es la prueba irrefutable", dice Lustig.

"Además, tenemos un documento en BMJ Open2 que modela lo que podría suceder en términos de gastos de atención médica y tasas de enfermedades, si redujéramos un 20 % nuestro consumo de azúcar, que es lo que se haría con nuestros impuestos.

O si reducimos el consumo de azúcar en un 50 % (que es lo que el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos sugirió que hiciéramos), solo para la enfermedad del hígado graso no alcohólico... durante los próximos 20 años, nuestro país podría ahorrar 103 000 millones de dólares, solo respecto a esa enfermedad.

En última instancia, aquí es a donde se va el dinero. Esta es la razón por la cual los servicios para el cuidado de la salud se verán afectados. Esta es la razón por la cual Medicare quedará en bancarrota para el año 2026...

Tenemos que abordar la situación sanitaria. La salud se está yendo abajo. No hay una cantidad de atención médica que pueda arreglar lo que está mal con nuestra alimentación, a menos que primero corrijamos la manera en que comemos... estamos en problemas.

Pero no es posible corregir algo hasta reconocer cual es el problema. Este libro, The Hacking of the American Mind, demuestra cómo en última instancia, la ciencia y la biología, han influido no solo en nuestra salud, sino también en nuestras políticas".
Más información

En el pasado, las personas comprendían mucho mejor la felicidad y el placer. El libro de Lustig describe cómo estos términos han sido deliberadamente combinados y confundidos por las empresas y gobiernos ya que ayudaron aumentar las ventas. Para cambiar la tendencia hacia la adicción, hay que entender la diferencia entre ambos.
"Entonces, ¿cuál es la diferencia entre placer y felicidad? Hay siete diferencias: El placer es visceral; la felicidad es etérea.

El placer es a corto plazo; la felicidad es a largo plazo El placer por lo general se obtiene a solas; la felicidad se suele conseguir en grupos sociales. El placer es tomar; la felicidad es dar. El placer se puede lograr con sustancias; la felicidad no se puede conseguir con sustancias.

Los extremos del placer conducen a la adicción, mientras que no existe tal cosa como ser adictos a la felicidad. Finalmente, el placer es dopamina y la felicidad serotonina.

Por alguna razón, comprender la diferencia entre ambos es algo, que nunca se les explicó a las personas en los Estados Unidos. Tenemos que hacer que lo entiendan, con el fin de solucionar este problema. Los académicos no lo entienden.

Las empresas no lo entienden. Sin duda, el gobierno federal no lo entiende. Tenemos que hacer que lo comprendan. Es por eso que este libro es tan crucial".
No podría estar más de acuerdo, y sin duda el libro The Hacking of the American Mind: The Science Behind the Corporate Takeover of Our Bodies and Brains le ayudará a comprender la distinción entre la dopamina, serotonina y las variables que ayudan optimizar estos neurotransmisores. Lo más importante es que la forma en que lo explica todo, tiene el poder de motivar conductas saludables.
"La conclusión es que se trata de ciencia", indica Lustig.

"Habrá detractores que dirán que son patrañas. Pero la conclusión es que hay 600 referencias a bibliografía básica que demuestran que no son sandeces. La ciencia realmente predice los fenómenos que vemos y la sociedad en que nos hemos convertido".