Comentario: Para una visión consistente con los hechos, libre de intereses particulares, y sin compromisos con teorías oficiales, sugerimos la lectura de la serie "Cometas y Catástrofes" empezando por el primer artículo de esta colección:
Olvídense del calentamiento global: ¡Estamos a un paso de la extinción!
Al final de cada artículo se encuentra un vínculo al siguiente artículo de la serie.
Un equipo de científicos perforará en las costas de Yucatán para develar más pistas sobre el pasado de nuestro planeta.
El escenario sintetiza los mayores temores de la humanidad: tras el choque de un meteorito se generan incendios, terremotos y tsunamis. La Tierra se oscurece envuelta en una capa de polvo; las plantas dejan de producir energía al no recibir luz solar, se altera la cadena alimenticia y finalmente ocurre una extinción masiva.
Sería el guión perfecto para filmes al estilo de Deep Impact o Armageddon. Sin embargo, el cuadro descrito no es ficticio: el impacto ocurrió hace 65 millones años. Y la evidencia es una gigantesca "cicatriz" geológica reconocida como tal hace 20 años por la comunidad académica: un cráter de 200 kilómetros de diámetro localizado en lo que hoy es la península de Yucatán.
La mitad de este anillo, ampliamente estudiada, se localiza en tierra, al norte de la península. La otra parte (marina) no ha sido explorada, pese a que guarda muchos secretos sobre las condiciones del impacto y la forma en que afectó a las especies. Ahora, un equipo multinacional de científicos se apresta a realizar perforaciones mayores en ella.
"De la parte terrestre tenemos más de 5 mil muestras, pero ahora queremos explorar la parte marina, que es mucho más profunda", anticipó el científico mexicano Jaime Urrutia Fucugauchi, líder del grupo internacional de expertos que llevará a cabo la perforación a unos 3 kilómetros bajo el suelo.
Cambio climático en la prehistoria
El proyecto, que comenzará en 2013, estará a cargo del Programa Integral de Perforación Océanica (Integrated Ocean Drilling Program) dedicado a explorar la historia de la Tierra. Debido a las condiciones del lugar se utilizará un pequeño buque de investigación japonés llamado Chikyu para taladrar en la parte central y marina del cráter.
"Algo muy extraño le sucedió a esas rocas debido al impacto. Esto nos dirá a dónde corresponden y a qué tipo de presiones fueron sometidas durante el evento", anticipó la geóloga Joana Morgan, del Imperial College, quien participa como coordinadora del proyecto.
"Todo el planeta se alteró tras el impacto del meteorito de Chicxulub, por eso es necesario conocerlo a fondo", añadió. Aunque hay controversia científica al respecto, la teoría más aceptada sostiene que los eventos desencadenados por el choque condujeron a la extinción generalizada de organismos.
Hallazgo fortuito de Pemex
Después del evento desaparecieron 75% de las especies marinas y 65% de las terrestres, entre ellas los dinosaurios, que por aquella época (el final del periodo cretácico) eran los amos del planeta. Los nichos ecológicos vacíos fueron ocupados por seres pequeños, entre ellos los mamíferos, que con el proceso de evolución darían origen a los primates y al ser humano.
Desde los años 70 (a partir de registros fósiles) los científicos propusieron explicaciones para esa extinción masiva. El choque de un cuerpo celeste se había barajado, pero no existían evidencias físicas como un cráter de impacto con las características (diámetro, fecha de origen, composición química) que coincidieran con el evento catastrófico.
Paralelamente, Glen Penfield y Antonio Camargo - que en esa época trabajaban en Yucatán haciendo prospección de pozos para Petróleos Mexicanos - lograron detectar los rastros de un enorme anillo subterráneo con una mitad en tierra y la otra en el mar. Ellos supusieron que la "huella" habría sido labrada por un gran cataclismo, pero no lo asociaron con la extinción.
Fue hasta la década de los 80 cuando en un congreso de la Unión Geofísica de Estados Unidos un grupo de académicos estableció las conexiones: el anillo en Yucatán era el buscado cráter de impacto. Muestras de rocas de Pemex, además de estudios in situ de anomalías magnéticas y minerales de cuarzo deformados por un impacto confirmaron el hallazgo fortuito.
Después, un artículo difundido por Penfield y Camargo en la revista Geology en septiembre de 1991 (Un posible cráter de impacto en el periodo cretácico/terciario, localizado en la península de Yucatán) constituyó la piedra angular sobre la cual se ha erigido la que hoy es la interpretación más aceptada sobre el origen de esa "cicatriz" geológica.
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