La portada de noticias internacionales de la BBC abre hoy con el siguiente titular: «La ciudad de Ohio lamenta el descarrilamiento del tren químico como «nuestro Chernobyl».
Chernoby OHIO
En un extenso reportaje, el periodista Bernd Debusmann relata la situación en la que se encuentran los vecinos de East Palestine, la pequeña población de menos de 5.000 habitantes que ha sufrido los daños del descarrilamiento de un tren que portaba mercancías tóxicas el pasado día 3 de febrero.

El periodista relata cómo las personas afectadas relatan la situación que están viviendo, y cómo todavía «el hedor a químicos y azufre sigue siendo fuerte». Constata cómo los ojos de Hammer están «enrojecidos e hinchados», algo que el entrevistado (un vecino que había montado un negocio familiar próspero y que está pensando en marcharse del lugar junto a su familia), atribuye al impacto físico persistente de los productos químicos derramados en la zona.

Los vecinos relatan que llevan noches sin dormir, preocupados y con angustia ante la nueva situación que el accidente ha impuesto en sus vidas. El consumo de ansiolíticos es el recurso frecuente de una población que exige respuestas ante los riesgos que puede correr su salud, sus negocios, su vida, como la conocían hasta ahora.

A pesar de que las mediciones del agua, según las autoridades, no muestran toxicidad, como tampoco el aire, se recomienda que se beba únicamente agua embotellada. Los expertos medioambientales han expresado escepticismo ante las recomendaciones de las autoridades locales, que recomendaron a la población regresar a sus casas el pasado domingo.

«La exposición suficiente a los productos químicos liberados en el accidente, que incluyen cloruro de vinilo y acrilato de butilo, puede provocar desde náuseas hasta cáncer», señala el artículo. «Para esta ciudad, esto es Pearl Harbor, o un 11 de septiembre, una de esas cosas de las que la gente hablará para siempre», relata uno de los vecinos entrevistados.

Los efectos pueden continuar durante generaciones

La preocupación principal de los vecinos del pueblo son los efectos sobre su salud, tanto de manera inmediata, como sobre todo, a medio y largo plazo. Están preocupados por la salud de sus hijos, de los más pequeños. «Esto podría continuar durante generaciones. Es mucho más que gases y la gran nube y el penacho de productos químicos», señala un vecino entrevistado.

El artículo apunta a que «los productos químicos liberados en el accidente y el incendio pueden tener graves impactos para la salud, según dijo a la BBC Keeve Nachman, profesor de salud ambiental de la Universidad Johns Hopkins en Baltimore». «Lo que realmente falta es información sobre cómo las personas entran en contacto con los productos químicos en el aire, en el agua o en el suelo», denuncia.

Desconfianza

En el día de ayer, jueves, el administrador de la Agencia de Protección Ambiental, Michael Regan, se trasladó a East Palestine para supervisar las labores de recuperación que se están llevando a cabo en la zona, y mantener reuniones con funcionarios locales.

La agencia dice que no se han detectado niveles peligrosos de contaminación en el aire que puedan ser dañinos.

Los funcionarios que están analizando las aguas del río, han reconocido que las vías fluviales del Ohio están contaminadas. Pero los suministros de agua potable no se habrían visto afectados.


A pesar de esta información, se recomienda beber agua embotellada y mantener la precaución, acudiendo al servicio médico ante sospechas de problemas de salud.

La población se siente desinformada y desatendida por el gobierno y exige explicaciones, tanto a la compañía ferroviaria, que ayer les dio plantón, como a los responsables a nivel político.