La compañía Monsanto, de Bayer, ha sido condenada en Estados Unidos de nuevo por los daños de su herbicida glifosato. Es la tercera sentencia que recibe y por ello deberá pagar más de 2.055 millones de dólares a una pareja de ancianos que padecen cáncer. En concreto fueron diagnosticados de linfoma no hodgkiniano.
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Alva y Alberta Pilliod, un matrimonio de 77 y 75 años residente en California usaron durante más de 30 años el producto que inventó Monsanto para matar las malas hierbas y que es el herbicida más utilizado del mundo tanto en parques y jardines como en la agricultura. Con los años les acabaron diagnosticando el cáncer mencionado.

Un estudio publicado en Nature hace poco ha encontrado que los daños del glifosato pueden trasmitirse a la segunda y tercera generación de ratas expuestas al mismo.

En 2015 una evaluación de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) de la Organización Mundial de la Salud (OMS) expuso que este herbicida es un probable carcinógeno.

El asunto está bien estudiado, incluso existe un análisis que documenta los efectos transgeneracionales del químico tóxico.

Este trabajo muestra cómo los descendientes de descendientes expuestos al herbicida tenían más probabilidades de desarrollar enfermedades de la próstata, los riñones y los ovarios, obesidad y anomalías de nacimiento.

El estudio sugiere que las evaluaciones de riesgo deben tener en cuenta la capacidad de los productos químicos para impactar a las generaciones futuras a través de los efectos transgeneracionales.

El veredicto de los 2.055 millones de dólares viene precedido de otro de agosto de 2018 cuando la empresa fue condenada a pagar 289 millones de dólares (que luego se redujeron a 89 millones tras el recurso de la compañía) y otro de marzo de este mismo año por el que hubo de desembolsar 80 millones de dólares.

Cuando ocurre algo así el debate suele centrarse en los aspectos científicos y en concreto en si el glifosato es cancerígeno o no. Pero el caso no es ese, que también. Lo que se ha juzgado en los tres juicios que ha habido (hay varios miles pendientes) es el derecho fundamental a la información que tenemos en temas que atañen a nuestra salud. La salud es uno de los derechos humanos fundamentales y así lo recoge la propia OMS:
"El goce del grado máximo de salud que se pueda lograr es uno de los derechos fundamentales de todo ser humano sin distinción de raza, religión, ideología política o condición económica o social».
Y sin información sobre los productos y servicios que puedan conculcar ese derecho no podemos tenerlo. Aparte de que el jurado, por unanimidad, considerase probada la relación de causalidad entre la exposición a glifosato y el cáncer que mató al jardinero, los 2.055 millones de multa a la empresa son por saber que eso era así y ocultarlo a la población. Como publica el diario El Mundo:
"El jurado encontró en esta ocasión una montaña de evidencias que demuestran que Monsanto manipuló a los científicos, a los medios de comunicación y a las agencias regulatorias para impulsar su propia agenda», según uno de los abogados del matrimonio Pilliod."
Esto es algo que ya ha salido a la luz en anteriores juicios. Es importante comentar que la Justicia no juzga a la Ciencia sino que se apoya en esta última para poder valorar posibles delitos.

Lo primero de lo primero es nuestro derecho como personas a saber TODO sobre los posibles impactos en nuestra salud del glifosato y de cualquier sustancia. Primero estar informados y luego decidir con libertad qué hacemos.

La Ciencia ha de servir a las personas. Hacer sesudos estudios científicos sobre un producto y que sus resultados negativos se oculten y que los positivos se comuniquen a la sociedad como un «gran descubrimiento», es marketing no ciencia y fraudulento además.

Con respecto a la Justicia creemos que en caso de duda científica se debe ir a favor de la posible víctima cuando hay indicios de ocultación de información. En el Bufete Almodóvar & Jara esto es el pan nuestro de cada día.