Hace poco hemos publicado en Diet Doctor nuestra guía basada en evidencias sobre las dietas bajas en carbohidratos y la salud renal (aún no publicada en español). Según las evidencias disponibles, llegamos a la conclusión de que el consumo moderado de proteína que normalmente se sigue en las dietas bajas en carbos (1,2-1,7 g por cada kg de peso corporal de referencia) no supone un riesgo para la salud renal. Imagínate nuestra sorpresa cuando dos publicaciones en Nephrology Dialysis y Transplantation afirmaron que las proteínas y las dietas bajas en carbos dañan la función renal. ¿Cómo podíamos habernos equivocado? ¿Hemos de cambiar totalmente nuestra política?
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Para asegurarnos de que proporcionamos la información sobre salud más confiable y actualizada, tuvimos que profundizar más en estos estudios y ubicarlos en el contexto de las investigaciones existentes.

En el primer estudio observacional se llevó un seguimiento de 2255 pacientes de entre 60 y 80 años con un historial de infartos de miocardio. Rellenaron un cuestionario estándar de frecuencia alimentaria (que, como ya hemos apuntado antes, a menudo son poco exactos y poco confiables) y se midió la velocidad de filtración glomerular (una medición en laboratorio de la función renal) después de 41 meses.

Los ensayos observacionales como este proporcionan datos débiles que además tienen problemas debido a que las variables de confusión no están ajustadas. Por ejemplo, en este estudio las personas que comieron más de 1,2 g de proteína por cada kg de peso corporal al día (g/kg/día) consumieron de promedio 2250 calorías al día. Las que comieron menos de 0,8 g/kg/día consumieron de promedio 1346 calorías al día. ¡Eso son más de 1000 calorías al día de diferencia!

Pero ahí no acaba todo, hay más. Las personas que consumieron más proteína también comieron 268 g de carbohidratos al día, frente a los 173 g al día de las personas que consumieron menos proteínas. Por último, el grupo que comió más proteína también consumió 1300 mg más de sodio que el grupo que comió menos proteína. Aunque puede que el sodio no sea tan importante cuando se sigue una dieta baja en carbohidratos, en una dieta más alta en carbohidratos su consumo puede estar relacionado con desenlaces poco favorables de salud.

Cabe señalar que los autores llegaron a la conclusión de que el grupo con un consumo mayor de proteínas sufrió un deterioro más rápido de la función renal. Pero aquí viene la mejor parte: también podemos llegar a la conclusión de que el grupo que consumió más carbohidratos o sodio tuvo un deterioro más rápido de la función renal. A fin de cuentas, todo eso ocurrió en el mismo grupo.

¿Quién fue el culpable real? ¿Las proteínas? ¿Los carbohidratos? ¿El sodio? ¿O podría haber sido algo totalmente diferente que ni siquiera se midió? Este estudio no responde a ninguna de estas preguntas. Cualquier intento de afirmar con seguridad que la proteína fue la culpable es una desafortunada mala interpretación del estudio.

El segundo estudio también fue observacional. En este caso se siguió a 9226 voluntarios coreanos durante 13 años. También aquí los datos provienen de cuestionarios de frecuencia alimentaria, y de nuevo las subpoblaciones muestran unos consumos alimentarios totalmente diferentes. Las personas con el menor consumo de proteína comieron de promedio 0,6 g/kg/día de proteína y 4,3 g/kg/día de carbohidratos. Las personas que comieron más de 1,7 g/kg/día de proteína también comieron 7,3 g/kg/día de carbohidratos. ¡Eso son más de un 60 % más de carbohidratos! Aquí también el sodio difería de forma considerable, así como la frecuencia en la que se fumó tabaco, consumió alcohol y el nivel de glucemia en ayunas, todo lo cual era peor en el grupo con un consumo mayor de proteínas.

Eso no significa que comer más proteínas te haga fumar o beber. Significa que era más probable que las personas que bebían y fumaban también consumieran más proteínas, carbohidratos y sodio.

¿Qué otros hábitos poco saludables u otros factores podrían haber contribuido al empeoramiento de la función renal? Como decíamos, este estudio no nos lo aclara.

A riesgo de ser repetitivos, ¿qué fue lo que causó realmente el empeoramiento de la función renal? ¿Fue la proteína? ¿Fueron los carbohidratos? ¿El alcohol? ¿El tabaco? ¿O fueron otros hábitos poco saludables?

Creemos que la calidad de la evidencias importa cuando se trata de tomar decisiones con respecto a nuestra salud. Ya se trate de carne roja, de proteína o de carbohidratos, la mejor forma de identificar un efecto beneficioso o perjudicial es con un ensayo aleatorizado y controlado, no minando datos de una población no controlada. En nuestra guía de dietas bajas en carbohidratos y función renal citamos metanálisis de ensayos aleatorizados controlados (el nivel más alto de evidencia científica) y ensayos aleatorizados controlados (un nivel moderado de evidencia) que muestran que el consumo de proteína no daña la función renal.

Estas nuevas evidencias, basadas en cohortes observacionales antiguas, no son suficientes para cambiar nuestra postura sobre el consumo de proteína, las dietas bajas en carbohidratos y la salud renal.

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