Traducido por el equipo de SOTT.net en español

Los investigadores han descubierto que una especie de pez de coral utiliza al camarón para ayudar a fertilizar sus granjas de algas, con lo cual, indican, es la primera evidencia de que un animal no humano domestica a otra especie.
Longfin damselfish
© Griffith University
El pez damisela de aleta larga (Stegastes diencaeus) es conocido por defender agresivamente las granjas de las que depende para alimentarse, pero no, al parecer, contra el camarón mísido planctónico (Mysidium integrum).

"Encontramos que el pez damisela mantiene enjambres de camarones mísidos dentro de sus granjas, proporcionándoles un refugio seguro a largo plazo contra los depredadores", dice Rohan Booker de la Universidad Deakin de Australia, autor principal de un artículo en Nature Communications.

"Los mísidos, a cambio, nadan sobre esa granja todo el día y bombean pasivamente el material de desecho. Todos esos desechos extra actúan como fertilizante, mejorando las algas cultivadas, y, a su vez, la condición del granjero; el pez damisela."

Esto se conoce como "relación domesticador-doméstico", un acuerdo mutuamente beneficioso en el que una especie proporciona apoyo continuo a otra a cambio de beneficios predecibles, como por ejemplo los peces limpiadores que recogen parásitos de otros peces o insectos que polinizan las flores.

Los seres humanos han tenido este tipo de relaciones con muchos animales diferentes desde que domesticaron a los perros hace unos 10.000 años, crianzas selectivamente por ciertas características atractivas como la mansedumbre.

Otros ejemplos de domesticación no humana se conocen mejor en los insectos que domestican plantas como las hormigas cultivadoras de hongos. Este estudio muestra que los vertebrados no humanos también domestican a otros animales y sugiere que puede ser más común de lo que se conocía anteriormente, dice Booker.

En las especies no humanas, señala, el proceso de domesticación probablemente se produce sin una intención consciente, sino más bien a través de la coevolución a lo largo de milenios. Se sospecha que las relaciones humanas con otros animales se originaron de la misma manera.

Se cree que la domesticación humana de los lobos grises (Canis lupus), por ejemplo, comenzó cuando los lobos se sintieron atraídos por los campamentos humanos; a medida que las dos especies coexistieron y se acostumbraron la una a la otra, los humanos empezaron a obtener beneficios como una caza más exitosa.

De manera similar, los pollos y los gatos pueden haber sido atraídos a los campamentos humanos para alimentarse de las sobras, que luego se desarrollaron en una relación simbiótica, o mutuamente beneficiosa, a través de los beneficios que proporcionaban como huevos, carne o roedores de caza.
"Creo que lo realmente emocionante que pudimos hacer fue usar las relaciones entre peces y mísidos para probar experimentalmente la vía comensal, que es una de las formas en que se cree que las relaciones humanas con los animales surgieron por primera vez", dice Brooker.

"El comportamiento territorial de los peces creó un nuevo hueco en el arrecife que los mísidos pudieron aprovechar oportunamente para refugiarse, de manera similar a como los pollos o los gatos pueden haber aprovechado los asentamientos humanos para alimentarse, lo que llevó a una mejor supervivencia".

"Estos animales, a su vez, proporcionaron un beneficio al creador de la cavidad y así la retroalimentación positiva fortaleció la relación a lo largo del tiempo".
Estas afiliaciones tienen ramificaciones ecológicamente importantes, dicen los autores, ya que los beneficios mutuos evolucionan a través de las generaciones, dando forma al comportamiento, la adaptación y la supervivencia, e incluso a los paisajes y la biodiversidad.

Brooker observó por primera vez el fenómeno con el pez damisela y con los camarones mísidos cuando nadaba alrededor de los arrecifes de coral de Belice hace cinco años. Él y sus colegas de las universidades Deakin y Griffith de Australia, así como de Francia, los Estados Unidos y el Reino Unido, siguieron luego con una serie de estudios de campo y experimentos de comportamiento.

Él tiene la esperanza de que las futuras investigaciones puedan verificar el fenómeno en otros arrecifes del mundo donde se ha informado de que los camarones mísidos habitan en territorio del pez damisela, como en Lizard Island en la Gran Barrera de Coral en Australia.

"Nuestra capacidad para domesticar otros organismos ha contribuido al éxito de nuestra especie y a la transformación de los ecosistemas del mundo", escribe el equipo. Sugieren que se podrían obtener nuevos conocimientos explorando más a fondo cómo ocurrió esto en otros animales.