El Consejo Noruego de Investigación Sanitaria considera que los bloqueadores de la pubertad, las hormonas sexuales cruzadas y la cirugía en menores adolescentes son experimentales, y ha determinado que las actuales directrices «afirmativas de género» no se basan en evidencias, y deben ser revisadas. Necesidad de garantizar protocolos claros
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Según ha recogido la plataforma «Contra el borrado de las mujeres», el informe elaborado por el Consejo Noruego de Investigación Sanitaria (NHIB/UKOM), afirma que las futuras directrices deben basarse en una revisión sistemática de las pruebas, en lugar de estudios selectivos, y que todas las intervenciones hormonales y quirúrgicas deben limitarse al entorno de la investigación para garantizar protocolos claros, salvaguardias y un seguimiento adecuado.

Hasta ahora, Noruega venía aplicando las pautas establecidas en el informe publicado en 2015, bajo el título «El derecho al sexo correcto», donde se plasmaba el método de «reafirmación de género» SOC7 de la WPATH. Lo que supone que la afirmación médica de género «está ampliamente disponible para los jóvenes, sin necesidad de evaluaciones psicológicas». Basándose en estas directrices, en Noruega los jóvenes pueden recibir bloqueadores de la pubertad en el estadio 2 de Tanner (entre los 9 y 13 años, según sexo), hormonas sexuales cruzadas a los 16 años y cirugía desde los 18 años. Estas intervencione son irreversibles y conllevan muchos riesgos para la salud. Además, se basan, según el informe, en pruebas insuficientes.

Directrices inadecuadas hasta ahora

El actual informe critica las directrices aplicadas hasta ahora por Noruega, conocidas como «afirmativas de género», por ser inadecuadas, señalando que falta especificidad en cuanto a la evaluación y determinación de la necesidad médica de intervenciones arriesgadas e irreversibles que se realizan a jóvenes cuya identidad aún se está formando.

Subraya la plataforma Contra el borrado de las mujeres, que «El Consejo de Investigación Sanitaria noruego observó varias tendencias preocupantes: el rápido aumento de la disforia de género en adolescentes (especialmente mujeres), la elevada carga de trastornos mentales (75%) y una alta prevalencia de afecciones neurocognitivas (TDAH/autismo, Tourette) en los jóvenes afectados».

Un informe que se suma a los ya publicados recientemente en Suecia, Finlandia, Australia, donde apuntan a la importancia de salvaguardar a los jóvenes ante cualquier daño que pueda producirse a su salud, restringiendo drásticamente las transiciones de género en edad joven.

En el informe de Noruega señalan un dato a tener en cuenta: la legislación establece que es necesario tener 25 años para poder dar consentimiento a un tratamiento de esterilización. Y sin embargo, estas terapias, que conllevan infertilidad, se estarían aplicando a menores de esta edad.

La atención médica no incluye tratamientos experimentales como derecho

Llaman la atención también desde la plataforma Contra el borrado de mujeres, sobre el hecho de que el NIHB/UJOM señala «que el derecho de atención médica no incluye el derecho a tratamientos experimentales. Como intervención experimental, las transiciones de género estarán sujetas a un mayor escrutinio en torno al consentimiento informado, los criterios de elegibilidad y la evaluación de resultados».

La transición como excepción

De esta forma, con este nuevo enfoque, las transiciones de género serán una excepción, no la regla general, y los jóvenes serán atendidos en centros locales de salud con apoyo multidisciplinar.

Denuncia el informe también la dificultad de abordar el debate científico necesario ante la polarización y desequilibrio de los debates que se están generando sobre los jóvenes con disforia de género.