Traducido por el equipo de Sott.net en español

Desde 1900, se ha producido un descenso del 74% en las tasas de mortalidad en los países desarrollados, en gran parte debido a una notable disminución de las muertes por enfermedades infecciosas. ¿Hasta dónde podemos atribuir este descenso a las vacunas? La historia y los datos aportan respuestas inequívocas de gran importancia en medio del vitriólico debate actual sobre las vacunas.

vacunas
CHICAGO, Illinois - Desde 1900, la tasa de mortalidad en Estados Unidos y otros países del primer mundo ha descendido aproximadamente un 74%, lo que ha supuesto una espectacular mejora en la calidad y esperanza de vida de los estadounidenses.

Una sencilla pregunta: "¿Cómo se explica?"

¿Por qué esta disminución tan precipitada de la tasa de mortalidad? Prestando atención a los promotores de vacunas, la respuesta es sencilla: las vacunas salvaron nuestras vidas. La locura de esta narrativa reside en lo fácil que resulta refutarla, los datos se ocultan a plena vista. Sin embargo, el hecho de que esta narrativa falsa y fácil de probar su falsedad persista es muy ilustrativo del mundo en el que vivimos, y espero que anime a los padres a reconsiderar la veracidad de la larga serie de narrativas que les han sido transmitidas sobre las vacunas, y a emprender sus propias investigaciones básicas.

1970, Dr. Edward H. Kass

vacunas infantiles
El 19 de octubre de 1970, el Dr. Edward H. Kass, de Harvard, pronunció un discurso ante sus colegas en la reunión anual de la Sociedad de Enfermedades Infecciosas de América que probablemente haría que lo destituyeran de esta misma profesión hoy en día. En aquel momento, el Dr. Kass era en realidad el presidente de la organización, lo que hizo que lo que tenía que decir sobre las vacunas y su impacto en la reducción de las tasas de mortalidad estadounidenses fueran aún más impactantes, al menos con los estándares actuales. Cuarenta y ocho años después del discurso del Dr. Kass, las vacunas han adquirido un estatus mitológico en muchos rincones de nuestro mundo al contar con la exageración de las personas que más se benefician de su uso. Que si las vacunas han salvado el mundo, que si es incuestionable que todos los niños tienen que recibir todas las vacunas, que si ustedes no se vacunan volverán las enfermedades infantiles mortales, que si no se vacuna, sus hijos morirán. En cuanto cuestionamos las vacunas, aunque sólo sea un poquito, ¡ya somos "antivacunas" y hay que rechazarnos y descartarnos!

Pero, ¿y si la mayor parte de las historias sobre el papel de las vacunas en el descenso de la mortalidad ni siquiera fuera cierta?

En su famoso discurso, el Dr. Kass retó a sus colegas del ámbito de las enfermedades infecciosas, advirtiéndoles de que al sacar falsas conclusiones acerca del motivo por el que las tasas de mortalidad habían disminuido tan drásticamente, eso podría alimentar sus enfoques en la dirección equivocadas. De acuerdo a su explicación:
"...aceptamos algunas verdades a medias y dejamos de inquirir en verdades reales. Las principales verdades a medias eran que la investigación médica había acabado con los grandes aniquiladores del pasado -la tuberculosis, la difteria, la neumonía, la sepsis puerperal, etc.- y que la investigación médica y nuestro sistema superior de atención médica eran los principales factores responsables del alargamiento de la esperanza de vida, proporcionando así al pueblo estadounidense el nivel de salud más elevado del mundo. Que estas son verdades a medias se sabe, pero quizás no lo suficiente".
A continuación, el Dr. Kass compartió algunos gráficos reveladores con sus colegas. Estoy intentando imaginarme a un presidente de la Sociedad de Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos compartiendo uno de estos gráficos en una reunión de funcionarios de la salud pública, se apagarían las luces de la sala de presentación y sería abordado y expulsado del escenario... vean aquí el primer ejemplo de un gráfico que el Dr. Kass compartió en 1970:

Fig. 5 Media anual de muertes por el sarampión en niños menores de 15 años, Inglaterra y Gales

vacunas
Pero, no tan de prisa, el gráfico del Dr. Kass ni siquiera incluye la vacuna contra el sarampión... ¿por qué? Bueno, en 1970 el despliegue de la vacuna contra el sarampión estaba en sus inicios y, como la evidencia nos lo confirma, hacía mucho tiempo que el sarampión había experimentado una drástica disminución de la mortalidad. Elaboró un gráfico similar con la tosferina:

Fig. 4 Media anual de muertes por la tos ferina en niños menores de 15 años, Inglaterra y Gales
virus
En este caso, se puede apreciar cuándo se introdujo la vacuna contra la tos ferina. El Dr. Kass también mostró un gráfico de la fiebre de la escarlatina, lo que aumenta la confusión sobre el papel de las vacunas ya que nunca existieron vacunas contra la fiebre de la escarlatina, y sin embargo el gráfico que marca una enorme disminución de la mortalidad por la fiebre de la escarlatina se parece mucho al del sarampión y la tos ferina:

Fig. 3 Media anual de muertes por la escarlatina en niños menores de 15 años, Inglaterra y Gales
vacunas
¿Qué sentido tiene todo esto?

El Dr. Kass trataba de explicar algo sencillo a sus colegas, algo con profundas implicaciones para la salud pública. Su argumento era tan importante que voy a citarlo en letras muy grandes en un intento de que quede claro:
"Esta disminución de las tasas de ciertos trastornos, la cual se correlaciona aproximadamente con las circunstancias socioeconómicas, representa nada menos que el acontecimiento más importante en la historia de la salud del hombre, y sin embargo sólo tenemos nociones muy vagas y generales sobre los motivos y los mecanismos que explican cómo la mejora socioeconómica y la disminución de las tasas de ciertas enfermedades van en paralelo."
El Dr. Kass rogó a sus colegas que se mantuvieran receptivos para poder entender el motivo por el que las enfermedades infecciosas habían disminuido tan drásticamente en los Estados Unidos (así como en otros países del primer mundo). ¿Fue la nutrición? ¿Los métodos sanitarios? ¿Una reducción del hacinamiento en los hogares? (Desde entonces hemos aprendido que la respuesta a las tres preguntas es un "Sí"). Animó a sus colegas a que tuvieran cuidado de no sacar conclusiones prematuras, a mantener la objetividad y a "abrirnos ante nuevas posibilidades".

Por suerte para nosotros, el discurso del Dr. Kass de aquel día se guardó para la posteridad ya que se publicó íntegramente en una revista médica. De hecho, es una revista que el propio Dr. Kass fundó, The Journal of Infectious Diseases, y su discurso se titula "Infectious Disease and Social Change" (Enfermedad infecciosa y cambio social). Hay unas cuantas cosas en el discurso del Dr. Kass que me parecen impresionantes, especialmente teniendo en cuenta que era el presidente de la Sociedad de Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos. A saber:
  1. Nunca se refirió a las vacunas como "el mayor invento de la humanidad" o una de las otras muchas formas hiperbólicas en que los promotores de las vacunas las describen asiduamente en la prensa actual. Las vacunas no fueron responsables de salvar "millones de vidas" en Estados Unidos, como bien sabía el Dr. Kass.
  2. De hecho, nunca le dio a las vacunas mucho crédito en cuanto a la dramática disminución de la mortalidad en el mundo desarrollado. Tiene sentido porque ninguno de los datos que disponía habría apoyado esa opinión. Lo que hizo que me preguntara: "¿alguien ha intentado poner en contexto la contribución de las vacunas en el descenso de la mortalidad humana durante el siglo XX?". Dicho de otro modo, ¿Existe algún dato que mida exactamente el impacto de las vacunas en la salvación de la humanidad? Sí, desde luego que existe. Sigan leyendo.
1977: McKinlay & McKinlay: El estudio más famoso del que nunca habrán oído hablar

Esta no será la lectura más fácil del mundo, pero espero que se tomen el tiempo de leer cada palabra. En 1977, los epidemiólogos de la Universidad de Boston, John y Sonja McKinlay (marido y mujer) publicaron el trabajo fundamental sobre el papel que las vacunas (y otras intervenciones médicas) desempeñaron en el descenso masivo de la mortalidad observado en el siglo XX, esa cifra del 74% a la que me refería en mi párrafo inicial. No sólo eso, sino que su estudio hacía referencia a este mismo comportamiento que estamos observando ahora en el mundo de las vacunas. En concreto hacían hincapié sobre un grupo de especuladores que podría atribuirse más mérito de lo que les correspondería por los resultados de una intervención (las vacunas), para luego utilizar esos falsos resultados en la creación de un mundo donde su producto tiene que ser utilizado por todo el mundo. En serio, eso fue lo que predijeron que ocurriría. (Me parece importante señalar que el Estudio McKinlay solía ser de lectura obligatoria en todas las facultades de medicina).
...hicieron hincapié sobre un grupo de especuladores que podría atribuirse más mérito de lo que les correspondería por los resultados de una intervención (las vacunas), para luego utilizar esos falsos resultados en la creación de un mundo donde su producto tiene que ser utilizado por todo el mundo.
Publicado en 1977 en The Millbank Memorial Fund Quarterly, el estudio de McKinlay se titulaba "La cuestionable contribución de las medidas médicas en el descenso de la mortalidad en Estados Unidos durante el siglo XX". El estudio demostraba sin lugar a equivocación, apoyándose en datos, algo que los McKinlay reconocían que podría ser interpretado por algunos como una "herejía" médica. A saber:
"que la introducción de medidas médicas específicas y/o la ampliación de los servicios médicos no son, por lo general, responsables de la mayor parte del descenso moderno de la mortalidad. "
Por "medidas médicas", los McKinlay se referían realmente a CUALQUIER invento de la medicina moderna, ya fuesen antibióticos, vacunas, nuevos medicamentos recetados, o lo que fuese. El estudio de 23 páginas de McKinlay debería leerse de principio a fin, pero dicho en pocas palabras, lo que McKinlay trató de analizar concernía el impacto de las intervenciones médicas (antibióticos, cirugía, vacunas) en el descenso masivo de las tasas de mortalidad entre 1900 y 1970:

Fig. 1: Evolución de mortalidad de hombres y mujeres por separado (con edades acordes) en los EE.UU, 1900 - 1973

vacunas
Estos son algunos de los puntos principales de su estudio:
  • El 92,3% del descenso de la tasa de mortalidad se produjo entre 1900 y 1950 [antes de que existieran la mayoría de las vacunas].
  • Las medidas médicas apenas "parecen haber contribuido a la disminución general de la mortalidad en los Estados Unidos a partir de los alrededores de 1900 ya que en muchos casos se introdujeron varias décadas después de que se hubiera producido dicho marcado descenso, y no tuvieron influencia detectable alguna en la mayoría de los casos".
Y aquí están las dos cosas más importantes...

El estudio plantea dos puntos que realmente quiero destacar por su gran importancia. El primero se refiere a las vacunas. Escriben:
"Aunque asumiéramos que este cambio es enteramente atribuible a las vacunas, entonces sólo alrededor del uno por ciento de la disminución posterior a las intervenciones para las enfermedades consideradas aquí podría atribuirse a las medidas médicas. De forma algo más conservadora, si atribuimos parte del posterior descenso de las tasas de mortalidad de la neumonía, la gripe, la tos ferina y la difteria a las medidas médicas, entonces tal vez el 3,5% del descenso de la tasa de mortalidad global pueda explicarse a través de la intervención médica en las principales enfermedades infecciosas consideradas aquí. De hecho, dado que precisamente estas enfermedades son las que la medicina clama ser el mayor de sus éxitos en la reducción de la mortalidad, probablemente que el 3,5 por ciento representaría una estimación razonable del límite superior de la contribución total de las medidas médicas en el descenso de la mortalidad en los Estados Unidos desde 1900."
Hablando alto y claro: Respecto del descenso total de la mortalidad desde 1900, y recuerden esa cifra del 74% que he mencionado, alrededor del 1% al 3,5% de las vacunas (y otras intervenciones médicas como los antibióticos) son atribuibles a dicho descenso. Dicho de otro modo, al menos el 96,5% del descenso (y probablemente más ya que sus cifras incluyen TODAS las intervenciones médicas, no SÓLO las vacunas) no tuvo nada que ver con las vacunas.

No se puede afirmar haber salvado a la humanidad cuando un 3,5%, a lo sumo, sería responsable del descenso de las tasas de mortalidad desde 1900 (probablemente se acerque más al 1%).

Y entonces los McKinlay escribieron algo que me hizo reír a carcajadas, porque es lo que estamos presenciando todos los días en el mundo exagerado actual en la cuestión de vacunas:
"Hoy en día, no es raro que se invoquen los conocimientos biotecnológicos y las intervenciones médicas específicas como la razón principal de la mayor parte del descenso moderno (del siglo XX) de la mortalidad. Los que se atribuyen la responsabilidad de este descenso, o a quienes se lo atribuimos son a menudo los principales beneficiarios actuales de esta explicación predominante."
¿Les suena familiar?

2000: el CDC (Control de enfermedades y prevención) fija el último clavo en el ataúd

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En 1970, el Dr. Kass planteó la idea de que los responsables de la salud pública tuvieran cuidado de no atribuir a las cosas equivocadas el mérito del enorme descenso de la tasa de mortalidad del siglo XX en el mundo desarrollado. En 1977, los doctores McKinlay & McKinlay revolvieron datos en torno a las ideas del Dr. Kass y demostraron que las vacunas (y otras intervenciones médicas) eran responsables de entre el 1 y el 3,5% del descenso total de la mortalidad desde 1900.

En el año 2000, los científicos del CDC volvieron a confirmar todos estos datos, proporcionando además información adicional sobre aquellos aspectos que incidieron de verdad en el declive de mortalidad.

Publicado en septiembre de 2000 en la revista Pediatrics y titulado "Annual Summary of Vital Statistics: Trends in the Health of Americans During the 20th Century" (Resumen anual de estadísticas vitales: tendencias en la salud de los estadounidenses durante el siglo XX), los epidemiólogos del Johns Hopkins y de los Centros de Control de Enfermedades reafirmaron lo que ya habíamos aprendido a través de McKinlay y McKinlay:
"Así pues, la vacunación no explica los impresionantes descensos de mortalidad observados en la primera mitad del siglo... casi el 90% del descenso de la mortalidad por enfermedades infecciosas entre los niños estadounidenses se produjo antes de 1940 cuando los antibióticos o vacunas disponibles eran escasos".
Así seguía explicando dicho estudio los aspectos realmente responsables del descenso masivo de la mortalidad:

"El tratamiento del agua, la seguridad alimentaria, la eliminación organizada de los residuos sólidos y la educación pública sobre prácticas de higiene", además del papel importante que desempeñaron las mejoras en el hacinamiento de las ciudades estadounidenses". Agua limpia. Alimentos seguros. Nutrición. Fontanería. Higiene. Estas fueron las principales razones de la disminución precipitada de la mortalidad. Al menos según los datos y la ciencia publicada.

Historia reciente

Recibo reacciones muy fuertes cuando comparto este gráfico elaborado en base a los datos del CDC:

Curva de Vacunación, 1985 - Estados Unidos
Fuerte: CDC, Nivel de Cobertura de Vacunas - Estados Unidos, 1962-2009

vacunas
En este gráfico elaborado a partir de este conjunto de datos proporcionado por el CDC, observamos que nueve de las vacunas administradas a los niños en la actualidad ni siquiera existían a mediados de la década de 1980. Además, las tasas de vacunación de las tres vacunas que sí existían rondaban el 60% o menos a mediados de la década de 1980. Hoy en día, las tasas de vacunación de los niños estadounidenses están muy por encima del 90%. Creo que es justo preguntarse "¿por qué tanto pánico? Cuando uno reflexiona seriamente en este gráfico se da cuenta de lo absurda que es la noción de "inmunidad de rebaño" que se invoca a menudo, ya que es evidente que no podíamos estar ni cerca de la inmunidad de rebaño inducida por las vacunas a mediados de la década de 1980. De hecho, hoy en día la situación sigue siendo parecida, ya que las tasas de vacunación de adultos siguen siendo tan bajas, y las vacunas menguan con el tiempo.

La razón por la que la verdad importa

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Tal y como advirtieron McKinlay y McKinlay, al señalar una intervención equivocada (como las vacunas) como la razón por la que los estadounidenses y el resto del primer mundo experimentaron un descenso tan drástico de la mortalidad en el siglo XX, se puede abusar de esa desinformación con los siguientes objetivos:
  • Ampliación rápida del número de vacunas administradas a niños
  • Intimidar a los padres que eligieron seguir un calendario de vacunas diferente y provocar su culpabilidad
  • Obligatoriedad de las vacunas
  • Hablar de las vacunas en términos tan reverenciales que incluso cuestionarlas (como lo estoy haciendo en este artículo) es tildado de sacrílego y falta de responsabilidad.
  • Y, negar que el número de lesiones por vacunas ocurren a menudo para mantener toda la maquinaria en marcha en la dirección correcta. (Por cierto, la mejor estimación de la tasa de lesiones por vacunas es de alrededor del 2% entre personas vacunadas, según este estudio encargado y pagado por el CDC cuando realmente introdujeron la automatización del rastreo de las lesiones por vacunas. La cifra de "uno de cada millón" lanzada por los promotores de las vacunas no es más que una mentira insostenible).
África y otros países del tercer mundo

Los promotores de vacunas suelen citar estadísticas sobre muertes actuales por enfermedades infecciosas muy alarmantes. Ayudándose de ejemplos de una enfermedad como el sarampión, pueden darnos explicaciones sobre el número de niños que sigue muriendo de sarampión anualmente, y lo sumamente importante que es el que TODOS los padres estadounidenses vacunen a sus hijos contra el sarampión. Por supuesto, lo que no aclaran es que estas muertes por enfermedades infecciosas se producen en lugares que siguen teniendo condiciones similares a las de los niños estadounidenses de principios del siglo XX. Mala nutrición. Cañerías y refrigeración inexistentes. Prácticas de higiene pésimas. Condiciones de vida apiñadas. Todas estas cosas que REALMENTE causan mayor impacto en la tasa de mortalidad aún no se han abordado en ciertas partes de África y otros países del tercer mundo, y la MERA implementación de vacunas no cambiará los hechos. Este era el punto del Dr. Kass en primer lugar: asentar lo que realmente contribuyó a la disminución de la tasa de mortalidad, ¡y seguirle el rastro!

De hecho, ahora tenemos algunos datos demostrando como el hecho de vacunar a niños pasando por situaciones de mala nutrición y falta de higiene puede hacer más daño que bien en realidad.

El "Estudio Árabe"

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Publicado en la revista revisada por pares EBioMedicine en 2017, el estudio se titula "Introducción de la vacuna contra la difteria-tétanos-tos ferina y la poliomielitis oral en pequeños bebés en una comunidad urbana africana: Un experimento natural". Los investigadores del Centro de Investigación de Vitaminas y Vacunas, el Statens Serum Institut (Dinamarca) y el Proyecto de Salud de Bandim examinaron detenidamente los datos de la nación de Guinea-Bissau, en África Occidental. Los científicos de este estudio exploraron de cerca el concepto de los NSE, "efectos no específicos" de las vacunas, una forma elegante para dar a entender que las vacunas podrían volver a un niño más susceptible a otras infecciones. Descubrieron que los datos de niños africanos que habían sido vacunados con la vacuna DTP:
"se asoció con una mortalidad cinco veces mayor en comparación con los que no estuvieron vacunados. Ningún estudio prospectivo ha demostrado los efectos beneficiosos de la DTP en cuestión de supervivencia. [...] La DTP es la vacuna más utilizada. [...] Todas las pruebas disponibles actualmente sugieren que la vacuna DTP mata a más niños por causas ajenas que los salva de la difteria, el tétanos o la tos ferina. Aunque una vacuna protege a los niños contra la enfermedad, puede aumentar simultáneamente la susceptibilidad a infecciones no relacionadas."
En términos sencillos, esto significa que un niño africano vacunado con el DTP puede ser sujeto a otras infecciones. Parece que en África las condiciones de vida son más importantes que la vacuna (como es de esperar por el trabajo del Dr. Kass y de los Drs. McKinlay), y es un hecho que la vacuna DTP hizo más daño que bien. (Es notorio señalar que el Dr. Aaby era un investigador de vacunas muy reconocido hasta la publicación de este estudio en 2017. Tengo entendido que desde entonces ha perdido sus fuentes de financiación. Bienvenidos al mundo científico actual de las vacunas).

Cada dos niños

Tenemos otro ejemplo como ilustración de nuestro mundo real concerniente a este fenómeno de finales de los 70. El Dr. Archie Kalokerinos hizo un descubrimiento elemental, como él mismo lo explica:
"Todo empezó con una simple observación clínica. Me di cuenta que una vez administradas las
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vacunas rutinarias como el tétanos, la difteria, la polio, la tos ferina o lo que sea, muchos niños enfermaban. Algunos enfermaban gravemente y otros incluso morían. Se trataba de una observación, no de una teoría. Así que mi primera reacción me empujó a descubrir las razones de este desenlace. Lógicamente descubrí que era más probable que ocurriera en bebés ya enfermos a la hora de recibir una vacuna, o en bebés que habían estado enfermos recientemente, o en vía de incubar una infección. Y lógicamente no hay forma de detectar la enfermedad en sus primeras etapas de incubación. Se presentan más adelante. Además, ciertas reacciones a las vacunas no se correspondían a las de la literatura estándar.

He de decir que se trataba de reacciones muy extrañas. La tercera observación fue que algunas de estas reacciones suelen provocar la muerte. Pero descubrí que podía revertirlas administrando grandes cantidades de vitamina C vía intramuscular o intravenosa. Desde luego era de esperar que las autoridades se interesaran por estas observaciones que resultaron en una dramática caída de la tasa de mortalidad infantil en el área puesta bajo mi control, una caída realmente dramática. Pero en lugar de interesarse reaccionaron de forma extremadamente hostil. Esto me obligó a investigar más a fondo la cuestión de la vacunación, y cuanto más avanzaba, más me sorprendía. Descubrí que todo el asunto de las vacunas era en realidad un gigantesco engaño. La mayoría de los médicos están convencidos de su efectividad, pero cuando uno mira las estadísticas adecuadas y estudia los casos de estas enfermedades, uno se da cuenta de que no es así."
El Dr. Kalokerinos también dijo algo en 1995 que parece que el estudio del Dr. Aaby pudo corroborar en 2017:

"Y si quieren ver el daño que hacen las vacunas, no vayan a Australia ni a Nueva Zelanda ni a ningún otro sitio, váyanse a África y allí lo comprobarán."

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A principios del siglo XX ya sabíamos la verdad, incluso antes del descenso precipitado de mortalidad. El inglés, John Thomas Biggs, muy adelantado a sus tiempos, era el ingeniero de saneamiento de su ciudad, Leicester, y tuvo que reaccionar activamente ante los brotes de la viruela. Enseguida se dio cuenta de que los resultados de la salud pública figurando en las instalaciones sanitarias superaban con creces el impacto de la vacunación (donde pudo observar las dramáticas lesiones e ineficacia causadas por la vacuna). Escribió una obra definitiva en 1912, Leicester: Saneamiento versus vacunación. Hace más de cien años, el Sr. Biggs descubrió lo que el CDC reafirmó en 2000: Nada protege tanto de las enfermedades infecciosas como un saneamiento adecuado. Lo explicó así:
"Leicester ha facilitado con el precepto y el ejemplo la prueba irrefutable de la competencia e influencia del saneamiento, no sólo para combatir y controlar, sino también para un erradicamiento prácticamente total de las enfermedades infecciosas del entorno. [...] Una ciudad recién planificada según los principios más modernos de espacio y aire amparándose del "método Leicester" de saneamiento, podría desafiar no sólo a la viruela, sino que también a otras enfermedades infecciosas, por no decir a casi todas las enfermedades zimóticas."
El Dr. Andrew Weil, aquel célebre médico a menudo citado, refuerza este punto, explicando que "la medicina se ha atribuido el mérito que no le incumbe por algunos avances en la salud. La mayoría de la gente cree que la victoria sobre las enfermedades infecciosas del siglo pasado llegó con la invención de las inmunizaciones. De hecho, el cólera, la fiebre tifoidea, el tétanos, la difteria y la tos ferina, así como los demás virus estaban remitiendo antes de que se dispusiera de las vacunas correspondientes gracias a los métodos de saneamiento más óptimos y la eliminación de aguas residuales y distribución de alimentos y agua."

Finalmente:

Número de enfermedades en EE.UU ANTES de las vacunas:

Las vacunas fueron introducidas gradualmente entre 1945 y 1995. ¿Se han planteado alguna vez cuántas personas murieron o padecieron daños permanentes antes de la aparición de la vacuna?
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La fecha en que la vacuna fue introducida se refiere al primer uso generalizado de cada una de las vacunas en EE.UU. La tasa de mortalidad refleja el número de personas que murieron o padecieron daños permanentes de cada enfermedad en relación a la población total de aquella época.

Las vacunas no salvaron a la humanidad. Su impacto se calcula entre el 1 y el 3,5% del descenso total de las tasas de mortalidad. La mejora del saneamiento y del nivel de vida sí lo hizo (nutrición, condiciones de vida, etc.). ¿Es verdad que las vacunas contribuyeron a una pequeña disminución de ciertas enfermedades agudas? Sí, pero su beneficio relativo es a menudo exagerado hasta el extremo, y luego se utiliza para amedrentar, culpabilizar y asustar a los padres.

¿Estoy diciendo entonces que nadie debería vacunarse? No, no es lo que digo. Las vacunas proporcionan una protección temporal contra ciertas enfermedades agudas, algunas más importantes que otras. Personalmente, creo que administramos demasiadas vacunas, y creo que la ecuación riesgo/beneficio de cada vacuna está siendo a menudo oscurecida. Peor aun así, la mentira de que las vacunas salvaron a la humanidad en el siglo XX ha convertido a muchos promotores de las vacunas en fanáticos a pesar de que sus narrativas ni tan siquiera se apoyan en los hechos. Pero en cualquier caso, inocúlense con todas las vacunas que quieran, respeto su derecho a tomar sus propias decisiones respecto de las opciones de curación médica.

A finales de 2017, se informó que científicos de la Universidad de Emory estaban desarrollando una vacuna contra el resfriado común. El profesor Martin Moore se jactó de su investigación diciendo "tomo 50 cepas del resfriado común y las junto en una sola inyección" asegurando que los monos que sirvieron de sujetos para la prueba "mostraron una excelente respuesta."

Cuenten con la disponibilidad de esta vacuna en la consulta de su pediatra dentro de los próximos cinco años, probablemente se ponga en marcha poco después de que empiecen a aparecer en los medios de comunicación historias sobre muertes infantiles causadas por el resfriado común, y que se salvarán millones de vidas, de la misma manera que las vacunas salvaron al mundo en el siglo XX... ¡Tengan cuidado con sus hijos, y hagan su propia investigación!
Nota del autor:

Hay dos recursos excelentes que recomendaría si están interesados en sumergirse en la madriguera de la verdadera historia de las enfermedades infecciosas. El primero es el increíble libro Dissolving Illusions, de Suzanne Humphries. El segundo es un artículo exhaustivo de Roman Bystriany titulado Measles: The New Red Scare. (Si lo lee, se sentirán profundamente desilusionados por el bombardeo publicitario de los medios de comunicación; no digan que no se lo advertí).

El periodista Lawrence Solomon también ha escrito dos excelentes artículos sobre el sarampión: 1) Lawrence Solomon: La historia no contada del sarampión, y 2) Lawrence Solomon: Las vacunas no pueden prevenir los brotes de sarampión.